Killing me slow

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Como una plaga, Tyler parecía dispuesto a infestar su vida con su repertorio de sonrisas cálidas y miradas dulces.

La mañana después de la fiesta, encontró al chico en el café que solía visitar. Merlina acababa de sentarse y abrir su libro cuando él se sentó frente a ella.

— Estabas en la fiesta de ayer — le dijo esbozando su primera sonrisa sacada de un entrenamiento de calidad al cliente.

— Junto con cincuenta personas más. — respondió sin apartar su mirada del libro.

— Eres la chica de Thorpe, ¿no?

Merlina lo apuñaló con sus ojos, pero por alguna razón su mirada más amenazante no lograba el efecto deseado.

— Si crees todo lo que publica Enid en su mediocre blog, eres más iluso de lo que aparentas.

Tyler juntó sus cejas, visiblemente confundido.

— De hecho, es lo que decía Thorpe antes de que llegaras. No paraba de hablar de como él sirvió de pieza clave para tu rescate.

— Todo lo contrario—dijo Merlina, cerrando el libro con fuerza y dejándolo a un lado — Si él no hubiera intervenido, me habría liberado sola. Sin la necesidad del escandalo y muertes que su "ayuda" aportó. Razón por la que ahora estas atrapado en Jericó. En segundo lugar, los comentarios de Xavier solo demuestran su poco capacidad cerebral para entender una negativa directa... o indirecta.

Inclinó su cabeza para enfatizar sus palabras y casi podía ver como trabajaba el cerebro de Tyler. Sus cejas se juntaron y una delgada línea se dibujo entre ellas.

— Ok — dijo visiblemente incomodo. Palmeó su pantalón y se levantó lentamente —Entiendo. Supongo que nos estaremos viendo... o no. — murmuró al final.

Tyler desapareció ese día de la cafetería, pero no fue la única vez que lo encontró.

Si tenia que ser sincera, no es que existieran muchas distracciones en Jericó. El Veleta era un café bastante popular y era el único que ella toleraba. Además, el ambiente permanecía frio y en aquel verano era casi como un oasis en el desierto. Merlina solía ir casi todos los dias, tomaba su café -un quad, siempre- y leía por al menos una hora antes de regresar a casa.

Tyler aparecía antes o después.

No le dirigía la palabra, pero siempre se sentaba opuesto a ella de manera que siempre estaba en su vista periférica. Sacaba su portátil, sus audífonos y de tanto en tanto le lanzaba miradas no tan discretas. Cuando Merlina le regresaba la mirada, le sonreía tímidamente y él estomago de Merlina se revolvía.

Una semana después, Merlina escuchó la campanita del Veleta sonar cuando la puerta se abrió. Ni siquiera necesitaba alzar la vista, al parecer su estomago había desarrollado un especie de sexto sentido que le avisaba cada vez que el chico estaba cerca. Sin embargo, ese día una risa conocida rompió su rutina.

Cuando Merlina alzó la vista, miró como Tyler y Divina se sentaban en una de las butacas. Uno junto al otro.

La sonrisa de Tyler era grande y confiada, y sus ojos verdes brillaban como las hojas con rocío. Divina le susurró algo al oído y las risas volvieron a resonar entre las claustrofóbicas paredes del café.

De inmediato, Merlina cerró su libro y se levantó.

No lograría leer con aquel escandalo y su café de ese día era especialmente deficiente, apenas pudo beber la mitad -se dijo, mientras avanzaba a grandes zancadas.

La puerta del Veleta volvió a abrirse y Enid apareció frente a ella.

— ¡Merlina! Pensaba pasar por tu casa esta tarde. Tendremos noche de pelis, ¿vendrás?

— Solo si es de terror.

Enid soltó un quejido dramático.

— Pero te tendrás que quedar hasta que me quede dormida. Ocho en punto, no llegues tarde.

Enid se unió la mesa de Tyler y Divina. Y cuando Merlina miró sobre su hombro, notó como Tyler la observaba detenidamente con una sonrisa maliciosa en su rostro. 

Cruel Summer #WylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora