¿Que haz hecho?

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La puerta chirrió ligeramente mientras Megan empujaba con esfuerzo, una gran caja de cartón en sus manos dificultaba su entrada.

-¡Traje una torta de chocolate, Harry! -anunció con entusiasmo, colocando la caja sobre la mesada de la cocina. Se quitó rápidamente el abrigo empapado por la lluvia ligera de fuera y se deshizo de sus botas mojadas, dejándolas ordenadamente junto a la puerta.

Al notar la oscuridad que envolvía el apartamento, frunció el ceño con preocupación. -¿Por qué tienes todas las luces apagadas? -murmuró para sí misma mientras encendía las luces del pasillo y avanzaba hacia la sala de estar, esperando encontrar alguna señal de Harry.

-¿Harry? -llamó con un tono más elevado, inspeccionando la habitación. Sus ojos se detuvieron en la ventana entreabierta, por donde se colaba el frío viento de la tarde. Se dirigió hacia allí para cerrarla, sintiendo el cambio de temperatura más acogedor dentro de la sala. Mientras se acercaba, notó un bulto hundido en el sofá, envuelto en una manta.

-¿Hazz? ¿Te has dormido? -susurró, acercándose con cautela. Se inclinó sobre la figura, extendiendo la mano para mover suavemente el hombro del bulto. -¿Harry? -insistió, esta vez con una nota de urgencia en su voz, sacudiendo su hombro con más decisión al no obtener respuesta inmediata. Su corazón comenzó a latir más rápido, un nudo de ansiedad creciendo en su estómago ante la falta de reacción.

Megan retiró con suavidad la manta que cubría la figura en el sofá, revelando a Harry recostado de forma incómoda, con una botella de whisky firmemente agarrada entre sus manos. Su rostro mostraba signos de fatiga y su respiración era irregular, lo que aumentó la preocupación de Megan de inmediato.

-¿Qué has hecho, Harry? -preguntó con voz temblorosa, mientras apartaba la botella de sus manos con cuidado. Observó a Harry con detenimiento, buscando alguna señal de que estuviera bien. La botella, parcialmente vacía, le daba una pista clara de cómo había pasado las últimas horas.

Sus ojos recorrieron rápidamente la sala, notando la desolación y el desorden que reinaban en el ambiente.

-Harry, por favor, háblame. ¿Estás bien? -insistió, su voz cargada de una mezcla de miedo y preocupación mientras le acariciaba la mejilla en un intento de traerlo de vuelta a la conciencia.

-mhm- gimió ligeramente

Megan palideció al ver el estado de Harry, cuya respuesta letárgica hizo que su corazón se acelerara por la ansiedad. Su mente corría intentando calcular la gravedad de la situación.

-Amor, llamaré a una ambulancia. Vas a estar bien, Harry. ¿Dónde mierda está mi teléfono? -exclamó con desesperación, escaneando frenéticamente la habitación en busca de su móvil.

-mhm, no grites -murmuró Harry con voz débil, haciendo un esfuerzo por incorporarse un poco y mirarla directamente. -Estoy bien.-

Megan se acercó rápidamente a su lado, la preocupación evidente en su rostro.

-Harry, ¿estás seguro? No pareces estar bien -dijo ella, aún agitada pero tratando de mantener la calma para no alarmarlo más.

-Estoy bien, de verdad -insistió Harry, intentando sonreír para tranquilizarla, aunque su expresión era más una mueca que reflejaba el esfuerzo que le costaba incluso hablar.

Megan observó a Harry detenidamente, tratando de leer en su rostro si realmente estaba tan bien como decía o si solo intentaba evitar una visita al hospital. Ella sabía que debía monitorear su estado de cerca, pero por el momento, decidió respetar su deseo de no llamar a la ambulancia, manteniéndose alerta por si su condición cambiaba.

Megan, aún claramente preocupada, ayudó a Harry a estabilizarse cuando él intentó levantarse del sofá, tambaleándose ligeramente.

-¿Qué sucedió? -susurró ella, su voz teñida de preocupación mientras lo sujetaba por el brazo para evitar que cayera. -Dime, por favor, dime qué sucede.

Harry, luchando por mantener el equilibrio y la compostura, miró a Megan con un intento de tranquilidad.

-Nada, me iré a la cama -susurró él, haciendo un esfuerzo por caminar hacia el dormitorio.

Megan, sin soltarlo, lo acompañó lentamente, asegurándose de que no perdiera el equilibrio de nuevo. Sabía que algo grave debía haber pasado para que Harry estuviera en ese estado.

-Harry, soy tu novia, confía en mí -dijo, su voz suave pero firme. -Por favor, dime qué está pasando. ¿Por qué estabas así con esa botella? Necesito entender para poder ayudarte.-

Harry cayó sobre la cama con un gruñido, mostrando una mezcla de frustración y agotamiento. Miró brevemente a Megan, sus ojos oscurecidos por la confusión y el dolor que intentaba ocultar.

-Nada, Megan, no pasó nada que te incumba. Solo fue un mal día, déjame solo. Vete de mi casa -dijo con una voz más dura de lo que pretendía, su respiración entrecortada.

Megan sintió un pinchazo en el corazón ante sus palabras, pero se mantuvo firme, sabiendo que el comportamiento de Harry estaba siendo afectado por algo más profundo que un simple mal día. Se acercó a la cama y se sentó suavemente al borde, cuidando de mantener una distancia respetuosa, pero sin ceder a su petición de dejarlo solo.

-Harry, sé que algo más está pasando aquí, y no me iré hasta que me asegure de que estás realmente bien -dijo ella, su voz llena de cariño y determinación.

-¿Acaso eres sorda? Vete. No te quiero aquí, ¡Dios mío, mujer! Es mi jodida casa y quiero que te vayas -exclamó con vehemencia, su voz cargada de una mezcla de desesperación y enfado.

Megan sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras cortantes de Harry. Su rostro se endureció mientras una mezcla de tristeza y enojo empezaba a brotar. Se levantó lentamente de la cama, su cuerpo temblando ligeramente por la tensión emocional.

-Está bien, Harry. Si eso es lo que realmente quieres, me iré -dijo, su voz quebrada por la emoción. Las lágrimas empezaron a formarse en sus ojos, pero se esforzó por mantener la compostura. Dio un último vistazo a Harry, esperando ver algún signo de arrepentimiento o un cambio de actitud, pero ante su ausencia, se giró y salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de ella.

Caminó por el pasillo hacia la salida, sintiendo cada paso más pesado que el anterior, la tristeza y la frustración entrelazadas en un doloroso adiós temporal.

TRIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora