capitulo 11

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Freen POV.

Caminaba entre una gran cantidad de persona, todos hombres. Intentando no chocar con nadie, mi cuerpo desviaba bultos que pasaban, todos yendo a la dirección opuesta a la mía. Mi cabeza se mantenía baja, mis ojos en el suelo, y fue cuando los levanté por primera vez que noté: Todos ellos me miraron.

No sabía dónde estaba. Inmediatamente, desvié de nuevo los ojos hacia abajo, y por algún motivo me di cuenta de que Rebecca caminaba a mi lado.

Sentí un alivio liberador con su presencia, pero fue cuando nuestras manos se tocaron accidentalmente que ella habló.

-Aquí no.

La miré, llena de dudas. Rebecca seguía mirando hacia adelante, imponente, caminando de forma segura. Entonces, como un choque, me di cuenta de lo que estaba pasando: ella sentía vergüenza de mí.

Vergüenza de verme como alguien que debería estas a su lado. Vergüenza de que todos ellos, que caminaban contras nosotras, pensarían si nos veían de la mano.

Rebecca sentía vergüenza de ser vista con una puta.

-Fini...

Bajé la cabeza, no pudiendo mirarla. No consiguiendo formular una frase siquiera porque una tristeza inmensa me callaba.

Y entonces, estaba sola otra vez.

-Freenky...

Estaba sola. No me amaba. Y yo lo sabía.

-freenky... despierta...

De repente, todo lo que podía ver era su rostro, un poco lejos, pero sus ojos verdes muy cerca. Fui volviendo a la realidad lentamente, su presencia formándose delante de mí.

Después de un momento breve, conseguí ubicarme, y allí estaba yo, de vuelta en el cuarto de Rebecca, acostada en su cama, cubierta por muchas sábanas enrolladas. Ella estaba arrodillada, arreglada y perfumada con un tipo de blazer gris oscuro, muy cerca de mi cara. Pero cerca de lo necesario.

-Siento despertarte tan temprano. Es que tengo que ir a trabajar.

Parpadee algunas veces, aturdida por el sueño, pero con un alivio inmenso por estar fuera de mi pesadilla. ¿Qué horas debían ser?

-Y tendrás que quedarte aquí... sola.

Ella no quitó los ojos de mí. También no se movió un centímetro sin tocarme. Pero podía ver que algo le molestaba.

-¿Te vas a quedar? ¿Prometes que no te irás?

Miedo.

De nuevo, ella tenía miedo de que la dejara. De nuevo, ella consideraba esa posibilidad, y me pregunté porque estaba comenzando a olvidarme de eso.

-Me quedo.

Ella continuó mirándome, como quien quisiera buscar en mis palabras alguna pista de que aquello era mentira. Parpadee algunas veces para hacer mi mirada más firme, hasta que finalmente pareció creerme.

-Esta casa es tuya, ¿está bien?

No respondí, pero no pareció molestarle.-Dejé el número de mi móvil anotado, está encima del mueble de la habitación de huéspedes. Cualquier cosa que quieras, llámame. Y siéntete a gusto. Voy a estar de vuelta por la noche.-Está bien. - Respondí, mirando directamente a sus ojos.Permanecimos en silencio por un buen tiempo, y por primera vez en mucho tiempo aquel silencio no era incómodo. No era un silencio cargado de desconfianzas, secretos o preguntas calladas. Era sólo aquello.Como si fuera la actitud más natural del mundo, Rebecca se inclinó un poco hacia abajo y me besó suavemente en los labios. Podría haber protestado por haber acabado de levantarme, pero me dejé llevar por la sensación de tener sus labios tocando con tanta suavidad los míos, era un acto sencillo, pero con un significado tan grande que hizo que los latidos de mi corazón perdieran el ritmo.-Hasta luego.-Hmmm... - Fue mi respuesta.Ella salió, dejándome sola en aquel inmenso cuarto, y me quedé allí, completamente derretida y enamorada de ella.Mierda.Estuve un largo tiempo estirándome y ronroneando como un gato en las sábanas suaves, no sabiendo si quería sentir el olor de su cuerpo allí o el olor del perfume que ahora estaba invadiendo el aire. Pero cualquiera de los olores me daba escalofríos, así que no me importaba.Como pasar horas pensando en las noches que tenía con Rebecca parecía ser ahora mi más reciente manía, fue lo que hice. Recordé sus besos, sus toques, de su evidente descontrol cuando entré a su cuarto. Nunca entendí exactamente el motivo de toda aquella fijación por el perfume de mi crema, pero no podría haberme quedado más claro que aquello le hacía perder la cabeza.Sonreí con el recuerdo de tenerla tan sumisa a mí, tan entregada e impotente. De alguna manera, verla de esa manera hacía que le creyera, incluso por un momento, que ella realmente me amaba, y que todo aquello no era fruto de un disturbio de desorden de personalidad o sentimiento de culpa por parte de ella. Tenerla de esa forma hacía parecer que realmente me amaba, que era mía.Como para fortalecer mi esperanza, pensé en el hecho de haber tenido sexo sin condón. Eso debía significar algo. Tal vez no mucho, pero algo, cualquier cosa, debería significar. Era como si no tuviera miedo de estar conmigo, aun sabiendode mi pasado. Era como si pudiera aceptarlo. Como si, al final de cuentas, valiera la pena arriesgarse.¿Realmente me amaba más de lo que pensaba?No seas idiota. Si tener sexo sin condón significara amor, no existirían tantas madres solteras en el mundo.Mi racionalidad. Siempre estropeando mis momentos de alegría y esperanza.El reloj del mueble marcaba las 06:45, lo que creía que era demasiado pronto para levantarme. Por eso, decidí acomodarme más en las almohadillas blandas y dejarme ser llevada por el sueño otra vez.

My sweet prostitute (adaptación Freenbecky) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora