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MARZO. AÑO 5

La lengua perezosa de Emma sobre su yugular la tenía sumida en un estado que oscilaba entre la relajación y la excitación. Regina se acomodó mejor de lado, quedando cara a cara con Emma, para así poder atrapar sus labios.

La salvadora respondió lentamente al beso mientras colocaba una mano en su trasero a la vez que enlazaba las piernas con las suyas. Sus bocas se movían de manera lánguida, permitiendo encontrarse sin prisas, sin el apremio del deseo ya hartamente saciado en las últimas horas.

Regina sentía cómo le pesaban los párpados pero no podía permitirse dormir porque en apenas dos horas comenzaría el baile del equinoccio de primavera y, dentro de poco, su equipo vendría a prepararla.

—Ha sido un acierto total el que decidieras venir un día antes al Bosque Encantado —murmuró Emma separándose ligeramente de la boca de la reina.

—Ha sido un acierto que hayas podido transportarte hasta aquí —la reina pasó los dedos por las cejas claras que tenía enfrente.

—Ha sido un acierto que sepas cómo ralentizar el tiempo dentro de esta habitación.

—Tengo muchas habilidades.

—Lo sé y adoro todas y cada una de ellas —la sheriff se colocó sobre Regina y volvió a besarla —. Tengo que irme, que aunque no dudo de tus capacidades, estoy segura de que en Storybrooke hace más de cinco minutos que salí a por un café. Espero que nadie me vea en el portal.

—¿Quieres que te modifique el aspecto?

—No, estaré bien.

La salvadora salió de la cama y comenzó a vestirse sin despegar los ojos del cuerpo desnudo de la reina que seguía plácidamente tumbada en medio del enorme colchón de sus aposentos del castillo.

—Te veo luego —volvió a decir Emma ante de desvanecerse en medio de una nube de humo claro.

***

Como en todos los bailes oficiales, Regina no paraba de hablar con unos y con otros. Por suerte, esta vez contaba con Henry como acompañante, así que le era mucho más ameno compartir conversaciones estando su hijo a su lado.

Aún así, aunque la velada le estaba resultando mucho más interesante que en ocasiones anteriores, le resultaba hartamente difícil no desviar continuamente los ojos hacia Emma. Ataviada con un vestido rojo y con el largo pelo rubio cayendo en ondas por la espalda semicubierta, la salvadora estaba espectacular. Muchas veces Regina se preguntaba si ese pálpito de deseo que sentía cada vez que la veía, algún día se desvanecería.

—La vas a desgastar —dijo Zelena colocándose a su lado .

Regina torció el gesto ante el comentario de su hermana.

—No empieces.

—Tengo que decir a tu favor que tienes bastante buen gusto en lo que refiere al aspecto de tus amantes —Zelena cambió la mirada de Emma a Yassim que iba directamente hacia ellas.

—Cállate —gruñó.

—¡Siempre es un gusto venir al Bosque Encantado para encontrarme con tan agradables damas! —Yassim se inclinó ante Regina y Zelena, haciendo que esta última sonriera como una adolescente.

—El gusto es nuestro —respondió la pelirroja apartándose la melena con coquetería.

El descaro de su hermana ante el embajador de Agrabah hizo que Regina frunciera el ceño; ya no estaba interesada en Yassim pero le resultaba inquietante que Zelena flirteara tan abiertamente con él. Por suerte Yassim no parecía tener más interés en otra persona que en la reina.

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