CXI. LA MARCA TENEBROSA

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Capítulo Ciento Once:
La Marca Tenebrosa

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Siguieron el oscuro camino internándose en el bosque más y más, todavía tratando de encontrar a Fred, George y Ginny. Pasaron junto a unos duendes que se reían a carcajadas, reunidos alrededor de una bolsa de monedas de oro que sin duda habían ganado apostando en el partido, y que no parecían dar ninguna importancia a lo que ocurría en el cámping. Poco después llegaron a una zona iluminada por una luz plateada, y al mirar por entre los árboles vieron a tres veelas altas y hermosas de pie en un claro del bosque, rodeadas por un grupo de jóvenes magos que hablaban a voces.

-Yo gano cien bolsas de galeones al año -gritaba uno de ellos-. Me dedico a matar dragones a cuenta de la Comisión para las Criaturas Peligrosas.

-De eso nada -le gritó su amigo-: tú te dedicas a lavar platos en el Caldero Chorreante. Pero yo soy cazador de vampiros. Hasta ahora he matado a unos noventa...

Un tercer joven, cuyos granos eran visibles incluso a la tenue luz plateada que emitían las veelas, lo cortó:

-Yo estoy a punto de convertirme en el ministro de Magia más joven de todos los tiempos.

-¡Lo que hay que oír! -exclamó Hermione con un resoplido, y entre ella y Harry agarraron firmemente a Ron de los brazos, le dieron media vuelta y siguieron caminando. Para cuando las voces de las veelas y sus tres admiradores se habían apagado, se encontraban en lo más profundo del bosque. Estaban solos, y todo parecía mucho más silencioso.

Fanett miró a su alrededor.

-Creo que podríamos aguardar aquí. Podemos oír a cualquiera a un kilómetro de distancia.

Apenas había acabado de decirlo cuando Ludo Bagman salió de detrás de un árbol, justo delante de ellos, dándole un gran susto a la castaña.

Incluso a la débil luz de las dos varitas, Fanett pudo apreciar que Bagman estaba muy cambiado. Había perdido su aspecto alegre, su rostro ya no tenía aquel color sonrosado y parecía como si le hubieran quitado los muelles de los pies. Se lo veía pálido y tenso.

-¿Quién está ahí? -dijo pestañeando y tratando de distinguir sus rostros-. ¿Qué hacéis aquí solos?

Se miraron unos a otros, sorprendidos.

-Bueno, en el campamento hay una especie de disturbio -explicó Ron.

Bagman lo miró.

-¿Qué?

-El cámping. Unos cuantos han atrapado a una familia de muggles...-comento Fanett.

Bagman lanzó un juramento.

-¡Maldición! -dijo, muy preocupado, y sin otra palabra desapareció haciendo «¡plin!».

-No se puede decir que el señor Bagman esté a la última, ¿verdad? -observó Hermione frunciendo el entrecejo.

-Pero fue un gran golpeador -puntualizó Ron, que salió del camino para dirigirse a un pequeño claro; se sentó en la hierba seca, al pie de un árbol-. Las Avispas de Wimbourne ganaron la liga tres veces consecutivas estando él en el equipo.

Se sacó del bolsillo la pequeña figura de Krum, lo posó en el suelo y lo observó caminar durante un rato.

Como el auténtico Krum, la miniatura resultaba un poco patosa y encorvada, mucho menos impresionante sobre sus pies que montado en una escoba. Fanett permanecía atenta a cualquier ruido que llegara del cámping. Todo parecía tranquilo: tal vez el jaleo hubiera acabado.

Best Of Me - Harry Potter Pt. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora