Max me acompañó a una de sus cafeterías favoritas cerca del ayuntamiento. Intentaba evitar que las lágrimas resbalaran por mis mejillas, pero me era imposible.
—Está rico —dije sin ganas probando el batido de chocolate.
Nos habíamos sentado en una mesa dentro de la cafetería. Era pequeña, pero muy acogedora, tenía un par de mesas de madera clara haciendo juego con las sillas y unos sillones de terciopelo rosa. Las paredes estaban decoradas con pintura rosa y unas pequeñas flores dibujadas en un rosa más claro. La camarera que nos había atendido era amiga de Max.
—Daisy es muy simpática —acerté a decir sorbiendo otro poco del batido.
—No te vayas por las ramas —acercó su mano a mi brazo y me miró tiernamente—. Puedes contarme qué ha pasado cuando estés lista.
Sus palabras hicieron que mis lágrimas brotasen de nuevo. Me sequé con las yemas de mis dedos rápidamente.
—Gideon.
—Sabía que era un capullo —masculló molesto.
—La verdad es que no se si ha hecho algo, puede que me haya montado yo la película, pero...
—No te excuses —me recriminó—. No es la primera vez que te da motivos, según me has contado.
Daisy se acercó y nos dejó un cupcake de terciopelo rojo a cada uno con una gran sonrisa. Max le devolvió el gesto y esta se marchó.
—Gideon y yo estábamos en su despacho cuando Helena ha aparecido y le ha llamado amor.
—¿Amor?
—Sé que ella es de poner motes cariñosos a todo el mundo, pero no sé... —añadí dubitativa.
—A mi nunca me ha puesto ningún mote —añadió bromeando. Helena y él nunca se habían llevado especialmente bien.
Sonreí ante su ocurrencia por unos segundos.
—El caso es que al oírlo me he enfurecido y he salido corriendo.
—No te culpes, si yo escuchara eso también me enfurecería —añadió con los ojos como platos.
Me volvió a coger de las manos y me insistió en respirar hondo un par de veces.
—Sé que llevamos un tiempo distantes y que a veces siento que ya no estamos tan unidos como antes, pero ¿por qué me duele igual? —pregunté confundida como si Max supiera las respuestas de todo.
—Así es el amor —contestó tajantemente antes de llevarse el último trozo de su cupcake a la boca.
En ese momento, la puerta del establecimiento se abrió de par en par y empezó a asomarse un carrito de bebé tirado por un hombre alto y rubio. Detrás de él un niña pequeña rubia muy cantarina iba de la mano de una pelirroja que ya se me hacía muy conocida.
—¡Grace! —exclamó Emma en cuanto me vio.
—Hola, Emma —saludé con la mano.— Nathan, ¿cómo vais?
—Dando un paseo con las pequeñas, ya ves —contestó sonriendo.
—Este es mi amigo Max —me levanté para presentarle.
—Me suenas mucho, ¿trabajas en la guardia? —pregunto Nathaniel.
—Exactamente, el sueldo extra me lo saco con Grace, soy su entrenador personal.
—Vaya, es genial —añadió Emma—. ¿Podemos sentarnos?
Asentí sorprendida por su propuesta y ambos colocaron un par de sillas más al lado de nuestra mesa. La pequeña Cassie estaba dormida en el carro mientras la rubia no paraba de hacerme preguntas.
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CASSIOPEIA CIUDAD DE CRISTAL Parte 2 -COMPLETA-
Science FictionTras la última guerra por el poder, muchas cosas han cambiado en la ciudad de Cassiopeia. Grace Thorne, hija de la nueva líder de la ciudad, descubre que sin el elixir que los mantenía sanos, muchas personas a su alrededor están enfermando y mucho...