México
Odio a Lynch, y mucho.
Más allá de que se me queda mirando raro y de que puso las sillas verdes hasta adelante del salón.
Descubrí que no lo odiaba por eso, si no por el tipo de exámenes que hacia.
Ya había pasado un mes desde que se volvió mi maestro de historia, un mes donde ya habíamos visto la cuarta parte de la historia del continente.
Lynch había avisado que pondría examen proto, creí que sería un examen para finales del segundo trimestre, pues no llevamos mucho conociendolo, pero resulta que adelantaron las fechas para la entrega de calificaciones del primer trimestre así que aquí estoy.
Otro miércoles apunto de hacer un examen para el que ni siquiera estudie.
Mi madre y yo nos levantamos tarde, Japón ya estaba en la escuela y yo apenas si alcancé a entrar; corrí medio rápido hasta llegar al salón 5, toque la puerta y me senté en mi silla, ahora colocada a un costado del escritorio de Lynch.
Él esperaba a más alumnos que llegarán tarde, por lo que en su espera, se sentó en su escritorio, abierto de piernas, moviéndolas como niño chiquito.
Mi pie empezó a temblar del nerviosismo y él lo noto.
—¿Estás ansioso?—me pregunto.
Asentí con la cabeza.
—Nah—me guiñó un ojo—, vas a pasar, te gusta la historia...
No tuve tiempo de responder, pues tocaron la puerta dos de mis compañeros.
—Les voy a poner retardo—aviso. Ellos asintieron y pasaron—. Bien hoy es día de prueba, solo saquen lápiz y lapicero... Solo le daré examen a quien tiene derecho, recuerden, si tienen más de tres retardos y más de dos faltas se quedan sin derecho a examen.
Empezó a repartir sus hojas llenas de información, no podia creer en una hoja tamaño carta cupiera tanta información.
Lynch termino de repartir y llegó a su escritorio, tomó sus hojas pero se percató de que no tenía algo.
—México. Préstame un lapicero—pidio él.
Rápidamente saque el mejor lapicero que tenía, un azul, mi lapicera era un asco y mayormente todos mis lápices, gomas y hasta lapiceros estaban manchados del carbón del lápiz o algo así.
Se lo di y me agradeció.
Cuál gracias, qué no tiene los suyos o que.
Deje eso de lado y empecé a contestar, bastante fácil a mi parecer aunque unas no las sabia, la mayoría si, solo esperaba tener éxito en esto.
Lynch termino de pasar lista y como rayo, tomo una banca vacía y se sentó a lado de mi.
Observo lo que hacía, me puse sumamente incómodo, solo hasta que me ordenó:
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The Teacher °Usamex°
Science FictionMéxico descubrirá la repugnancia que le da cada vez que su maestro lo halaga y hace comentarios fuera de lugar con respecto a él. *** Los halagos por parte de un maestro a un alumno son un sentimiento inexplicable, unos pueden sentir que están en la...