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Siento ir tan lenta pero tengo otra cosilla por ahí, a medias desde hace muchos años, que estoy editando y valorando si publicarlo de nuevo ( ¿cómo veis un AU hipermega dramático?)

Gracias por leer, votar y comentar. 

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Diciembre. Año 4.

Estaba nerviosa, pero nerviosa en el buen sentido, en ese que las mariposas bailaban en su estómago con anticipación. Volvió a consultar la hora en su teléfono móvil y contó de nuevo los minutos que le faltaba al tren para llegar a Nueva York.

Este último mes no había sido nada fácil para Regina, la crisis entre los reinos de Kathryn y Aurora había sido más difícil de gestionar de lo esperado, lo que le había supuesto el traslado de su residencia al Bosque Encantado durante semanas. Y el vivir en su palacio le había hecho sentirse más sola de lo que se había sentido en años.

Aunque en el sentido estricto de la palabra no había estado sola puesto que David había estado allí tanto como ella, por lo que habían sido un gran apoyo el uno para el otro, pero sí que había sido imposible ver a Emma o a Henry.

Emma no volvió a visitarla después de que Snow la enfrentase tras la noche que fueron al festival en la aldea. Por lo visto su desaparición había puesto en alerta a una Snow que siempre había sido más lista de lo que aparentaba. Y esto se agravó cuando David le contó acerca de que un guarda decía haberla visto en el Bosque Encantado y comentó de pasada el hecho de que Regina esa noche no había dormido sola.

Regina había aceptado esta situación; el estar sin ver a Emma durante semanas sólo porque esta había entrado en pánico ante el hecho de que fuesen descubiertas. No podía negarse que el ser un secreto le dolía, pero no quería presionar a la salvadora de aquella manera, Emma debía hacer las cosas a su modo, según sintiese. Ella había aceptado ser la otra por mucho desagrado que le causara la palabra y ahora simplemente estaba sumida en una tormenta de sentimientos de la cual no podía huir.

Por lo menos había encantado unos espejos, lo que permitió que David pudiese estar cerca de su familia y ella de Emma y Henry, el cual no había ido de visita alegando que estaba muy ocupado con unos cursos a los que se había apuntado, aunque, según Emma, estaba segura que se debía a alguna chica.

Pero bueno, ahora ya no iba a estar más sola, por suerte los reinos habían llegado a un acuerdo gracias a que tanto Aurora como Kathryn habían ejercido de soberanas ignorando a los carcamales de sus padres. Así que ahora los tres territorios eran titulares de la explotación de la mina a partes iguales pero el lugar en disputa seguiría actuando como un ente independiente a cualquiera de los dos reinos.

Como la crisis se había solventado apenas un día antes al baile del Solsticio de Invierno, Regina se quedó allí para el evento pero en cuanto terminó se largó en el portal más cercano hacia Storybrooke porque había quedado que la Navidad la pasaría con Emma, Henry y Hope en Nueva York.

Al principio había sido reacia a meterse en plenas fiestas navideñas en la gran manzana, porque el ajetreo de la gran ciudad no era algo que le encantara , pero tanto Emma como Henry le habían insistido en que era una oportunidad única para pasar tiempo juntos como personas corrientes y molientes, sin tener magia ni pertenecer a ninguna familia real, simplemente pasando desapercibidos entre el resto de mortales.

Así que ahí estaba , en un tren que la llevaba a Nueva York, dispuesta a pasar unos días con las personas que más quería en el mundo. Se moría por verlos, pero sería hipócrita si no reconociese que ahora mismo sus mariposas se debían principalmente a Emma, la cual no dejaba de mandarle mensajes diciéndole todas las cosas que le gustaría hacerle (y que por motivos obvios no podría) cuando se encontrasen en la estación.

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