capítulo 26

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Freen POV.


Sam, como cualquier niña sana, creció, gracias a Dios. Sí, porque por más que los bebés sean lindos y tiernos cuando aún no hacen nada solos, ellos dan un cierto trabajo. Y aún cuando nos arrepentimos más adelante por haber rogado para que hubieran crecido pronto, en el fondo sentimos una alegría inmensa por verlos madurar y transformarse en personalidades llenas de salud y listas para conquistar el mundo.Pero ella todavía no es una adulta, ni una adolescente. Está lejos de eso. Sam tiene 6 años, hace exactamente dos días.Todavía no presenciamos la caída de su primer diente de leche o su primera graduación, pero estuvimos allí cuando ella anduvo en bicicleta por primera vez y la alentamos en su primer día de clases. Cambiamos muchos pañales, compramos muchas muñecas, escuchamos muchos llantos venidos de rodillas raspadas. Le enseñamos a nadar y ejercitamos el inicio de su lectura. Hemos sido madres primerizas, pero según Clara, nos fue muy bien.Estoy de acuerdo, aunque no tengo ninguna base como referencia. Sam parece una niña bastante hiperactiva. Su simpatía y su manera de agradarle todo el mundo son su marca registrada. Ella casi nunca se enoja, y a veces, cuando no sabe cómo reaccionar a un determinado estímulo, opta por caer en carcajadas. Ella puede hacer amigos con una simple salida, sea al parque o a la panadería.Es humanamente imposible no amarla.Para una mejor educación, Rebecca y yo dividimos nuestras obligaciones como madres. Esto significa que ella es responsable de los "pecados", mientras que decir los "no" necesarios son para mí. Afortunadamente (porque la última cosa que quiero es convertirme en una madre aburrida y represora compitiendo con Rebecca una madre divertida y "consentidora"), Sophie es una buena niña. Un ángel, por más hiperactiva que sea. No necesitamos (no lo necesito) reprimirla dos veces. Ella simplemente entiende que si yo no la dejo hacer algo, debe haber algún motivo, y mágicamente obedece (lo que es un poco extraño. Los niños de 6 años no deberían tener esa obediencia).Realmente no tengo que quejarme. Muchos niños son una peste, pero no ella.Y ella sólo tiene 6 años. Hace exactamente dos días. Lo que hace que hoy sea un día un poco especial para mí.-¿Emma? - Llamé, llegando a la cocina y encontrándola en la estufa.-¡Hola, Freen! - Ella respondió toda contenta. - ¡Feliz cumpleaños!-Gracias... - Hablé aún muriendo de sueño, abrazándola y tirándome encima de ella. - ¿Qué horas son?-Casi las 11h. Estoy haciendo el almuerzo, de aquí a poco llegan...-Mierda... Dormí demasiado. - Hablé, llevando la mano a la cabeza. - Debería estar ayudándote...-¡No! Es tu cumpleaños. Y los cumpleaños no trabajan.A Emma le gusta darme órdenes. En ese momento ya tenemos ese nivel de intimidad.-Eh, me gusta cocina, y sabes eso...-Tú. No. Vas. A. Cocinar.Bufé. Ella es terca como una mula, y yo sabía que la única forma de llegar cerca de la estufa sería golpearla con un sartén y dejarla inconsciente en un rincón.Renuncié a pelear.-Ok. ¿Dónde está Sam?-Ella estaba en la casa del árbol la última vez que vi.Una casa en el árbol. Rebecca le dio a Sam una casa en el árbol como regalo de 6 años. Y no es una de esas casas en el árbol hechas de tocones de madera y cuerdas: Es una casa con puertas y ventanas de cristal, balcón, escalera y dos pisos. Una familia podría vivir fácilmente allí.La "casita" fue construida en el gran árbol rosa (como lo llamamos) que se encuentra en la esquina del jardín. Gracias al empeño de Rebecca en buscar una empresa especializada en construcciones de ese tipo y dejar claro que la quería lista cuanto antes, se terminó en menos de tres semanas. Las tres semanas con unas enormes carpas en torno a la obra, impidiendo que Sam viera de lo que se trataba para que el día de su cumpleaños tuviera una sorpresa.Y ella se sorprendió. Y, para ser sincera, yo también. Era incluso un trabajo bellísimo, aunque yo había adquirido un leve dolor de cabeza sólo de pensar en los peligros que mi hija podría pasar en aquel balcón, por más que la casa estuviera a sólo dos metros del suelo. Y por más que hubiera colchones suaves debajo de ella (porque Rebecca, gracias a Dios, es más neurótica que yo).-¿Está sola? -Pregunté, preguntándome si Rebecca estaba con ella.-Está con bonbon.bonbon es un perrito bulldog frances, con ojos que parecen dos canicas, que camina de aquí hacia allá detrás de la dueña: Mi hija. Este fue el regalo de Rebecca para sus 5 años, un perro que parece ser movida a pila. Ella se sintió en el deber de alegrarla después de que su sapo (otro regalo de Rebecca, que no sabía decir un "no") murió. Su nombre era Shawn, y en su velorio cuidadosamente organizado por Sam Clara, Mike, Rebecca y yo tuvimos que dar nuestros pésames delante de su pequeña cueva.Shawn permanece enterrado en el jardín hasta hoy.Pero bonbon llegó, trayendo de vuelta toda la alegría de Sam. Ella da por lo menos dos baños al perro por semana con el champú de melocotón. Es una compulsión, lo que hace de bonbon un melocotón feliz ambulante. Ah, cierto... ¿Pero has visto a Rebecca?-No. Ella ya no estaba cuando llegué. Debe haber salido temprano.Quedé con miedo. ¿Por qué Rebecca tuvo que salir temprano un domingo? ¿Mi cumpleaños tenía algo que ver con aquello, o su desaparición repentina no era más que una coincidencia?-Bueno, está bien... Así que...-¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MAMÁ!Fui casi arrojada al suelo por un golpe bajo (literalmente) de Sam, que se agarró a mi cintura como una garrapata tan pronto como me giré para salir de la cocina. Ella tiene una increíble capacidad de ser silenciosa cuando quiere, y gritar como si yo fuera sorda al momento siguiente.-¡Ah, gracias! - Respondí feliz, abrazándola de vuelta e inclinándome hacia abajo. Me dio un beso efusivo.-¡Espera, bonbon! ¡Estoy hablando con ella! - Sam soltó en una voz medio aguda, tratando de hacer que bonbon dejara de saltar en mis piernas como si yo fuera un pedazo de carne mal asada. El quería darme la felicitación también.-Hola, Bonbon. - Hablé, encontrándolo gracioso.-¡MADRE, ESPERA AHÍ!Y así, de la nada, Sam salió de la cocina corriendo como si estuviera con dolor de vientre. Bonbon corrió detrás de ella.-¿Por qué grita tanto? - Solté.-Creo que es así cuando está muy animada con algo. - Emma intentó explicar.-Si me voy de aquí ella va a tener un desmayo, ¿no?-Lo hará. - Ella puntuó. Me pareció mejor esperar, tomando un melocotón de la frutera y comiendo. bonbon siempre me hace tener ganas de comer melocotones.Cuando Sam volvió, traía en una de las manos un ramo de Camelias blancas y, en el otro, un papel.-¡Tengo dos regalos para ti! - Dijo esbozando una sonrisa de oreja a oreja, entregándome el ramo y luego el papel. Era un dibujo, que ella hizo la cuestión de explicar. - ¡Somos nosotros! Esa es la abuela y ese es el abuelo. Aquí es mamá y aquí estoy con bonbon. Y esa es Emma. Y esa eres tú.-¿Estoy también? - Emma llegó más cerca para ver.Clara y Mike eran la pareja de muñecos de palillo en la esquina. El palillo de Emma estaba saludando, como si fuera una fotografía. La muñeca de Rebecca tenía dos grandes esferas en los ojos. La muñeca más baja, justo al lado de ella, tenía los ojos pintados de verde. Había una bolita negra a la altura del pecho. Por fin, al otro lado de ella, estaba un muñeco de palillo que sólo podía decir ser yo misma. Estábamos todos en un jardín lleno de flores, al lado de un árbol rosa y alto. Lo identifiqué como nuestro propio jardín.-¿Está lloviendo y haciendo sol al mismo tiempo? - Emma preguntó curiosa, notando el sol amarillo y redondo de un lado y, por el otro, una nube que descargaba gotas de lluvia sobre "nosotros."-Sí... - Sam empezó, empleando un tono de profesora en la voz. - Es que mamá me vio dibujando, y ella dijo que a mamá Freen le gusta la lluvia. Y, bueno, como hoy no está lloviendo, entonces le doy lluvia de regalo.Ella puntuó la explicación como si fuera algo muy simple de ser entendido, sonriendo de esa manera tierna. Y entonces empecé a llorar como una imbécil.-¡Disculpa mamá! Puedo borrar la lluvia...-¡No, sol! - Intenté explicar, abrazándola y dándole un beso. - ¡Mamá lo adoró!-¡Pero estás llorando! - Ella habló haciendo un puchero.-Pero no estoy triste. Lo prometo. ¡Estoy muy feliz, y me ha gustado mucho el regalo!-Pero no me gusta verte llorar...-Está bien. -Hablé, secando mis lágrimas. - Paré.Ella pareció dudar de mí, así que decidí cambiar de tema.-¿Y las flores?Sam hizo cara inocente.-Es su otro regalo.-¿Ah, sí? - Provoqué.-Sí.-¿Mamá Becky tiene algo que ver con eso?-No...Sam no sabe mentir. Algunos niños ya logran hacerlo a esa edad. Mi hija no es una de esos niños. Sus ojos se amplían como si estuviera siendo silenciosamente electrocutada.-Ok. - Hablé, tratando de no reía. - ¡Gracias, me encantó!La abracé de nuevo, y en ese momento bonbon empezó a saltar en mis piernas otra vez.-¡ALTO, BONBON! ¡DÉJAME HABLAR CON MAMÁ! - Ella soltó medio nerviosa, y bonbon se llevó un susto y salió corriendo de la cocina. Sam inmediatamente se sintió la peor persona del mundo, y salió corriendo por la puerta detrás del melocotón saltarín. - ¡HEY, ESPERA! ¡LO SIENTO, BONBON!-Espera, Sam...-No sirve de nada. - Ella no va a oír a nadie mientras no se disculpe por lo menos diez veces con bonbon. - Emma habló tranquilamente, riéndose de la situación. Suspiré.Encontré un jarrón y lo llené de agua, colocando las flores en el. Cuando iba a salir para guardar mi bujo en algún lugar y buscar a Rebecca el teléfono sonó.-¿Alo?-¡Hola, querida! ¡Feliz cumpleaños! ¡Qué seas muy feliz!-¡Hola, Clara! ¡Muchas gracias!-¡De aquí en poco estaremos ahí para darte un beso personalmente!-¡Ah sí! ¡Claro! Es que me desperté un poco tarde, así que tal vez el almuerzo demore un poco... - Empecé a correr alrededor de la cocina, con la esperanza de conseguir algunosingredientes para ayudar a Emma a moverse más rápido. Ella golpeó con una cuchara mi mano como si estuviera siendo mal educada. -Oh puedo ayudarle... -¡De ninguna manera! ¡No vienes a la celebración de mi cumpleaños para ayudar a arreglar las cosas! ¿Dónde se ha visto?Sam entró otra vez en la cocina saltando con bonbon en brazos. Al parecer, habían hecho las paces.-¡Madre!-¿Y cuál es el problema? Sabes que me gusta ayudar a...-¡Madre!-Espera un poco, sol. - Cariñosamente le dije a mi hija. - Clara, no es necesario. Emma y yo nos encargaremos.-¡Usted de ninguna manera! - Emma replicó.-¡Madre!bonbon empezó a saltar en mis piernas de nuevo.-Sam, ¿tu cachorro tiene resortes en las patas?-Ok, ok. Llevo el postre entonces. - Clara habló pacientemente. - Y no sé preocupe si el almuerzo se atrasa.-¡Madre!-¡Ok, Clara, gracias! ¡Un beso!-¡Madre!Colgué el teléfono, girándome hacia Sam luego y enseguida y picándola de manera más insoportable a cada palabra.-Hola. Hola. Hola. Hola. Hola.Ella rió.