Capítulo VI. Regreso al insti.

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No es mi intención criticar el trabajo del FBI ni enmendarles la plana, pero sí era cierto que ellos andaban bastante perdidos en la búsqueda del asesino o asesina, o esa era mi impresión. Sus interrogatorios, que eran calcados para todos los interrogados, se basaban en comprobar las cuartadas de aquellos que pertenecían al círculo de Helen. Lo que ellos no sabían, ni al principio yo tampoco, es que Helen tenía muchos secretos.
Habían dejado salir del calabozo a su novio Ron porque tenía coartada para la hora de su muerte; estaba en el taller, su jefe y uno de sus amigos así lo atestiguaron. Habían interrogado a medio instituto y pasada una semana todavía no habían detenido a nadie. Anthony y Michael eran dos de los principales sospechosos porque habían encontrado el cuerpo, y ya se sabe, estar cerca de la escena del crimen siempre es un indicio de culpabilidad. Días después conocería las circunstancias que hicieron que estuviesen allí y descubriesen el cadáver.
Los padres de Helen habían salido varias veces en las noticias pidiendo colaboración ciudadana y justicia, pero los días pasaban y no aparecían nuevos indicios. El jefe de policía aseguraba que estaban tras la pista del asesino pero todavía no se había producido ninguna detención. Además, las cámaras de televisión y los reporteros iban poco a poco abandonando el pueblo, un claro indicio de que el asesinato de Helen ya no era noticia.
Dos semanas después del asesinato volvimos al instituto. Aquello fue un mazazo para todos, nos habíamos acostumbrado a aquellas inesperadas vacaciones y pensábamos que mientras no detuviesen al asesino seguiríamos sin clases. Había varios psicólogos en el centro que se ofrecían a ayudarnos si nos sentíamos mal, la policía seguía por los alrededores y la directora Barrymore había desaparecido. Por lo visto estaba en su casa con una depresión que le impedía acudir al centro, nunca jamás volvió a pisarlo. No quiso entrar ni el día en el que le hicieron una fiesta por su jubilación, pobre mujer, aquello fue un golpe durísimo.
Lentamente se fue recuperando la normalidad y empezamos a hablar de otros temas que no fuera el asesinato de Helen, aunque alguien puso una foto suya junto a un gran ramo de flores en el hall principal y esto hacía que todos los días volviese su recuerdo.
Anne y yo, que habíamos sido sus amigas, no dejamos de recordarla y de buscar a su asesino, aunque estos fueran Michael o Anthony, pero desde el primer momento supimos que ellos no podían haber sido.
La tarde en que decidimos hacer nuestra propia búsqueda del asesino fue la tarde en la que Anne me contó un hecho que nadie o casi nadie sabía: Helen le estaba poniendo los cuernos a Ron con otro tío. Aquel podía ser un móvil lo suficientemente fuerte como para que Ron la asesinara o que lo hubiese hecho su amante desconocido.

Demasiado joven para morir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora