Tempestad

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Siento haber tardado tanto en actualizar esta historia pero es que "Ese año" me ha robado el tiempo y la energía (si no lo habéis hecho aún, id a leerla :)). 

Muchas gracias por leer y votar. Y si ya comentáis me hacéis el corazón más feliz.

Espero que os guste.

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El problema de toda su historia era que no podía mantenerse ajena al mundo eternamente, porque no eran las únicas implicadas

Enero. Año 5

Regina estaba medio adormilada mientras permanecía recostada en el cuerpo de Emma que estaba colocada detrás de ella. El baño relajante en el que llevaban metidas más de media hora le estaba viniendo estupendamente, además ayudaba que la rubia le acariciara el estómago de manera rítmica mientras dejaba pequeños besos por su cuello y espalda.

—¿A qué hora tienes que recoger a Hope de la fiesta de cumpleaños?— preguntó paseando las manos por el agua, calentándola para impedir que bajara de temperatura.

—Tengo una sorpresa para ti.

—¿Hmm?

—Es una fiesta de pijamas, así que hoy me quedo contigo toda la noche.

Regina sonrió ampliamente y agarró una de las manos de la salvadora para besarla.

—¿Y qué vas a querer cenar?

—¿Aparte de a ti, dices?

Los labios de Emma comenzaron a mordisquear su cuello y lóbulo de la oreja. Salieron de la bañera con intención de terminar lo que las caricias fugaces habían comenzado, cuando el sonido insistente del timbre las detuvo.

—Qué raro...—comentó Regina colocándose un albornoz —quédate aquí— dijo mirando a Emma que se había sentado en el borde de la cama.

El sonido del timbre no cesaba, así que bajó las escaleras lo más deprisa que pudo.

— ¡David!— dijo al abrir y encontrarse con el hombre —¿Qué ocurre? — preguntó cuando se percató del gesto preocupado que traía.

—¿Sabes dónde está Emma?

—¿Emma?¿sucede algo?

—Llevamos una hora llamándola, incluso hemos ido a su casa y no la hemos encontrado. Hope ha tenido un accidente en la fiesta y Snow está con ella en el hospital.

De pronto unos pasos apresurados se escucharon a su espalda y la sheriff apareció en el hall completamente vestida pero con el pelo recogido en una coleta mal hecha.

David cambió la mirada de Regina y su albornoz a Emma y su pelo despeinado.

—¿Qué ha pasado? —preguntó la rubia con el terror reflejándose en sus facciones.

—Se ha caído y no estamos seguros de si se ha roto la muñeca.

—Voy con vosotros— dijo Regina cambiándose dentro de una nube de humo morado.

—No, porque no podremos estar todos dentro. Te llamo luego, ¿vale? — Emma apoyó la mano suavemente en su brazo.

Regina asintió pero no estaba muy conforme con quedarse en casa esperando. Horas después recibió una llamada de Emma en la cual le explicó que no había rotura, que solo había sido un esguince.

—¿Quieres que vaya a veros? — preguntó no demasiado convencida porque desde que había comenzado su romance con Emma no había pisado la vivienda que esta compartía con su marido.