El Príncipe NuNew Chawarin estaba a meses de tomar el trono y convertirse en el rey legítimo de Ulsang. Pero primero necesitaba celebrar su anhelada mayoría de edad para que la coronación pudiese llevarse a cabo.
Para su mala suerte, justo a mitad...
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El Príncipe Heredero se había quedado dormido después de haber cambiado los vendajes del Capitán una última vez, demasiado exhausto como para continuar velando el sueño de Zee Pruk a altas horas de la madrugada. Su cuerpo había estado tan cansado que NuNew ni siquiera se sintió incómodo al recostarse en el pequeño diván, o quizás la falta de incomodidad se debía a que se había acostumbrado a dormir en él durante cuatro días seguidos.
Pero fuese la razón que fuese, NuNew cayó dormido profundamente nada más acomodarse sobre aquel estrecho mueble.
Sin embargo, su largo sueño tuvo que ser interrumpido un par de horas más tarde, pues tuvo que removerse sobre la superficie en cuánto la incomodidad en su cuello fue demasiado evidente como para ignorarla. Sin abrir los ojos, trató de buscar una mejor posición para aligerar el malestar, pues el aroma en el aire era tan suave y reconfortable que le arrullaba e instaba a seguir durmiendo.
Se estiró sobre el diván y cambió la posición de su cabeza para aliviar la tensión en sus cervicales, mientras se acurrucaba de lado y rodeaba sus rodillas con sus brazos para mantener un poco de calor en su cuerpo, pues no tenía ni una manta que le resguardara del fresco viento matinal. Así, estando más cómodo en su nueva posición, suspiró contento y relajó su cuerpo de nuevo para volver a sumirse en el mundo de los sueños. Sin embargo, el ruido de una tos seca llamó su atención a pesar de que tenía la mente nublada por la bruma del cansancio y el sueño.
Abrió solo uno de sus ojos para echar un vistazo alrededor del camarote, su vista todavía seguía algo borrosa cuando inspeccionó cada rincón de la habitación pero lo volvió a cerrar cuando se posó sobre la figura del Capitán que permanecía sentado sobre la enorme cama.
Ah, el Capitán había despertado.
Soltó un suspiro nasal lleno de pereza y presionó su mejilla contra la suave gamuza que forraba el diván, sintiendo como el sueño volvía a abrazar su cuerpo para...
¡¿El Capitán había despertado?!
Sus ojos se abrieron de golpe y su cuerpo se levantó de su lecho como un resorte de un solo salto, mientras parpadeaba rápidamente para acostumbrar sus ojos al cambio de iluminación tan abrupta y alejar los restos de somnolencia que hacían pesar sus párpados.
—¡Capitán, ya despertó! —masculló con voz ronca, luego de enfocar su borrosa mirada sobre el hombre que permanecía completamente despierto y sentado sobre la enorme cama.
Sin evitarlo, se sonrojó, pues al verlo ahí totalmente consciente su mente se llenó del recuerdo de aquel efímero beso –si es que ese choque de labios accidental podía ser llamado así– como un incansable fantasma. Uh, no había podido apartar ese incidente de su memoria desde el día anterior, siempre regresando a su cabeza cada que se descuidaba.
—Vaya, hasta que por fin despiertas, Principito —rió Zee Pruk, con ese tono condescendiente que NuNew tanto odiaba.
El sonrojo del príncipe desapareció al escucharlo y un sentimiento agrio llenó su corazón al reconocer la mirada desdeñosa en los ojos negros del Capitán que tanto lo caracterizaban, sintiéndose decepcionado de encontrarse de nuevo con aquella faceta de superioridad que había conocido de él en su primer día como prisionero del Lady Domundi.
