Capítulo I

13.8K 899 381
                                    

Forks era considerado un lugar cubierto por extensas leyendas sobre los hombres lobos y los vampiros, rodeado de altos y frondosos árboles, se encontraba ubicado en un lugar sumamente lejano de la ciudad, desolado y lo más importante para algunos habitantes del lugar, era demasiado silencioso, donde pocas veces salía el brillante sol y donde muy pocas veces ocurría un accidente automovilístico.

Era considerado un lugar aburrido y muy poco concurrido.

Muchos jóvenes de aquel pueblo se aburrían de la monotonía, siendo así que muchos de ellos decidían probar suerte en otra parte de Washington.

Habían pasado mucho tiempo desde que vieron la salida del sol y desde aquel día los atardeceres pasaron a convertirse tan solo en recuerdos, siendo opacados por el frio y la constante lluvia, donde la mayoría de días, la neblina cubría los altos y frondosos árboles.

Aquel lugar era perfecto para que muchos animales salvajes se escondieran en los bosques, llegando hasta una hermosa y desolada playa, teniendo una hermosa vista desde el acantilado, mientras que la mayor parte del tiempo, era la neblina que cubría toda la extensa parte de Forks.

Muchas veces los jóvenes se reunían alrededor de una fogata, para escuchar a los más ancianos que contaban demasiadas leyendas; una de ellas era que el bosque era habitado por lobos, grandes y feroces, que solían mostrar sus desgarradoras dentaduras, de un pelaje abundante y brillante de color chocolate, y aún más sobre unos seres sobrenaturales, que muy pocos han sido capaces de ver.

Donde sus ojos brillaban hasta volverse un rojo escarlata y sus rostros brillaban cuando se acercaban a la luz del sol.

Aquel lugar era perfecto para habitar demasiados seres fantasiosos, como solía llamarlo las personas del lugar, pero muchas personas tan solo creían que eran leyendas fantasiosas, esas que se le cuenta a un niño para dormir.

Los cinco jóvenes, sentados en los asientos de la segunda cabina, observaban con sus ojos calculadores todo el pequeño lugar, sus rostros no mostraban ni una señal de cansancio por todo el viaje en la carretera, tuvieron que pasar más de diez horas infernales en el auto de Carlisle, un hombre de piel sumamente blanca, con sus cabellos tan rubios como el mismo pétalos de un girasol y al costado de aquel bello ser, se encontraba una mujer con sus cabellos color chocolate y una piel pálida, pero siempre mostrando una sonrisa maternal en su joven y tersado rostro.

-No se preocupen chicos, falta poco por llegar. –Su suave y pausada voz sonó por toda la cabina del auto, pero ninguno de los cinco jóvenes dijo algo.

Vieron como las pocas casas de aquel lugar iban desapareciendo poco a poco para que luego el camino fuera cubierto por los altos árboles, a lo lejos se podía escuchar como los jóvenes salían de las escuelas, mientras que otros se quedaban conversando y riendo de cualquier chisme local.

Las casas fueron desapareciendo, llegando a la frontera del hermoso bosque, donde se alzaba una hermosa casa de tres pisos, con paredes de concreto blanco, donde el segundo piso mantenía una estructura de madera, sumamente hermosa, donde se podía ver todo lo extenso que era aquel bosque.

-Bueno, vayan a escoger sus habitaciones.

Carlise dejó una de las maletas en el suelo de piedra blanca, mientras observaba como cada uno de los chicos agarraba sus mochilas y caminaban despacio hasta ingresar a la hermosa casa.

Sus ojos negros observaron el delgado y menudo cuerpo de la mujer que había sido su esposa por casi noventa años; sintió el suave aroma que sus cabellos color caramelo desprendían y como el suave viento movía ligeramente.

Alzó su mirada hacía el nubloso cielo, mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su pantalón, sintiendo como aquel nuevo malestar empezaba a alojarse en su pecho, lentamente llevó su mirada hacía el bosque intentando observar a aquel nuevo ser a quien por quien sus sentidos se habían empezado a agitar.

Little pain  (yaoi-Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora