012: Tierra firme

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Los largos e interminables pasillos blancos del castillo siempre fueron perfectos para correr

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Los largos e interminables pasillos blancos del castillo siempre fueron perfectos para correr. New amaba corretear a través de ellos, escondiéndose de sus cuidadoras detrás de los anchos pilares, saltando por allí y por allá y tocando todo lo que llamaba su atención.

Sin embargo, en ese momento estaba corriendo a través de los pasillos por otra razón.

Podía sentir a alguien corriendo detrás de él, escuchaba una voz gritando su nombre, pero la adrenalina del momento impedía que pudiese reconocer al dueño. Solo sabía que debía correr, correr, correr hasta que llegara a su escondite secreto y que nadie pudiese sacarlo de ahí.

Le dolían las piernas, el pecho le ardía con cada respiración que daba después de correr tan rápido y por tanto tiempo. Pero, por sobretodo, le dolía todo el cuerpo.

No entendía lo que estaba pasando, esa mañana se había despertado un poco enfermo y sus padres simplemente habían decidido que llamarían al médico real por la tarde. El desayuno había sido normal, New había comido muchos pastelillos a pesar de ser demasiado temprano para ingerir dulces, pues nadie se atrevía a negarle algo, ni siquiera sus padres, ya que era el lindo y pequeño príncipe heredero que todos en el castillo Perdperiyawong consentían.

Sin embargo, todo empeoró cuando la tarde arribó. New comenzó a sentirse cada vez peor, la fiebre volviéndose tan alta que incluso sentía su boca caliente y reseca. Pensó que sus padres mandarían a hablar al médico real con rapidez cuando se los informó, pero todo lo que obtuvo fue un llanto desconsolado de su madre y un silencio frío de su padre.

New creyó que quizás había contraído una enfermedad mortal, ya había escuchado de algunas pocas que estaban azotando a los pueblerinos en esa época del año.

Después de eso no lograba recordar mucho, solo sabía que todo le dolía, que estaba sudando muchísimo y que tenía ganas de vomitar por el dolor en su pancita. En algún momento el médico llegó y New no supo por qué, pero su primer instinto fue correr lejos.

Así que ahora allí estaba, corriendo todo lo que sus cortas piernas le permitían mientras trataba de no sollozar tan alto por el insufrible dolor de cabeza. No quería ver al doctor. No quería escucharlo decir que iba a morir. No quería ver a su madre llorar más por culpa de su extraña enfermedad.

—¡Joven Príncipe Chawarin! ¡No corra, puede caerse!

Pero el príncipe Chawarin no escuchó, simplemente aceleró su paso y se lanzó detrás de un pequeño hueco detrás de una pared. Aquel era su escondite favorito, nadie lo había descubierto aún gracias a que un enorme tapiz lo ocultaba, además de que estaba ubicado en el pasillo de las armaduras, ese pasillo que casi nadie visitaba, solo los guardias de vez en cuando.

—Duele, duele, duele —sollozó el príncipe, mientras llevaba sus pequeñas manos a su cabeza, pues el dolor era tan intenso como si estuviesen golpeándole con un mazo.

through the sea | zeenunewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora