Xavier VII

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La noche del festival de la cosecha, Xavier había mantenido un ojo vigilante en Weems tal como Merlina le había solicitado.

A las diez de la noche, cuando la directora estaba más relajada. Se escabullo hasta el bosque. Xavier corrió entre los árboles, atravesó un pequeño puente de madera y salió del sendero establecido hasta el viejo árbol donde habían escondido sus mochilas.

Miró su reloj, Merlina no debía tardar.

Se colocó la mochila al hombro y tomó la de ella entre sus brazos. Los boletos de tren de Burlington estaban en su bolsillo trasero y su estómago se revolvía con ansiedad, emoción y anhelo desenfrenado.

Mientras esperaba, se acostó en el tronco del árbol y cerró sus ojos imaginando su vida de forajido junto a Merlina.

Una sonrisa pequeña se dibujó en sus labios.

Ella confiaba en él, ahora. Todo lo que tenía que hacer era dejar que las cosas avanzarán lentamente. Sabía que Merlina odiaba que le impusieran un rito diferente al que ella marcara y tal ves ese había sido su error antes. Ahora, Xavier estaba decidido a bailar a su ritmo.

Se preguntó que harían una vez que el tren se detuviera en el otro extremo del país. Seguramente alquilarían alguna habitación en algún hotel recóndito, al menos los primeros días. Un apartamento, después... para ese entonces serian una pareja oficial y él podría consentirla con desayunos en la cama todos los días.

Demonios, tendría que haber aprendido a cocinar; pero no debía ser tan difícil. Todo se podía hacer en un microondas, ¿no?

Xavier soltó un suspiro profundo mientras se imaginaba a Merlina arropada con alguna de sus camisas y sonriéndole desde el comedor.

El crujido de una rama al partirse estalló su burbuja perfecta y Xavier se incorporó. Borrando su sonrisa e intentando poner una expresión despreocupada para Merlina. Cuando se asomó detrás del viejo árbol, sus cejas se juntaron lleno de confusión.

— ¿Señorita Thornhill?

— Xavier — dijo ella, caminando con cuidado y acomodando los lentes de su rostro. — no esta permitido que estén aquí, debo pedirte que me acompañes.

— Yo... no puedo.

— ¿Disculpa?

— Mi papá me pidió que lo mirara aquí, ya sabe —dijo alzando la mochila de Merlina —no quiere llamar la atención.

— ¿Por qué tu padre llamaría la atención? — dijo la señorita Thornhill cruzándose de brazos. — ¿Debería pedirte que abras la mochila?

— Solo es material de arte — dijo rápidamente.

— Xavier...

Marylin Thornhill negó lentamente con su cabeza.

— Sabes muy bien todos los sacrificios que hace tu padre para que puedas estudiar en la academia. Sería muy desconsiderado de tu parte fugarte. Imaginó que esta no es idea tuya, ¿o si?

Xavier tragó saliva. A pesar de que la maestra hablaba de forma casi maternal, Xavier no podía olvidar que realmente era Laurel Gates. Pensándolo bien, no era buena idea estar a solas con una loca genocida de Excluidos.

Miró hacia el bosque. ¿Por qué Merlina se tardaba tanto?

— Creo... que... debo regresar. — dijo Xavier, señalando al sendero principal. — Merlina debe estar buscándome.

Paso a su lado y tuvo que contenerse para salir corriendo. Ojala lo hubiera hecho. Correr y gritar lo habrían salvado de la jeringa que la señorita Thornhill colocó en su cuello.

Xavier cayó al suelo, respirando pesadamente y miró como Thornhill se agachaba junto a él.

— Parece que después de todo, decepcionarás a tu padre, cariño. — murmuró, acariciándole el cabello.

Xavier despertó muchas horas después. Sus brazos entumecidos estaban anclados a la piedra por medio de unos grilletes y su cuerpo tiritaba violentamente por el frío.

— ¡¿Alguien me escucha?! — gritó, pero su voz rebotó en las paredes de la cueva — ¡Merlina!

Cuidado con lo que deseas #WylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora