16

21 4 6
                                    

—¿Vienes a la discoteca?— Preguntó Lafayette y Alex negó.

—Le he prometido a John que mañana por la mañana le acompañaré al trabajo.

—Joder, siempre igual— dijo Lafayette. —Pues yo me piro ya.

—¿Estás molesto?

—Solo creo que estás todo el día con él. ¿Y nosotros? ¿Tus amigos de siempre?

Lafayette le había dicho aquello un par de veces. Incluso sus amigos de toda la vida; Burr, Jefferson... La única que no se quejaba mucho era Peggy. Decía que quería conocer a John como novio de Alexander, así que Alexander le prometió hacerlo en el momento adecuado.

—Ya estoy aquí, amor— dijo Alexander dejando la chaqueta conforme entró y se dirigió a buscar a John. —¿Qué haces?

—La manicura para mañana— respondió.

—Yo nunca me he hecho la manicura— dijo Alexander mirando curioso.

—Después te la hago.

—¿A caso mañana te van a mirar las manos?— Preguntó el pelirrojo sentándose a su lado.

—No, pero es mi obligación llevarlas bien por si acaso— respondió. —¿Estás cansado?— Supuso viendo a Alexander.

—Sí...— murmuró. —Quiero dejar ese trabajo, pero no sabría que hacer.

—Psicólogo privado— respondió.

—No tengo dinero para abrir un negocio, John.

—Puedes ir a casa de la gente, pedir un préstamo, permitir que te ayude yo con esto para agradecerte todo lo que haces por mí— dijo John. —Es un ejemplo de todo lo que puedes hacer.

—No puedo permitir que me saques tú algo así— dijo el pelirrojo. —Es demasiado.

—No tanto. Sería una inversión en nuestra relación. Tú serías más feliz, tendrías un trabajo con horarios normales y podríamos vernos mucho.

—Y creerme que quiero verte, pero siento que te estaría usando. Es un regalo demasiado grande.

—No te fijes en lo material, si hago estas cosas es porque te quiero. Solo acéptalo.

—Hablaremos de esto más adelante— dijo dándole un beso en la sien. —¿Has cenado ya?

—No, pensaba esperarte a tí y a tu madre.

—Mi madre no viene esta noche a cenar— respondió el pelirrojo. —A dormir con suerte.

—¿Por?

—Está conociendo a un hombre— aseguró Alexander. —No sé si me hace mucha gracia eso.

—Oh... Bueno tú también estás conociendo a uno.

—Yo a ti ya te conozco, es diferente— dijo y de repente llamaron a la puerta. —Voy yo— caminó hacia la puerta y se sorprendió al ver a Francis.

—¿Está John? Le he estado llamando— dijo preocupado.

—Sí, pasa— Alexander le acompañó hasta el salón y allí se encontraron ambos hombres.

—Perdón, lo he apagado esta mañana, tenía muchos mensajes— respondió y Francis asintió.

—Solo quería decirte que te han invitado a un evento muy importante dentro de un mes y espero que quieras ir. Podría ayudar a tu imagen.

—¿De qué?— Preguntó John.

—De modelaje, lógicamente. Habrán muchas casas de alta costura que están peleando por qué seas la cara de su marca— explicó y John sonrió. —Solo necesito que vayas y...

—No iré. Si ya me vuelvo loco en el set imagina en un evento.

—Por eso vengo a decirte antes de confirmar— dijo Francis. —Piénsalo, tienes hasta mañana por la noche, por favor. Sabes que cada día es más difícil encontrar campañas.

—Lo sé, mi carrera está hundida. No es tu culpa, tal vez es una señal del destino para decirme que ya fue suficiente— aseguró John.

—No es eso, solo necesitas volver a tomar relevancia de algún modo y creo que allí podemos conseguir algo. Aunque sea que firmes para algún desfile.

—¿Y que tendría yo que hacer en ese evento?

—Fotos, rueda de prensa y después habrá gente que querrá verte, si puedes echar algún autógrafo... Después te invitan a cenar.

—Vale, me lo pienso y mañana te digo— dijo John y Francis no tardó mucho en irse de la casa.

—¿Te ha convencido?

—No— respondió. —En lo absoluto.

—¿Por qué? ¿Por al gente? ¿El estrés?

—Sí y ya no soy la misma persona. Ahora tengo que fingir mi imagen. ¿A caso crees que puedo plantarme allí como si no hubiese estado desaparecido un montón de tiempo? ¿Sabes lo que van a preguntarme?

—Sí— aseguró. —Podemos trabajar en ello. Incluso puede que te venga bien para dar el paso.

—No quiero que la gente sepa, eso va a perjudicar mi imagen más de lo que ya está. Alexander, llevo en decadencia dos años. La gente ya no se acuerda de mí, hay muchísimos modelos por ahí, yo ya he pasado mi pico de fama y eso no se puede volver a revivir.

—Sí se puede— dijo el pelirrojo.

—Ni siquiera estoy tan musculado como en los anuncios de las revistas ya. Ese estúpido accidente me ha dejado echo polvo.

—Un poco, pero la cara es la misma y tienes tu sonrisa bonita, esos ojos... Que bonitos ojos tienes— dijo Alexander con una sonrisa boba y después le dió un beso. —Lo mejor de ti es esa carita de angelito— afirmó poniendo sus manos en las mejillas de Alexander. —Eres el más guapo. Ahora mismo tienes unos abdominales, unos brazos...

—¿Por qué sabes eso?— Dijo. Él siempre iba tapado en casa, de hecho, llevaba un pijama con un jersey rosa muy bonito.

—¿Porqué te hice las curas? ¿Te he estado cuidando?

—Ya... Alex, llevo una cicatriz gigante que me atraviesa todo el pecho desde la clavícula y sé sincero, mi fama se basa en que os gusta verme en ropa interior.

—Creeme que el pecho no es lo que más mira la gente es la...

—Ya sé, ¿por qué crees que me hacen salir en boxers hasta para un perfume?

—Iba a decir la cara, Jack— aseguró Alexander, —pero eso también es verdad. De hecho, seguro que hay gente que te mira ahí más que la cara.

—Lo sé completamente. Si vieses las únicas ofertas que me llegan. Pronto tendré que empezar a aceptar cosas que no tengo ganas de hacer.

—¿Qué no te gustaría hacer?

—Hacerme sesiones de fotos con mujeres. No quiero porque ya sé que lo que van a querer no es que nos demos la mano.

—Antes si las hacías.

—Con mi mujer, Alex.

—Perdón... Creo que nadie sabía que ella lo era.

—La gente que me seguía en Instagram— dijo John. —Ella no era modelo, pero tan bonita que podía serlo perfectamente y a las marcas les parecía bien... Solo quiero seguir haciendo lo que hago y gustar lo suficiente como para que me digan llamando. No puedo aceptar nada estando así. Quién sabe si mañana esa marca va a contratarme por última vez, Alex.

El chico del perfume / LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora