Capítulo 2

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Max era un hombre alto y fuerte, tanto que si quisiera apartarme tan solo necesitaría un pulgar para moverme a un lado.

Entré chocando mi puño contra el suyo y me siguió hacia dentro del edificio. Aquel día no había mucha gente, tan solo un par de soldados en uno de los rings enfrentándose el uno contra el otro, pensé en si algún día podría ser tan buena como ellos. Me aterraba el volver a pasar por otra guerra.

Aquél día se perdieron muchas vidas, tanto de un bando como del otro. Mi madre me encerró en uno de los bunkers del ayuntamiento junto con Gideon, Helena y más jóvenes como nosotros. Apenas pudimos ver nada, simplemente escuchábamos gritos y explosiones. Estuvimos horas encerrados sacando nuestras propias conclusiones hasta que al final mi madre y un hombre enorme de piel morena nos sacaron de allí y nos dijeron que todo había pasado y que Cassiopeia por fin era libre.

En cuanto me cambié en el vestuario femenino y me até mi media melena rubia en una coleta para que no me molestara, salí con mi ropa deportiva color blanca y me acerqué a Max. Su sonrisa siempre me había parecido muy divertida, nunca la perdía, igual que su optimismo. Él era uno de los ciudadanos que lucharon de parte de mi madre y La Resistencia. Nunca había apoyado a Krumm ni a sus seguidores, pero mientras este lideraba la ciudad poca cosa podía hacer un hombre contra un imperio. Me miró con sus ojos pequeños y rasgados desde su portentosa altura y me hizo un gesto con la mano para que subiera a otro de los rings junto a él.

—¿Estás preparada para la clase de hoy?

—Eso espero —solté en un suspiro.

Me acercó unos pequeños guantes blancos de esos que no tenían tejido en los dedos y se crujió un par de veces el cuello antes de ponerse en posición de defensa. De un momento a otro, mi dispersa mente me jugó una mala pasada y Max me atizó un golpe en el estómago que me hizo caer de espaldas. El golpe se escuchó por todo el gimnasio, tanto que los soldados que estaban en el ring de al lado dejaron de pelearse para dirigirme su preocupada mirada.

—¿Estás bien? Me he pasado de potencia —me preguntó Max cediéndome su mano para ayudarme.

—Si, solo estoy distraída.

Me levanté con su ayuda y me froté el estómago un par de veces antes de volver a mi posición.

—No tenemos porqué seguir por hoy.

—Max, estoy bien —aseguré lanzando uno de mis puños que fácilmente lo bloqueó.

—¿Estás segura? —preguntó deshaciéndose de mí por tercera vez consecutiva.

—Muy segura.

Respiré hondo y tras varios intentos fallidos que Max me bloqueó sin mucho esfuerzo conseguí acertar en su cara.

—Tranquila.

Max se rio a carcajadas mientras se frotaba la mejilla donde había recibido mi golpe.

—No volveré a menospreciarte, prometido —sonrió.

—¡Max! —gritó una voz masculina detrás de mí.

Me di la vuelta y divisé a un soldado vestido completamente de negro. Unos rizos negros caían sobre su frente adornando su esculpido rostro color oliva.

—¡Leo, amigo! —exclamó Max saludando—. Dame un segundo, Grace, ahora vuelvo.

Max bajó del ring y saludó al soldado con un fuerte abrazo. No alcancé a escuchar su conversación, tan solo me senté sobre mis rodillas durante unos segundos para recuperar el oxigeno que había perdido durante el último asalto. Giré mi cabeza una vez más para ver al soldado. Era alto, pero no tanto como Max, este aún le sacaba una cabeza entera, también parecía bastante fuerte y sus músculos se marcaban a través de su camiseta negra de tirantes. Por un segundo me dirigió una mirada furiosa y apartó sus ojos marrones de mí enseguida. Me quedé algo paralizada por la hostilidad que había sentido. No entendía nada, no le conocía de nada como para que me mirara así. A los pocos minutos, Max volvió junto a mí y se disculpó por ausentarse.

CASSIOPEIA CIUDAD DE CRISTAL Parte 2  -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora