Capítulo 13

71 9 11
                                    

Chris y yo estamos entrando en Ratisvena junto a los cuatro guardias que nos asignaron, que van vestidos de civiles. Intentamos convencer a nuestros padres de que nos permitieran viajar acompañadas de sólo dos hombres, pero desde el principio se negaron en rotundo. No quisimos insistir demasiado para que no se arrepintieran de dejarnos ir, así que no nos quedó más remedio que acatar su decisión.

Quedo completamente maravillada con todo lo que veo. Llevamos siendo testigos del paisaje nevado desde hace algunos días, en todos los campos, caminos y pueblos que hemos atravesado. Sin embargo, este es sin duda de los mejores que hemos visto. Absolutamente todo está cubierto de una capa bastante ancha de nieve, que supongo que irá aumentando conforme avancemos hacia el norte del reino.

Las aceras, calzadas, bancos, arbustos y demás construcciones pequeñas no son visibles siquiera. Las ramas de los árboles desnudos se tambalean por el peso de la nieve sobre ellas, pero lo más hermoso sin duda es el sinnúmero de casas con los tejados cubiertos. El conjunto le da un aire mágico y hermoso a la ciudad, a pesar del frío helador que la domina.

En Cráteris es bastante difícil que nieve, pues el tiempo que suele hacer en estas fechas no da para ello, no suele hacer el suficiente frío. Sólo ocurre en las zonas más altas del reino, pero en ellas vive muy poca población debido a su difícil acceso. Aún así, a veces ha sucedido en la capital también, pues recuerdo que pasó una vez cuando era niña. Salimos al jardín y la nieve me llegaba hasta los muslos. Fue muy especial porque era algo a lo que no estaba nada acostumbrada.

Después de esa ocasión no volví a verla, porque la nieve en Savyrgo sí que es imposible, especialmente en la zona en la que vivía con mis tíos. Los inviernos eran demasiado suaves allí.

Me abrazo a mí misma para combatir la sensación de congelación que me avasalla. Creo que nos hemos abrigado lo suficiente para estar en un sitio así, pero hace una brisa gélida que empeora la sensación, especialmente en el rostro. Siento cómo se me hielan los labios y la nariz, además de que tengo las manos entumecidas, a pesar de tenerlas cubiertas por guantes.

El frío evidentemente no es problema para las personas que hay aquí, porque conforme nos vamos adentrando en la ciudad el flujo es cada vez mayor. La mayoría se dirigen hacia el mismo sitio, supongo que a la zona céntrica, pero los guardias nos obligan a buscar el alojamiento primero.

-¿Qué vamos a hacer?- Le pregunto a Chris en un susurro, mientras uno de los hombres pide habitaciones a la mujer de la recepción de una posada de buen nivel. -Estos no nos van a perder de vista.

-Aquí no, pero tenemos que conseguir que les sea más difícil vigilarnos.

-En la aglomeración del centro lo sería- Es la única opción que se me ocurre.

-Exacto. Quizás podamos... Escaparnos- Propone.

-En el caso de que lo consiguiéramos... La bronca a la vuelta sería de época.

-La bronca nos la vamos a llevar de todas maneras si queremos ir a Stratos- Me recuerda. -No hay manera de que salgamos bien paradas de esto. Si quieres ver a tu novio, ese es el precio a pagar.

-No es mi novio- La corrijo enseguida. -No sé de dónde te sacas eso.

-Bueno, tu casi novio.

-Tampoco.

-Te encantaría que lo fuera, no lo niegues- Sonríe con picardía.

-No, porque los novios están enamorados y nosotros no lo estamos.

-Estás a punto de hacer una locura por él, pero no, no estás enamorada- Rueda los ojos.

-Yo...

Soy interrumpida por la voz de un guardia, que nos avisa de que ya podemos subir a nuestras habitaciones para instalarnos. Chris y yo compartimos una, así que dejamos allí todo lo que sea prescindible, pues no vamos a volver a por ello. El resto lo guardamos en los bolsillos del abrigo, y luego apretujamos todas las mudas de ropa en el bolso grande de Chris. Se van a quedar bastante arrugadas, pero tendrá que servir.

El linaje maldito (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora