Capítulo 11

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Estuvimos conversando durante unos minutos hasta que me acompañó dentro del apartamento de nuevo. La música comenzó a cambiar y empezó a escucharse una melodía suave proveniente del piano. El hombre que se encontraba al lado del pianista comenzó a animar a los invitados para que se emparejasen y bailaran juntos.

—¿Te apetece bailar? —me propuso Leo acercándome su mano.

Sonreí y sin pensarlo dos veces asentí con la cabeza. Nunca había bailado con otra persona que no fuera Gideon, pero con Leo, por alguna extraña razón me comenzaba a sentirme cómoda a pesar de nuestro mal comienzo. Nos acercamos el uno al otro y comenzamos a bailar más pegados de lo que me hubiera gustado controlar. Podía sentir su respiración muy cerca de mi oído, y las miradas de la gente a nuestro alrededor detenidas en nosotros. La verdad es que no me importaba en absoluto, me sentía libre, sin ataduras, sin tener que dar explicaciones a nadie. Y Leo había hecho que me olvidara de la amenaza de Gideon por unos instantes.

Una de sus manos que se suponía que tendría que ir en la parte central de mi espalda, bajó hacia mi cintura y la otra sostenía una de mis manos. Bailábamos con gráciles movimientos, como si lo hubiéramos practicado antes. Sonreí ante nuestra sincronización y él me devolvió la sonrisa.

Durante los pocos minutos que duró la canción pude sentir mis mejillas más calientes de lo normal, la atractiva sonrisa de Leo a pocos centímetros de mi rostro hacía que no pudiera controlar mis impulsos. Tal vez fuera el alcohol o la conexión que habíamos sentido entre ambos era mutua, pero en cuanto la última nota del vals dio su fin, Leo acercó una de mis manos a sus labios y la besó delicadamente antes de sonreírme de vuelta.

—Vaya, voy a empezar a creer en los milagros —dijo Emma tras nosotros—. Pensaba que no os llevabais muy bien, pero me alegro de que eso haya cambiado.

Nathaniel se encontraba detrás de ella y me dirigió una sonrisa divertida.

—¿Todo bien? Espero que no os hayan dicho nada —pregunté preocupada esquivando el tema algo avergonzada.

—Unas cuantas miradas despectivas, pero nada nuevo —respondió Emma sin preocupación alguna.

—Me alegro entonces —respondí algo más tranquila—. ¿Por qué no pedimos algo y nos vamos a la terraza a tomarlo? La vistas son impresionantes.

—¿Más alcohol? —preguntó Nathan divertido.— ¿Estás segura?

Todos rieron ante su ocurrencia. Tras aquello, comenzamos a caminar hasta la barra. No sé si fue sensación mía, pero a cada paso que dábamos, más personas nos miraban y cuchicheaban entre ellas. En cuanto llegamos a la barra pedimos cuatro copas de champán y esperamos al camarero.

—¡Aquí estáis! —exclamó Helena a mi lado posando su fina mano en mi hombro.

Me giré y sonreí sin ganas.

—Se acerca el gran momento, tengo una sorpresa —dijo entusiasmada.

Cogió un micrófono y con cuidado, Gideon, que había aparecido tras ella de la nada, ayudó a Helena a subirse encima de la barra sobre nuestras cabezas.

Dirigió una mirada cómplice a mi aún novio y comenzó a hablar.

—Queridos amigos —comenzó acariciando dulcemente el micrófono blanco con pequeñas incrustaciones de diamantes con el que hablaba—. No sabéis lo feliz que me hace poder reuniros de nuevo a todos en una de mis grandes fiestas. Esta es una de las muchas que a partir de ahora celebraremos con orgullo. Tengo una sorpresa para todos, como en los viejos tiempos y todo gracias a mi querido Gideon.... Amigo, gracias por traer este maravilloso regalo y por compartirlo con todos nosotros.

CASSIOPEIA CIUDAD DE CRISTAL Parte 2  -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora