Lo primero que hice al llegar a casa fue llamar a Anne para contárselo, pero ella todavía no había llegado, seguiría en la cafetería de Sam de charla con los amigos. Tuve que esperar más de dos horas hasta que por fin conseguí hablar con ella.
Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que Anne también se había enterado. Se lo había escuchado a dos policías que tomaban café en el Sam. Al principio no podía creérselo, pero cuando fue oyendo más detalles de lo sucedido se terminó convenciendo.
- ¡Es algo horrible, terrorífico! ¿qué puede haberle pasado? –le pregunté.
- ¡La han asesinado Rose! –me espetó
- Ya, ya... me lo ha dicho mi madre, no sé cómo se habrá enterado ¿pero quién habrá sido? –pregunté.
- Han detenido a su novio.
Fue lo primero que me dijo con un hilo de voz.
- ¿Qué? ¿a su novio? –le dije inmediatamente – ¡Valiente hijo de puta!
- Sí, ese tío es un pervertido, un maltratador, un asesino. Un loco que la insultaba y le pegaba siempre que podía –me respondió.
- ¿Pero tú sabías que le pegaba?
Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella y había dejado de formar parte de su vida, igual que ella de la mía. Sin embargo, cuando la veía por el insti siempre la saludaba. Se la veía tan feliz con los chicos del último año... siempre rodeada de chicos mayores, bebiendo y fumando en los bares del pueblo. Parecía muy feliz, jamás pensé que aquel greñudo y sucio muchacho pudiese hacerle daño.
El tal Ron, que tendría veinte o veintiún años, trabajaba en un taller de coches al lado de la gasolinera. Siempre iba con un peto vaquero lleno de grasa y unas botas militares negras. La llevaba y la recogía del instituto en un viejo Pontiac que había pertenecido a su abuelo. A la limpieza y mantenimiento del coche le dedicaba todas las horas que no pasaba en el taller.- La última vez que hablé con ella fue en el Saturday Nights –comenzó Anne- estaba sola y bastante triste, aunque también algo borracha. Por lo visto, Ron le había abofeteado la cara por mirar a otro chico y le había dicho que era una zorra. Se desahogó hablándome de su relación, que parecía acabada, y de sus planes de futuro. Quería irse del pueblo y poner rumbo a California. Alguien le había dicho que tendría futuro como actriz en Hollywood y que le buscaría unos contactos para que le hicieran una prueba. Aquello me sonó a invención o pura fantasía. Ya sabes que Helen siempre fantaseaba con lo de ser actriz y famosa.
- ¡Vaya! Tal vez la matara porque iba a dejarlo o se le fuese la mano dándole una paliza – le dije.
- ¡Ya! ¿pero cómo explicas que apareciera en el insti? –continuó Anne.
- Eso es verdad –afirmé. No tiene mucho sentido, por el insti pasa mucha gente, está abierto desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, además está el conserje William.
- Escuché a los policías decir que la habían encontrado en el cuarto de las escobas con un fuerte golpe en la cabeza y que se la llevarían al hospital de Little Rock para hacerle la autopsia –dijo Anne.
Los gritos de mi madre desde la cocina llamándome para que la ayudara a poner la mesa interrumpieron mi conversación con Anne. Quedamos en llamarnos si alguna de las dos se enteraba de alguna novedad y vernos a la tarde en las gradas del campo de fútbol tras el entrenamiento de baloncesto.
Lo que sucedió después me pilló por sorpresa. No habíamos terminado de comer cuando llamaron al timbre de casa y mi padre miró en derredor como si faltase alguien. A mi madre siempre se le olvidaban las llaves y nos hacía levantarnos para abrirle, pero hoy estaba allí sentada junto a un plato de macarrones con tomate que era lo que tocaba. Se levantó de forma cansina, aunque un segundo timbrazo lo sacó de su sopor. Al abrir la puerta su sorpresa se volvió incredulidad, era la policía.
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Demasiado joven para morir
Misterio / SuspensoEste relato pertenece a la colección Cuando éramos jóvenes y es la continuación de El extraño caso del hombre ahogado en el lago.