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Sé que es día de publicación de Regresar pero, ahora mismo, no puedo sacarme esto de la cabeza, dadme un poco de tregua.

Notas para esta historia:

-He creado una línea temporal para no liarme y lo iré indicando en cada capi en qué lugar estamos: El año 0 se corresponde con el nacimiento de Hope y la coronación de Regina; en el año 4 tiene lugar el suceso por lo que lo que el prólogo ( y las introducciones a futuros capítulos) se da en el año 5.

-La historia tiene lugar después de la coronación de Regina, la cual sucede sin haber habido ningún salto temporal, por lo que Henry ha crecido "normal". Digamos que a excepción de la coronación y el embarazo de Emma, la temporada 7 no existe. 

-Espero haberme explicado bien.

Me gustaría mucho leer vuestras opiniones del comienzo de esta nueva historia.

Gracias por leer ❤️

—-

Junio. Año 0.

Regina necesitaba un descanso, su capacidad de interaccionar socialmente estaba a punto de terminar.

Entendía perfectamente que todos los invitados del baile quisiesen darle la enhorabuena por su coronación, pero su amabilidad ante cada felicitación estaba pasando a pasos agigantados de ser genuina a completamente fingida.

Salió al balcón más cercano, cuando la irritación llegó al punto más álgido que podía soportar ,tras un baile con un embajador del reino de Arendelle.

El aire de la noche del Bosque Encanto traía la fragancia de la alameda que se extendía a los pies del castillo y deseó que la orquesta parara de tocar unos minutos para dejarse envolver por la quietud que se extendía ante sus ojos.

Storybrooke era más cómodo pero el observar el millón de estrellas que iluminaban la oscuridad nocturna de ese paisaje de cuento, le hacían plantearse si no era mejor vivir entre semejante belleza aunque tuviese que usar orinal.

—¿Huyendo de tu fiesta, Regina?

Se sobresaltó al escuchar la voz de Emma que provenía de la parte más escondida de la terraza.

—¿Me creerías si te digo que ahora estaba pensando si merece la pena renunciar al inodoro por vivir bajo este cielo?—dijo acercándose al lugar en el que estaba la Salvadora.

—¿Tras casi 40 años estás dispuesta a dejar la red de alcantarillado público y las duchas calentitas?— Emma la miró alzando una ceja con un codo apoyado en la barandilla.—Si tienes mono de estrellas te subes al monte o te vienes los fines de semana hasta aquí. Ahora hasta donde llegan los ojos son tus tierras, puedes ir de un sitio a otro sin que nadie se atreva a rechistar.

—Supongo que prefiero la tecnología.— Regina se apoyó en la baranda al lado de Emma.

—Chica lista.

Se quedaron observando el horizonte apenas salpicado por algunas luces que se correspondían con aldeas cercanas.

—¿Crees que te estarán buscando? — preguntó Emma.

—Es muy probable que tu madre ya haya mandado a unos cuantos guardias en mi búsqueda, pero un baile más con algún anciano sobón y te juro que mi título de reina buena pasará de nuevo a reina malvada en un abrir y cerrar de ojos. ¿Y tú qué haces aquí?

—Descansando de la maternidad durante unos minutos, gracias.

—¿Está siendo difícil?— Regina dirigió los ojos al perfil de la rubia que seguía mirando hacia la oscuridad.

—Hope es un bebé y me absorbe todo el tiempo. Antes hemos llegado tarde porque me ha vomitado el vestido antes de salir; por eso llevo la chaqueta.

La reina miró divertida la chaqueta de cuero roja, lo cierto es que le daba un punto al atuendo y le gustaba porque siempre había sido el sello de Emma.

—¿Te sientes distinta?—Le preguntó la Salvadora ahora con los ojos fijos en ella.

—¿Distinta?

—Sí, oficialmente la gente te ha aceptado— la rubia se encogió de hombros.

—Es un reconocimiento, claro está. Y me siento orgullosa de tenerlo, pero los que me importáis sabéis que lo que cuenta es lo que con los años ha cambiado aquí- se señaló el corazón y Emma asintió expresando su conformidad.

—Yo estoy muy orgullosa de ti— colocó una mano sobre la suya.

—Yo también de ti, de nosotras. Mira dónde empezamos y dónde estamos. Gracias por no rendirte conmigo, Emma.

—Siempre me ha gustado chincharte— Emma sonrió de forma pícara—. Eres una gran amiga, Regina. Siempre lo has sido— enlazaron las manos y las dejaron reposar sobre la baranda.

—¿Siempre? Te he querido matar más veces de las que puedo recordar.

—Pero no lo has hecho, porque me tienes cariño.

Su respuesta a la afirmación de Emma fue un apretón en las manos que permanecían unidas.

—¿Puedo confesarte algo?-Regina asintió.— Cuando nos conocimos tuve una especie de flechazo contigo.

Le dio un vuelco el corazón pero actuó como si no pasara nada.

—Emma, literalmente te quería matar.

—Ya, pero había veces que solo pensaba en cómo sería besarte.

Regina comenzó a reírse.

—Estás loca. Cuando nos conocimos nos odiábamos y luego pasamos a ser una especie de amigas barra compañeras de aventuras y desdichas.

Apartó la mano de la de Emma porque esa cercanía unida a la confesión de la Salvadora la estaba poniendo un poco tensa.

—Bueno, eso no quita que no haya pensado muchas cosas a lo largo de los años.

—¿Muchas cosas?— Regina no daba crédito a las palabras de Emma. Estaba claro para todo el mundo que su relación no era solo una simple amistad, por el tema de que compartían un hijo y de que se habían pasado una década arriesgando la vida la una por la otra. Pero nunca creyó que Emma se fijara en ella de una manera sexual o romántica.

—Muchas veces he pensando en besarte. A veces, aún lo pienso.

Regina dio unos pasos hacia atrás, para alejarse de Emma con una sonrisa nerviosa pintada en la cara. Le temblaba el labio.

—Creo que el estar cansada por Hope te está haciendo delirar. Vamos a olvidar este tema, ¿vale?

—Como quieras— Emma se apartó de la barandilla y pasó al interior del castillo sin decir nada más.

Regina nunca se había planteado si ella también había querido besar alguna vez a Emma.

Se había pasado años sorteando los obstáculos de su relación con la Salvadora de manera que, al final, nunca se había tomado tiempo para considerar si ese instinto de protección que sentía hacia Emma sobrepasaba la amistad o su relación como madres de Henry.

Pero la confesión de Emma había sembrado una semilla de duda en su interior acerca de sus sentimientos y Regina sabía que, por mucho que intentase hacer como que esa conversación no había tenido lugar, probablemente todo había cambiado.

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