Ignorar

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Harry no soportaba la idea de ignorar a Megan, mucho menos ahora que no tenía nada más que hacer que estar en casa. Y por primera vez en su vida, odiaba estar de vacaciones. La casa le parecía más un encierro que un hogar, y sus pensamientos giraban en un ciclo de frustración y confusión.

Pero cuando su teléfono sonó, sintió un alivio inesperado, como si alguien hubiera enviado una señal desde el cielo.

—¡Hola hijo!—saludó su madre con entusiasmo al otro lado de la línea.

—Mamá, hola—respondió Harry, su voz todavía teñida de las emociones del momento anterior.

—¿Cómo estás? Hace semanas que no me llamas, ¿está todo bien?—preguntó su madre, su tono lleno de preocupación maternal.

—Todo bien, mamá, ¿tú?—dijo Harry, intentando sonar más animado de lo que se sentía.

—Muy bien, he vuelto a comunicarme con una amiga y nos invitó a su casa en Liverpool. Ira su hijo, que tiene casi tu edad y un par de amigos, quería preguntarte si a Megan y a ti les gustaría ir. Ya que, estás de vacaciones—explicó su madre, ofreciéndole una escapada inesperada.

Era su oportunidad para huir y aclarar su mente lejos de Megan, Louis y Manchester.

—Claro, mamá—respondió Harry rápidamente, casi antes de que su madre terminara de hablar.

—Genial, ¿te parece bien que nos veamos mañana al mediodía en casa? Y salimos de allí.—

—Perfecto, nos vemos entonces—confirmó Harry, sintiendo un peso levantarse de sus hombros al pensar en la posibilidad de un cambio de escenario.

Colgó el teléfono, pensativo sobre cómo esta oportunidad podría ser justo lo que necesitaba para distanciarse un poco y evaluar todo desde una perspectiva fresca y, quizás, más calmada.

Harry pasó la tarde empacando con una mezcla de ansiedad y anticipación. A medida que colocaba cuidadosamente sus cosas en la maleta, su mente divagaba entre todo y nada. Cada prenda de ropa que doblaba parecía traer consigo un recuerdo o un sentimiento relacionado con Megan, haciéndole preguntarse si realmente podía dejar todo atrás, aunque fuera por unos días.

La noche transcurrió lentamente para Harry, lleno de pensamientos y dudas, pero finalmente, el amanecer trajo un nuevo día y con él, un sentimiento de resolución. Se levantó temprano, revisó que su maleta estuviera completa y aw adentro en su auto, encendido el motor camino a la casa de su madre.

Al llegar, encontró a su madre ya lista y visiblemente emocionada por el viaje. Ella lo recibió con un abrazo cálido que solo las madres saben dar, un abrazo que parecía expulsar parte de la pesadez que había estado llevando.

—Buenos días, cariño. ¿Dormiste bien? Te vez algo cansado—preguntó su madre mientras Harry la ayudaba a poner la maleta en el auto.

—Más o menos, pero esta todo bien.—respondió Harry con una sonrisa forzada.

Su madre le dio una mirada comprensiva, como si pudiera ver más allá de su sonrisa.

—¿y Megan? Pensé que iba a venir con nosotros...—

—Tenia muchos exámenes esta semana.— murmura cerrando el baúl.

—Oh, esta bien.— susurra, sin embargo, no profundizó más en el tema, quizás intuyendo que Harry realmente necesitaba este viaje como una distracción.—Vamos a tener un buen viaje, ya verás —dijo ella con optimismo mientras subía al auto de Harry. Una vez dentro, emprendieron el viaje hacia Liverpool, dejando atrás la ciudad y, temporalmente, los problemas que Harry tanto deseaba olvidar.

TRIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora