Libro uno: Fuego

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Cuarteto

Guillermo sufría al estar observando el entrenamiento del príncipe Andrés y notar que para su edad ni siquiera podía lanzar una chispa le causo cierta preocupación, prefería quedarse callado para evitarse más problemas. Empezaba a detestar tener esa banda en el rostro y era increíble la forma en que Lionel se había marchado sin decir adiós; deseaba hablar con él para aclarar todo, pero sería imposible ni siquiera se había dignado en mirarlo durante el juicio — Inclusive fue él quién me puso en esta situación — expresó en un tono enojado.

Andrés al contrario de su hermano mayor estaba emocionado ante la idea de tenerlo junto a él, inclusive pensaba pedirle ayuda para su entrenamiento, aunque su expresión enojada le provocaba mejor callarse y prestar atención a los soldados. Desde hace algunos años había empezado entrenar y se memorizó todas las posturas, esa tarde nuevamente hizo absolutamente nada de fuego provocando frustración en Carles y Joseph quienes prefirieron retirarse; Ochoa estaba cerca meditando bajo un árbol, pero con su atención en todo lo que pasaba en su alrededor, preguntándose si en verdad el príncipe era un maestro fuego.

No pensaba involucrarse con Andrés en ningún sentido, pero ver su mirada llena de frustración y los fuertes regaños de Luis Figo, de alguna manera le hizo proyectarse. Realmente no meditó sus acciones y al momento de estar a solas con el príncipe fue acercándose lentamente — ¿Todo bien? — preguntó curioso, notando las lágrimas de su pequeño hermano.

— Sí, solo estoy cansado. Quiero ir a darme una ducha... — respondió sin mucho ánimo.

— Tu carita de perrito regañado me dice otra cosa —

— No puedo hacer fuego control, llevó años intentándolo y ni siquiera puedo hacer una chispa. ¡No puedo permitirme ser un príncipe! —

— Creo que igual estás exagerando, no por eso dejarás de serlo —

— ¡Entréname, Memo! — dijo emocionado Andrés, Guillermo solo alzó ambas cejas ante esa idea y negó rápidamente, pero la insistencia del menor le hizo quebrar su paciencia.

— Lo haré, pero no gratis quiero que consigas churros y me invites todos. —

— ¡Bien! Deja me encargó yo de eso —

Y ambos estrecharon sus manos para cerrar el trato, Beckham junto con Javier estaban de espectadores en la primera clase oficial de Guillermo quién no se contuvo en ser estricto — ¿De que te sirve aprenderte las posturas si no aplicas fuerza en ellas? — regañaba al príncipe quién se levantaba del suelo. Al inicio Carles creía que Guillermo lo disfrutaba (no se equivocó) y soltó un largo suspiro al notar esa sonrisa descarada, tan... tan él que empezó a reír divertido ni siquiera se inmutaba al ver a su hijo menor disfrutar del tiempo que compartía con su hermano mayor.

Ambos hermanos estaban algo cohibidos al ver a Joseph junto con Carles y otros sabios mirando su entrenamiento, Guillermo no disfrutaba sus churros como siempre — Vamos bonito, ignóralos. — expresó Beckham coqueto y no pasó desapercibido para Rafael quién desde hace algunos días, no confiaba mucho en aquel joven.

Había escuchado como peleaba como Zidane o Figo hace algunos días y tenía casi la misma actitud rebelde que su hijo.

Lionel Messi tenía dos días en Italia dialogando con los sabios del loto blanco acerca de sus visiones, pero ninguna respuesta llegaba a confirmar sus miedos y solo observaba como varias sombras rondaban cerca de él, juraba que trataban de señalarle algo en específico — Tal vez debamos ir a la Basílica di San Pietro, hay muchas energía espiritual y te podría ayudar a conectarte con tus vidas pasadas. Debemos ir rápido Lionel, en cualquier momento la nación de fuego puede ser atacada de nuevo — explicó el portugués.

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