Capítulo 32

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Llegamos a la base donde nuestros aliados nos esperaban con ansia, pero no traíamos buenas noticias. Cassiopeia no quería negociar.

—Esta situación es insostenible —dijo Enzo dando un golpe en la mesa de metal que se encontraba delante de él.

Nos habíamos reunido para hablar sobre nuestros días en la ciudad y del fracaso absoluto que había sido la misión. Enzo estaba furioso y no paraba de dar vueltas sobre si mismo intentando encontrar una idea ingeniosa que nunca llegaba.

—Solo hay una solución —murmuró Emma desde su asiento. Esa mañana se había colocado su larga melena en una trenza ladeada que enmarcaba su anguloso rostro.

Nathaniel miró a su prometida sentado justo al lado de ella.

—Iremos por las malas —amenazó Emma con cara de pocos amigos.

—Por mucho más que piense no encuentro otra solución a esto —dije desde mi posición. La situación era insostenible, no podíamos dejar que se saliera con la suya por las buenas sin luchar, debíamos rescatar a los terrícolas que seguían retenidos en contra de su voluntad.

Me encontraba de pie, junto Leo y de frente a Enzo. La sala de planchas de metal no era muy grande y las dos sillas que la ocupaban ya tenían dueño.

—¿Estás segura? —me preguntó Leo agarrando una de mis manos con delicadeza.

—¿Qué más puedo perder? —pregunté aguantando las ganas de llorar que me producía el pensar en mi ciudad y en lo que se había convertido.

Tras la charla, no llegamos a ningún acuerdo. Por una parte entendía a Enzo, entendía lo que nos jugábamos al comenzar una guerra. Éramos menos, contábamos con menos armas, pero ya lo habían hecho antes. La astucia y la ambición con la que habían conquistado Cassiopeia la última vez me revolvía el estómago.

Dejé atrás a Leo y a Enzo, y comencé a caminar detrás de Emma y Nathan por uno de los pasillos.

—Necesito relajarme un poco, nos vemos a la hora de comer —dije antes de dejarles atrás.

Ellos necesitaban algo de paz. Se jugaban mucho. Mucho más que yo, que no tenía nada salvo el fantasma de mi madre que me atormentaba cada vez que cerraba los ojos. Pensar en ella me producía dolor de cabeza. Si seguía viva en alguna parte, rezaba porque estuviera sana y salva.

En ese momento 9 apareció delante de mí evitando que siguiera hacia delante.

—9, aparta —dije algo molesta.

El dron apenas se movió un centímetro.

—No estoy de humor —aseguré.

9 bajó la intensidad de la luz de su ojo y se acercó a mí un poco más, como si quisiera saber más.

—¿Quieres venir conmigo? ¿Es eso?

9 me siguió hasta mi habitación y se recostó en la mesa. Aún me costaba pensar en él como una inteligencia artificial más allá de lo establecido. Me parecía asombroso su comportamiento. Me senté en mi cama y me quedé observándole durante varios minutos.

—¿Qué me estarás ocultando, pequeño?

Pasaron varios días tras aquella conversación. Una de esas noches, mientras comíamos en la cantina, Nathan nos sorprendió a todos los presentes. Se levantó de su silla, se arrodilló delante de Emma y agarró su mano donde se encontraba su anillo de compromiso y lo acarició suavemente.

—Emma —susurró lo suficientemente alto como para que todos los presentes pudiéramos escucharle—, me harías el favor de esta vez casarte conmigo.

CASSIOPEIA CIUDAD DE CRISTAL Parte 2  -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora