El viento empezaba a soplar con mucha más fuerza sobre la hermosa ciudad, trayendo consigo una cruel ventisca, alzaba con brusquedad todo a su paso, sin importarle que las personas sufrieran en aquella época de fiestas. Quedando atrás cualquier vestigio de la felicidad de los pequeños niños.
A pesar de que las nubes cubrían todo el majestuoso cielo, se podía sentir como la bruma empezaba a acercarse, poco a poco. Las personas se habían escondido dentro de sus cálidos hogares, refugiándose entre los brazos de sus seres queridos, mientras intentaban alegrarse al escuchar las travesuras de los más pequeños.
Jacob se encontraba observando embelesado como las lenguas de fuego se movían en un suave compás dentro de la chimenea, el calor de la taza de chocolate traspasaba la fina porcelana, pero no era suficiente para llenar su frío corazón. Podía sentir la mirada de Jasper sobre su espalda, pero intentaba no prestarle atención, intentaba distraerse con las voces de aquellas dos buenas personas que le abrieron la puerta de su hogar, o con la suave risa de aquel joven.
Pero a pesar de sentir una necesidad de quedarse a cuidarlos, sabía que tenía que volver a enfrentar lo que él era, podía sentir a su lobo interior quieto, esperando el día en que su otra mitad decidiera dar un paso adelante, talvez él no era un vampiro, talvez él no era un licántropo. Era extraño, se sentía extraño. Podía sentir la luna roja llamándole, pidiéndole a su lobo que salga y luche, pero él tan solo estaba cansado.
Jasper se había puesto de pie y tan solo se había quedado observando como el horizonte se llenaba de aquella nieva y esa bruma, el fuerte viento agitaba con fuerza los árboles, y un suave aroma a canela llegaba como una suave brisa de otoño. Jasper no había dicho nada desde que le habían permitido ingresar a aquella humilde casa, pero había agradecido silenciosamente cuando la mujer mayor le acercó una taza de chocolate. Sus ojos tan solo observaron aquel liquido marrón, no sentía la necesidad de beberlo, y cuando estaba vivo, nunca le había gustado el dulce, pero ante la mirada inquisitoria de Jacob tuvo que beberla, de sorbos pequeños y sin sentir nada.
Había prometido cuidarlo, pero aquella época del año era la que más detestaba, solo observaba y sentía las emociones de todos los presentes, no había intentado transformarlos. Y en un vano esfuerzo, recordó los tristes ojos de su madre, la sonrisa retorcida de su padre. No recordaba muchas cosas de su vida humana, pero no le gustaba lo que estaba sintiendo en esos momentos. Dio un leve respingo al sentir como alguien tomaba suavemente su mano, le dio una pequeña sonrisa, casi imperceptible al pequeño Jacob, e intentó relajarse.
-La luna es roja. -La voz de Dante se escuchó tan suave, que Jacob tuvo que fruncir ligeramente. Él también la había visto. La había sentido y oído. Podía oír sus suplicas, pero no tenía las fuerzas para poder salir y luchar con su verdadera naturaleza.
Se podía oír las fuertes y rápidas pisadas retumbar como un eco atravesando el frondoso bosque, la luna roja se podía ver con fuerza en lo más alto del cielo, su luz alumbraba el camino por donde los licántropos y los vampiros tenían que ir, ninguno perdía el tiempo. Carlise había oído el llamado de ayuda de Alice, y no habían demorado ni un minuto en reunir a todos los cambia formas y salir.
Podía sentir el aroma a sangre, la sangre de sus tres hijos, de los jóvenes a quienes él había adoptado. Podía sentir el suave aroma de Jacob, su hijo, su bebé. Y el rugido de Billy resonó por todo su cerebro, sabía que Jake no se encontraban con los demás, sus aromas se encontraban en otra parte, se encontraban dispersos y eso era algo que Aro esperaba.
Los ojos rojos de Aro se posaron con furia sobre los cuerpos que se encontraban desparramados en la mitad de su castillo; frunció con molestia su ceño al observar como el pútrido olor a sangre empezaba a llenar su hermoso hogar. Apretó con fuerza sus manos y no le importó sentir como el calor empezaba a repartirse entre sus dos extremidades.
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Little pain (yaoi-Mpreg)
FanfictionVarios siglos pasaron desde que fue convertido en algo que ni él mismo comprendía. Varios siglos estuvo buscando el motivo del por qué seguía con vida. Un pequeño cachorro en busca del amor, llevando una carga sobre sus delgados hombros y con un fut...