Capítulo treinta y siete: Regresando a casa

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Capítulo treinta y siete: Regresando a casa


Lo que fue destrucción y caos, ahora era tranquilidad y paz. El mundo había vuelto a la normalidad, es como si los días del "fin del mundo" nunca existieran en realidad. El mundo aún estaba en los años retro y las almas que antes estaban en el cielo y en el infierno esperaban nuevamente para volver a su vida humana, claro, sin ningún recuerdo anterior. La historia volvió a su lugar, como si nunca hubiera sido borrada, pero de alguna manera, no había fanáticos, solo creyentes o no creyentes, pero sin odiar al otro.

El ángel que siempre fue juzgado por la humanidad era todo lo contrario que decían de él. Ya que él era el equilibrio entre el día y la noche, la luz y la oscuridad, el caos y la paz. Él era arte y amor, un protector y un tentador que hacía que cualquier corazón latiera mil por hora. Un bello ángel que solo quería jugar.

Lucifer logró su cometido, salvo el mundo humano, como el cielo y el infierno. Lleno el mundo con aquello que le faltaba... ... ...


¡Lu....! -trató de gritar Alastor, pero su voz salió como un ahogamiento, al abrir sus ojos se encontró acostado en una cama.

¿Alastor? -preguntó Angel


Alastor lo recordó, sintió una pequeña punzada en su cabeza, pero al despertar recordó quién era realmente, el demonio de la radio y su estancia en el mundo humano por segunda vez, ambos, unos locos enamorados por el rey del infierno. El venado pelirrojo volteo hacia su derecha, ahí junto a su lado se encontraba el cuerpo de Lucifer. Trata de incorporarse, al parecer estaba en una cama tamaño rey junto a Lucifer y a su alrededor se encontraban todos sus conocidos.

Charlie estaba sentada en una silla al lado de la cama, sosteniendo una de las manos de su padre, estaba llorando descontroladamente y Vaggie su pareja estaba tratando de consolarla. Husk y Ángel estaban abrazados uno con el otro, algunas lágrimas se derramaban de sus ojos. Cherri y Niffty en una esquina, también con algunas lágrimas. Adam y Lute en otra esquina, ambos con algunas lágrimas que salían de sus ojos cerrados, ambos abrazados.

Los arcángeles al extremos de la habitación, unos mirando a través de la ventana y otros mirando el suelo, todos con varias lágrimas en ellos. Azrael se encontraba en el suelo, cruzando las piernas, una mano cubriendo sus ojos quien al parecer no dejaba de llorar, pues sus lágrimas no se detenían y caían sobre la alfombra. Y finalmente Miguel, aun lado del ángel de la muerte, en pie, una de sus manos sobre el hombro reconfortando al ángel de cabello oscuro y otra con un puño tan fuerte que empezaba a sangrar, aunque parecía que resistía, varias lágrimas salían de sus ojos cerrados.

Lu... ci...fer -dijo como pudo Alastor, tarot de incorporarse en la cabecera

Él está... - decía Adam, pero no pudo terminar la frase

No... no puede ser -dijo Alastor finalmente recostado en la cabecera. Mira a Lucifer, no estaba respirando, no había ninguna señal de vida.

Alastor miró una de sus manos, tenía agarrada la mano de Lucifer. No sintió nada, no había pulso, no había ningún movimiento, no había calor ni frío, nada.

Él se sacrificó, por la puta humanidad de mierda -dijo molesto Miguel

Alastor estaba muy cansado, tanto física como emocionalmente, no quería ni tenía ganas de discutir con un arcángel. Sabía que para él, Alastor no solo era un humano, sino un pecador, nada lejos de lo que era Lilith, alguien que posiblemente volvería hacer caer a su hermanito.

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