Twenty-Six.

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Hinata había salido de clase, caminando por la calle, se encontró con un particular pecoso

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Hinata había salido de clase, caminando por la calle, se encontró con un particular pecoso.

-Yams, no te había visto desde las vacaciones, ¿Como estás?- Le dijo con una sonrisa, el mencionado la correspondió.
-Bien, he estado bien, ¿Y tú? ¿Cómo has llevado la ruptura?- El pelirrojo suspiró.
-Mm... Pues... La he llevado. No sé si bien o mal, pero funciono.- Soltó una suave risa, el Omega la correspondió.

-¿Y-y Tobi? B-bueno, Kageyama... ¿Cómo está él?- Dijo, inevitablemente preocupado por el azabache.
-Mm... Pues también está funcionando, en lo que cabe...- Dijo sin ahondar en el menor. No era su lugar decirle esa información a Hinata.

-Mm... Me alegro... B-bueno, tengo que irme rápido, iré por mi hermana a la escuela y ya vou algo tarde. Nos vemos Yams.- Se despidió con las manos rápidamente.

El pecoso solo lo vió alejarse.

Kageyama llegó temprano, se dirigió a su pupitre y su vista fue capturada por una bolsa de regalo

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Kageyama llegó temprano, se dirigió a su pupitre y su vista fue capturada por una bolsa de regalo.

La bolsa de regalo.

Dentro, estaban las rodilleras.
Su corazón no pudo evitar hundirse, menos evitar el fuerte palpitar que resonaba en sus orejas.

Lo raro, es que no estaba el remitente. El pelirrojo que había comprado las rodilleras no estaba en ningún lado.

Su Rut se había adelantado

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Su Rut se había adelantado. Solo llegó a dejar el regalo del Omega y regresó a su hogar.

No lo había dado con el objetivo de retener a Kageyama, pero ver la bolsa con el detalle que él mismo escogió pensando en Tobio solo le hacía pensar más en él.

Y además, ya las había comprado, ¿Qué más podía hacer con ellas?

El aroma a Alfa inundaba su residencia, y el pelirrojo solo se abstenía a tratar de controlar sus instintos naturales.

Tobio se puso las rodilleras

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Tobio se puso las rodilleras. Le quedaban a la perfección. Ya lo sabía, había sido un regalo bien pensado por el pelirrojo.

Pero al ponérselas, la imagen de Shoyo tomándolo de la mano, llevándolo por cada tienda en el centro comercial, solo se imprimió en su cabeza.

Lo extrañaba.

Lo extrañaba muchísimo.

Extrañaba tener su cabeza sobre sus muslos.
Extrañaba jugar con su cabello.
Extrañaba escucharlo hablar hasta por los codos.
Extrañaba la torpeza de sus acciones.

Extrañaba su voz.
Extrañaba su aroma.
Extrañaba sus brazos.
Extrañaba sus labios.
Extrañaba todo de él.

Sí, se supone que esto era la mejor para él. Lo mejor para Kageyama era no estar con alguien cuyas acciones más inocentes lo lastimaran. Pero no podía evitar extrañarlo.

 Pero no podía evitar extrañarlo

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-Lo extraño...- Dijo el Omega, mientras Yamaguchi jugaba con el cabello lacio del azabache.

Ya era el tercer día que Hinata faltaba.

-Mm... ¿Quieres volver con él? Ya van a hacer un mes de separados.- El menor frunció el ceño.
¿Un mes apenas? El juraba que llevaba dos décadas llorándole.

-Mm... Sería hipócrita decir que sí cuando yo fui quien lo terminó... Pero seri mentir decir que no...- Levantó la cabeza.
-Además... No sé si seamos buenos para el otro... ¿Y-y si ahora sale con Miya?-
-No. No andan. Ya lo sé.- Dijo seriamente en respuesta.

-¿C-cómo sabes?-
-Porque de tantas personas en el mundo, el último por el cual se enamoraría sería Atsumu.-
-Eso pensaba yo... P-pero se besaron...-

-¿Tú como sabes eso?-
-B-bueno... Escuché tu conversación con Tsukishima.- Dijo avergonzado. El peliverde suspiró.
-Ya te dije. Un beso no significa nada. Solo fue un beso. Nada más. Y si tanto quieres volver con él, ¿Por qué no simplemente hablan?

 Y si tanto quieres volver con él, ¿Por qué no simplemente hablan?

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Too Close {HinaKage Omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora