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-Buenos días- dijo Alexander. -Cuéntame como ha ido- dijo acercándose a darle el desayuno después de la revisión del doctor.

-Dicen que van a llevarme a quirófano para arreglarme la nariz. Anoche no podía respirar- dijo. -Estoy un poco nervioso, sé que no tiene riesgos pero me gustaría que quedase igual y...

-Sí, lo entiendo. Es normal, tranquilo. ¿Te han dado hora?

-Sí las once, de hecho, no debería desayunar.

-¿Por qué no me han dicho nada?- Preguntó Alexander dejando la bandeja.

-Lo acaban de decidir- respondió y Alexander asintió. -¿Puedes acompañarme tú?

-¿Acompañarte? ¿Yo?- Preguntó y John asintió. Estaba muy seguro de ello, así que en un par de horas estaban esperando a que la anestesia hiciese efecto. -Cuando despiertes habrá llegado tu familia- dijo Alexander con una sonrisa.

-Diles que estoy bien- afirmó mirando al pelirrojo. -Gracias por cuidarme- dijo John.

-Sabes que es mi trabajo.

-Tu trabajo solo es asegurarte que como y que tengo medicamento, pero eres agradable conmigo- afirmó -Me gusta que estés aquí. Me agradas. Me alegras los días y la vida- murmuró cerrando lo ojos. -Te quiero un poquito, pero tú no lo sabes. ¿Y cuando vengan mis padres me vas a prestar la misma atención? Te echaré de menos si no lo haces y me pondré un poquito triste porque te quiero y no quiero que no me quieras querer porque quieres quererme y no quieres y... ¿qué?

-Tienes sueño, ¿verdad?- Preguntó acariciando su mano. Estaba un poco sonrojado pero no era el primer paciente con anestesia que decía esas cosas o cosas peores. -¿Quieres que contentos hasta cien?

-Vamos tarde al café porque se nos hace hora de cenar y era para la merienda- dijo -y no vamos a cenar mucho café y beber macarrones temprano porque me entra el hambre antes de dormir. ¿Tienes hambre? Yo mucha.

-Cuando despiertes comerás. Venga, contemos hasta cien- dijo Alexander y no le hizo falta porque John se había dormido.

Pasó el resto de la mañana con Lafayette. Alexander suspiraba y estaba desesperado por verlo. Lafayette le hacía burla por eso, pero ambos se reían dea situación. -He encontrado más anuncios suyos en mis revistas. Es tan hermoso- dijo Alexander. -Pensaba que hombres así no existían.

-Menos mal que lleva la cara hecha un cristo o ya te enamoras.

-¿Sabes que me ha dicho cuando estaba anestesiado? Que me quiere un poco. ¿Crees que lo dice en serio? ¿Verdad que no?

-Hombre, no creo. Está anestesiado.

-Me ha dicho que le gusta que le cuide, es tan tierno- afirmó Alexander y entonces vio a dos personas entrar y acercarse a ellos. -Hola, ¿en que puedo ayudaros?

-Veníamos a ver a nuestro hijo- dijo la mujer -Se llama John Laurens.

-Oh, justo está en quirófano, pero podéis pasar a la habitación para esperarle- dijo y aquello pareció alarmar al matrimonio. -No en grave, es una operación para arreglarle el tabique, no tiene riesgos en principio. No debe tardar mucho, iré a preguntar.

-Gracias- dijo el hombre y Lafayette los acompañó a la habitación mientras Alexander bajaba a preguntar. Debía estar despertando de la anestesia, pero no. La operación se había retrasado.

Alexander volvió a subir a planta y se sentó a hablar con la familia sobre el retraso. Les dijo que no se preocupasen y también le hizo entrega de algunos objetos personales de John. Estuvieron haciendo tramites para el seguro y algunas de esas cosas, recogiendo el informe del accidente y el matrimonio empezó a "discutir"

-¿Ves como te dije que el niño no debía conducir?- Dijo Eleanor.

-No es un niño y eso le puede pasar a cualquiera.

-Podría estar muerto.

-No lo está. Está bien, ya has escuchado al chico- dijo viendo a Alexander.

-No discutan- ordenó Alexander y justamente entró Benjamin para llamar a Alexander. John requería verle.

Durante la operación le detectaron una hemorragia interna, había perdido sangre y le había costado despertarse. -Está bastante delicado, ¿lo subimos a la habitación?- Dijo Benjamin y Alexander dijo que tras hablar con él lo haría.

-Hola, John- dijo el pelirrojo acercándose a la camilla. -¿Cómo estás?- le estaban dando sangre. -¿Adolorido? Todo ha ido bien, aunque se ha alargado un poco.

-Me encuentro mal- dijo. -Duele todo el cuerpo- murmuró y empezó a llorar.

-John, no llores o te va a doler todo y tendrás mocos y creeme que no quieres tener mocos- dijo Alexander. -¿Por qué lloras? ¿Por el dolor?

-Porque quiero un abrazo y no me das un abrazo.

-¿Quieres un abrazo? Pero escúchame, te va a doler mucho porque tienes muchos ematomas y huesos rotos. No puedo darte un abrazo.

-Pero quiero un abrazo- dijo y Alexander finalmente se lo dio con cuidado y John se quedó más tranquilo. -Este cuarto es frío como los Alpes y yo estoy desnudo en la Antártida y solo tengo una sábana.

-Sí, tienes razón. Este cuarto es frío. Te pondré el pijama, ¿vale?- dijo tomándolo de la silla. -No te muevas porque te puedes hacer daño, ¿sí?- Dijo pasándole los brazos por la manga.

-Más daño me hizo mi compañero de piso cuando de acabó mis pechugas de pavo- aseguró John y Alexander río un poco. -Tengo cuatro... ¿Qué?

-Tus padres han venido. ¿Quieres verlos ya o esperamos un poco?

-Si espero un poco tú te quedas conmigo, ¿verdad?- Alexander levantó los hombros. -Me lo tomaré como un sí... Tengo una pregunta, ¿soy tu modelo favorito de las revistas? No me voy a enfadar si dices que no.

-Sí, eres el mejor y mi favorito, John- dijo Alexander.

-¿Le puedes preguntar a mi madre si podemos quedarnos contigo?

-John, no soy un perro. Yo tengo casa- dijo Alexander. -Y tengo una madre.

-¿Y novio no?- Preguntó. -Yo puedo ser tu novio para que no te falte novio. Si quieres novia es más difícil... Son un poco complicadas.

-No, no tengo novio, John. Solo una madre- aseguró.

-¿Y yo?

-Sí, te tengo a ti, pero no eres de mi familia, John- dijo riendo Alexander.

-Sí, sí, si, siiiii sssssssssi. ¿Qué te decía?- dijo medio confuso y se quedó en silencio. -Ay, un chico guapo- dijo viendo a Alexander. -El guapo me da la mano- dijo sorprendido y contento porque estaba acariciando su mano. -¿Cómo te llamas? ¿Donde trabajas? ¿Te quieres casar conmigo?

Alexander empezó a reír y pensé que lo mejor sería subir a John a planta. Allí lo subió y su familia se puso feliz de verlo. Aunque no respondía preguntas y solo decía que Alexander era su nuevo amigo y era un chico guapo que había conocido en la discoteca. -Síiiiii- dijo John. -Y... Amñ.

-Jack, ¿y si dejas al auxiliar ir a atender a otros pacientes?- Preguntó Eleanor.

-¿Qué auxiliar? ¿Y a mí quien me cuida?- dijo volviendo a ponerse a llorar.

-No llores- dijo Henry. -Te estamos cuidando todos.

-Es que... Yo quiero un puerro- dijo. Aún tenian un buen rato de John con anestesia. -Porque en nuestra boda hay puerros hervidos.

-En tu boda no hubieron puerros- dijo Eleanor. -Ni siquiera te gustan.

-Yo quiero ahora puerros. ¿Boda? ¿Qué boda? Yo no he tenido ninguna boda- dijo John confuso. Alexander estaba exactamente igual de confuso.

El chico del perfume / LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora