Capítulo 9

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Rebecca POV.

No sabía de nada.No tenía ni idea de lo que había pasado conmigo, pero ni siquiera podía culparla. También no podría culparla si me odiara ahora, si tuviera tanto asco y rabia de mí que quisiera mantenerse alejada. Al fin y al cabo, le pedí eso, porque actué como una imbécil.Podría aceptar casi cualquier cosa, pero tendría que hacer que creía que ese tiempo en que estuvimos separadas fue mucho más difícil para mí de lo que ella imaginaba. No porque quería tener mi momento de mártir, sino porque ella necesitaba saber el mal que la falta de ella me hacía.

Flashback On.Al salir de The Hills el día que había visto a Freen por última vez, intenté convencerme a mí misma que mantendría distancia de ella para mi propio bien. "Obviamente, eso se mostró una idea tonta, que sin exageración alguna, casi me mató.La primera cosa que hice al llegar a casa fue abrir dos de mis mejores botellas de whisky y simplemente termine con ellas. La culpa de haber hecho lo que acababa de hacer y el dolor que sentía como consecuencia de mis decisiones fue lo que más que convenció de llenarme a punto de entrar en un coma alcohólico, tal vez fuera una buena salida.La tarea de lidiar con la desesperación que mis actitudes trajeron se mostró difícil, entonces como la perfecta cobarde que siempre fui, me refugie en varias dosis.Fue sólo al día siguiente, víctima de una resaca de mierda que bordeaba la sensación de la muerte, que me di cuenta de que la brillante idea de usar alcohol para olvidar mis problemas no había sido tan buena.Nam me llamó algunas veces a mi celular, tal vez queriendo saber el motivo por el que la jefa de una empresa no fue a trabajar en pleno martes.No me importaron las llamadas y me permití hundir en la tristeza de una ex borracha con dolores de cabeza durante todo el día.Para huir de las lamentaciones, olvidando la estupidez en que se resumía mi decisión de usar dos botellas de whisky como remedio para olvidar mis problemas sentimentales, repetía le error otra vez, haciendo que al final de aquel día me olvidara en un grado alcohólico en exceso que circulaba en mi sangre, una vez más.No era totalmente una estupidez. En realidad, no me importaba lo que estaba haciendo. Por eso, y por saber que aquello me hacia olvidar los problemas, aunque me castigara después, me permití usar ese remedio con una mayor frecuencia. Día tras día, hasta completar una semana.Nam me llamaba diariamente, tal vez preguntándose si finalmente había muerto. He contestado sólo una llamada suya, sólo diciendo algo como "no voy a trabajar, problemas personales" y apagándolo después.Este debe haber sido el motivo por el cual ella decidió no ir detrás de mí hasta mi casa, y yo no sabía si eso era bueno o malo.Sería bueno porque no tendría que molestar a nadie. No era molestara a Nam, por supuesto, ella era mi mejor amiga y casi siempre era bienvenida, pero en ese momento no tenía la cabeza para quien fuera.Sabía que ella me preguntaría qué pasó, y sabía que requeriría los mínimos detalles de mí, como todas las mujeres que deciden hacer cuando se disponen a escuchar. Pero hablar de aquello sería mucho, porque sólo de pensarlo ya era doloroso. Yo tendría que lidiar con eso sola, ya que había tomado esa decisión sin la ayuda de nadie.Necesitaba ser fuerte y no llenar la cabeza de los demás con los problemas.Sin embargo, la extrañaba, porque aunque yo no quisiera hablar de lo que estaba pasando conmigo, era posiblemente mi única válvula de escape, la única persona con la que podía compartir un poco de mi sufrimiento. Aunque significara contarle la historia desde el principio, y aunque estuviera casi segura de que me odiaría por no seguir sus consejos, tal vez sería bueno desahogarme con alguien.Desahogar todo lo que sentía.Toda aquella mezcla de cosas que ya me dejaban mareada. Las ganas de correr de nuevo a Freen y abrazarla sin el menor cuidado, pidiendo disculpas por todo lo que había dicho. Un dolor desgarrador por saber que probablemente la había lastimado. La nostalgia ahora creciente por no verla conforme los días iban pasando, sin saber si ella estaba bien.El sábado recibí otra llamada de Nam. Después de unos segundos pesando si debería o no atender, finalmente tomé el teléfono y le respondí.-Hola.-Gracias por atender, ahora sé que todavía tienes brazos. ¿Qué mierda está pasando contigo?-Ya te dije, problemas personales.-Ya entendí esa parte. Quiero saber que es específicamente.-Nada en lo que puedas ayudarme.-Cuéntame y decido si puedo no ayudarte.-No quiero contarte.-¿Por qué no? ¡Soy tu maldita mejor amiga!-No es nada importante.-Rebecca, no insistiría si no supiera que es algo importante, y lo sabes. Lo que sea, tiene una importancia relevante, ya que consigue ponerte borracha a las 10:00 de la mañana.-¿Por qué crees que estoy...-Tu voz es arrastrada. Por favor, cuéntame. Puedo intentar ayudarte.-Dame tiempo, Nam. Sólo necesito estar sola.-¿Hasta cuándo? Ya tienes una semana sin trabajar. ¿Cuántas más necesitas?Mi voluntad era responder que el número de semanas que necesitaba para recuperarme era directamente proporcional al número de semanas que necesitaba para olvidar a Freen. Pero eso sólo traería discusiones que estaba tratando de evitar.-No sé hasta cuándo. Nunca he hecho mucha diferencia en esa empresa, puedes tomar mi lugar en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué estás tan preocupada por eso? Se la jefa y se feliz.-¡No seas imbécil, estoy preocupada por ti, y no por tu trabajo!-No es lo que parece. ¡Quieres mandarme todo el tiempo, incluso siendo sólo mi secretaria! Si quieres el cargo de jefa, sólo tómalo. Está a disposición. Sólo no me vengas a dar órdenes, porque no lo aguanto más.No esperé que respondiera, colgando enseguida. Ella se enfadaría conmigo, lo sabía, pero ésa era mi decisión. Me parecía prudente, evitando que se preocupara por mí en exceso.Desafortunadamente no estaba razonando bien, y no entendía que estaba alejando de mí a la única persona con la que podía contar, dejándome completamente sola. Como pensé, ella no llamó más. Una semana más había pasado sin que saliera de mi apartamento.Afortunadamente, mi cocina estaba bien equipada, y no necesitaba salir a compras de emergencia, incluso porque no sentía hambre. El portero ya me había ido a visitar, probablemente queriendo asegurarse de que mi cadáver no se estaba pudriendo en el suelo del baño. No recibía llamadas, a no ser algunas de mis padres. Al oír la voz de mi madre hizo que un nudo en mi garganta casi se desprendiera en un llanto, porque estaba demasiado emotiva y borracha.Extrañaba el tiempo en que podía correr a mi madre y aferrarme a sus piernas, protegiéndome de cualquier cosa que me hiciera mal o me diera miedo. Era una pena que tuviera que crecer, y con eso, tuviera que asumir responsabilidad y tomar decisiones.Siempre tomaba decisiones, pero irónicamente parecían ser todas equivocadas.Ahora, acostada en el sofá de la habitación llorando como una niña abandonada, comenzaba a imaginar que esa decisión sería otra para mi colección de decisiones idiotas.

My sweet prostitute (adaptación Freenbecky) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora