Tras el recreo volví a clase, esta vez sola, ya que Michael y Josh tenían otra optativa, creo que Informática o Tecnología. El barullo por el encuentro del diario de Helen seguía en todo el instituto, las caras de la gente revelaban la incertidumbre y el nerviosismo por descubrir de una vez al asesino de Helen.
Al entrar en clase me fui como siempre a la última fila, donde Anne me guardaría un sitio para charlar y compartir confidencias, aunque ella, como habíamos planeado seguía en casa. Esta es una de mis clases favoritas por dos motivos: damos Literatura Universal y la imparte el encantador Robert de Sanctis, aunque él prefiere que lo llamemos Bob.
Bob lleva poco tiempo en el instituto pero ha sabido conectar con nosotros gracias a sus miles de anécdotas y aventuras, y a que es extraordinariamente atractivo. Moreno, con el pelo largo, casi siempre en una coleta y unos profundos ojos verdes que parecen desnudarte desde el primer instante. No es extraño que su clase esté llena de chicas. En la primera semana de clase, diez chicas se cambiaron de optativa, Helen entre ellas.
En aquel momento todos estábamos alterados y desubicados por el bulo que acabábamos de lanzar, y Bob no era ajeno a ello. Empezó su clase introduciendo el libro que íbamos a trabajar aquel mes: Don Quijote de la Mancha. La literatura española es mi debilidad así que estuve toda la clase embelesada escuchándolo, casi ni me di cuenta de que había sonado el timbre.
-... y recordad traeros la primera parte mañana –terminó alzando la voz ante el ruido de sillas y mesas moviéndose.Rápidamente me puse a recoger para irme a la siguiente clase sin reparar en que Bob se acercaba hacia mi mesa. Nunca lo había hecho antes, siempre esperaba en su mesa a que una marabunta de chicas se arremolinaran en torno a él.
- ¡Rose! ¿te ha gustado la clase?
- Sí, claro que sí. Ya sabe que me apasiona la Literatura española y esta novela parece entretenidísima –respondí turbada y nerviosa ¡a qué venía aquello!
- Oye ¿y tu amiga Anne? ¿no la he visto en clase?
Balbucee un poco antes de responder: hoy no se encontraba bien y se ha quedado en casa. Así que era eso, también estaba intrigado por el diario.
- ¡Vaya! Espero que se mejore y verla pronto.
- Claro, seguro que mañana estará aquí.
Pensaba que ya habíamos terminado y estaba tan nerviosa que me levanté para irme cuando Robert se acercó a mi oído, me puso su mano morena y peluda en el hombro derecho y me susurró "dile que tenga mucho, mucho cuidado... los diarios encierran secretos que no deben ser revelados". ¿Cómo? en aquel instante, sus palabras recorrieron mi cuerpo como un veneno paralizante, no supe qué hacer, mis ojos se encontraron con los suyos y vieron a un hombre totalmente diferente, aquel profesor risueño y atractivo se había convertido en un monstruo. Estaba temblando, quería llorar, pero aún así conseguí salir de su clase.
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Demasiado joven para morir
Mystery / ThrillerEste relato pertenece a la colección Cuando éramos jóvenes y es la continuación de El extraño caso del hombre ahogado en el lago.