-¿Viste como fastidioso? - Pregunté, poniendo el teléfono en su lugar.-Es que no me has contestado...-Estaba hablando con la abuela en el teléfono. Ahora puedes hablar.-Es que mamá llegó. Ella me pidió que te llevara al jardín.-¿Por qué?-Su regalo está allí.Consideré su respuesta por algún tiempo.-¿Y por qué no lo trae aquí? - Pregunté.-Porque no cabe. - Ella se rió.Me congelé.-Oh-oh... - Emma soltó.Puta madre, Rebecca...-¡Ven! - Ella habló, agarrando mi mano con fuerza y tirándome hacia fuera.La seguí hacia el hall, ya trazando planes de cómo castigar a Rebecca por lo que haya hecho. Cualquier cosa lo suficientemente grande para no caber dentro de aquella cocina enorme la clasificaba como "culpable".Cuando llegamos al jardín, cerré los ojos lentamente y respiré profundamente. Sam soltó mi mano y salió corriendo al Mini Cooper negro aparcado delante del garaje, con las puertas abiertas.Un carro. ¿Por qué no había pensando en eso? Era algo de Rebecca.-¿No es genial? - Ella gritó para mí, a unos metros de distancia, entrando en el coche y sentándose en el asiento del conductor. - ¿Puedo conducir?-No. - Hablé, frotándome la frente y caminando hacia ella.-¿Por qué? - Preguntó decepcionada.-Porque necesitas un permiso de conducir para conducir.-¿Por qué?-Porque si conduces sin licencia de conducir vas presa.-¿Por qué?-Porque sí.-Aaah...-¿Dónde está mamá Becky? - Pregunté, queriendo asesinarla.-No sé. Ella estaba aquí...Cretina. Debe estar escondida.-Voy a buscarla. No dejes a bonbon entrar al coche, ¿ok?-Está bien. -Respondió, colocándose en el asiento, sosteniendo el volante y haciendo una expresión medio psicópata. Por las dudas, saqué la llave del encendido y me lo llevé conmigo.-¡Rebecca! - Llamé en mi tono de voz más enojado, entrando en cada cuarto de aquella casa y girándome para buscarla en el próximo cuando me daba cuenta de que no estaba allí. Entré en la biblioteca, en la sala y hasta la piscina. Emma me aseguró que ella no había pasado por la cocina. Subí y continué gritando su nombre hasta llegar a nuestra habitación. Entré en el baño y concluí que no estaba allí. Al girar para salir y continuar mi búsqueda, la encontré a un centímetro de mí, como una psicópata. Di algunos pasos torpes hacia atrás con el susto hasta golpear el fregadero de mármol.-Hola amor. ¡Feliz cumpleaños! - Ella habló tranquilamente, con una sonrisa maniática en la cara. Si no la conociera, podría jurar que Rebecca me apuñalaría en aquel segundo y se quedaría viendo mi muerte lentamente en los azulejos del suelo. - ¿Te gustó el regalo?-¿Recuerdas mis palabras exactas de anoche? - Pregunté, ignorando el hecho de estar casi siendo exprimida contra la pared.-Me acuerdo, sí.-¿Y cuáles son?-Dijiste que no querías ningún recuerdo de cumpleaños.-Precisamente.-¿Y qué tiene? - Preguntó, pareciendo divertirse.-"Tiene" que estuviste de acuerdo.-Sí. Estuve de acuerdo.Levanté las llaves del coche a la altura de sus ojos y las sacudí.-Entonces, ¿Qué mierda es esta?Ella fingió cara de espanto, como si hubiera sido verbalmente agredida.-¿Entonces llamas un coche "recuerdo"? Estoy sorprendida.Me controlé para no desgarrarla.-Rebecca...-Es mucho más que un recuerdo. Es algo muy útil.-Yo... No sé... conducir. - Hablé pausadamente, articulando las palabras muy bien para que las entendiera. -Ya está de más a la hora de aprender.Deseaba tener un martillo de carne en las manos para poder aplastar sus dedos, uno por uno.-Vamos... - Ella continuó. - Nunca te di nada de ese nivel.-¡Querías darme una casa en la Polinesia Francesa el año pasado!

My sweet prostitute (adaptación Freenbecky) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora