Penúltimo
Desperté con sudor frío inundando mi cuerpo y empapando mi ropa. Me incorporé de golpe en la cama sin poder controlar el temblor de mi cuerpo. Mi respiración estaba agitada como si hubiera corrido un maratón. Necesitaba calmarme antes de que fuera demasiado tarde.
—¿Estás bien? —preguntó Lysander a mi lado y maldije en voz baja porque ya era demasiado tarde. Agradecí que la habitación estuviera a oscuras para que él no pudiera ver la expresión de mi cara. Exhalé despacio por la boca intentando hacer el menor ruido posible—. Ey, ¿estás bien?
Se sentó a mi lado y sentí sus manos rodeando mis hombros intentando encontrar mi rostro. Se las sujeté antes de que lo lograran porque no podría explicarle lo que estaba pasando. A pesar de que no le había mentido nunca, me las ingenié para controlar mi voz y mi cuerpo.
—Sí —respondí en un susurro y después me aclaré la garganta—. Estoy bien, fue solo una pesadilla.
—No las habías tenido en un tiempo.
—Lo sé. Lo siento. Vuelve a dormir, iré a tomar un poco de agua.
—Está bien —dijo en medio de un bostezo mientras volvía a acomodarse.
Salí de la cama y las piernas me temblaban, pero logré salir de la habitación y me recargué contra la puerta dejando que el torrente de emociones me inundara por fin. Había un recuerdo que se mantuvo escondido de mí desde que regresé al castillo y por un momento esa sensación se había evaporado. La vida había seguido su curso, los días se movían igual que siempre y todo estaba en su lugar. Lysander y yo estábamos por casarnos en unas cuantas semanas, así que ese recuerdo me tomó por sorpresa. Intenté borrarlo tallándome el rostro, pero no desapareció porque no era un sueño, era algo que había sucedido y yo no entendía cómo es que pude ser tan tonto como para olvidarlo. Intenté controlar mi respiración primero lo que ayudó con el temblor de mi cuerpo. Ya que lo había recordado aún podía solucionarlo antes de que Lysander lo supiera. Eso significaba mentirle de nuevo y me odié por hacerlo, pero no tenía otra opción. Necesitaba hablar con Chasydi a solas porque solo ella podría entenderme.
Cuando logré controlarme un poco volví a la habitación y me acosté. Casi de inmediato Lysander se acomodó sobre mi pecho rodeándome con su brazo. No me moví, me aterraba la idea de que si hacía el más mínimo movimiento él descubriría que había algo malo y entonces yo no podría seguir ocultándoselo. No podía dejar que lo supiera porque eso arruinaría todo lo que habían construido.
El resto de la noche no pude dormir porque ese recuerdo seguía dando vueltas en mi cabeza y me culpaba sin parar por no haberlo visto antes. Al amanecer sólo tenía un pensamiento claro: debía detenerlo antes de que sucediera.
🥀
—Gael está vivo.
Chasydi escupió el café que tenía en la boca y tosió por unos minutos. Yo me quedé recargado en la pared con los brazos cruzados y la vista perdida en la familia frente a mí mientras jugaban ajenos a lo que estaba sucediendo, hasta que logró controlarse y me miró como si estuviera demente.
—¿Estás demente? Está muerto, lo vimos morir.
—¿Lo viste de verdad?
—Bien... no, pero el dragón...
—Logró saltar antes de que lo aplastara. Cuando el derrumbe comenzó, él intentó atacarme —exhalé, decirlo en voz alta lo volvía real y yo no podía soportarlo—. La reliquia me protegió, pero también lo protegió a él. Cuando desperté, esa cápsula nos liberó a los dos, él estaba ahí, inconsciente como yo había estado antes, pero por alguna razón mi mente bloqueó esa parte. No podía recordarlo hasta ahora.
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Odjur
FantasySecuela del libro "Kensington" Después de una terrible tragedia, un pequeño Odjur sin clan se encuentra con los reyes más grandes que existen: los Kenginston.