Capitulo IV

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Billy ingresó lentamente a su pequeña casa encontrándola en silencio y en plena oscuridad, se hubiese asustado, pero sonrió suavemente al escuchar las suaves respiraciones de los menores, acarició los cabellos de los niños y los abrigó con la suave manta y salió de la habitación.

Intentó conciliar el sueño, pero no podía dormir, lentamente empezó a removerse entre las suaves mantas de su cama y abrió lentamente sus ojos, sintiendo nuevamente su corazón agitado y fijó su oscura mirada en el oscuro cielo, la luna brillando en todo su esplendor, se puso de pie lentamente y se acercó al alfeizar, mientras que una pequeña sonrisa empezaba a asomarse por su rostro.

Sonrió suavemente al sentir aquella presencia, que hacía que su corazón latiese desbocado, en los más alto de una rama de uno de los muchos árboles del bosque, quiso alzar su brazo e intentar tocarlo, cerró lentamente sus ojos recordando las suaves facciones de aquel varonil rostro.

Aún no lo entendía, no entendía como había podido imprimarse nuevamente y una pena le invadió al recordar como su padre le había obligado a casarse: por el bien de la manada, había dicho, pero él nunca lo amó, pero aun así amó incondicionalmente al pequeño niño que nació de aquella miserable unión.

-¿Papi? –Billy volteó su mirada y observó el menudo cuerpo de su hijo y sus cabellos azabaches desordenados, y como detrás de él se encontraba Seth, con sus manos apoyadas sobre los delgados hombros de Jacob. Sonrió suavemente y extendió su mano indicándoles a los menores para que se acercaran.

Abrazó fuertemente a su hijo y a Seth, a quien lo consideraba su propio hijo, ocultó su rostro entre los cabellos del joven y no pudo evitar recordar como el menor había quedado huérfano después de que la manada sufriera un ataque de los Fríos.

Seth se acobijó entre los brazos de aquel hombre y se sintió feliz de haber encontrado una familia, sintió como el delgado brazo de Jacob le alcanzaba y sonrió, mientras apoyaba su mano sobre la del menor.

Llevando lentamente su mirada hacia la ventana observando a aquella hermosa luna, llevó su mano libre hasta su pecho, empezando a sentirse ansioso, nervioso y con una inmensa pena creciendo en su interior.



Había empezado a sentirse ansioso y estar encerrado en las cuatro paredes de su casa le agobiaba en demasía, sin darse cuenta había empezado a dar vueltas en la habitación que compartía con su novia desde hace más de cincuenta años, pero frunció ligeramente su ceño cuando el aroma a frambuesas de la vampira llegó hasta su sensible olfato.

Rosalie ingresó con una coqueta sonrisa en su rostro y cruzó sus delgados brazos alrededor del cuello de Emmet, pero no esperó que su novio la alejara levemente de su cuerpo.

-¿Estás bien? –Los ojos de Emmet se fijaron en las cuencas ámbar y como algunos mechones rubios caían ocultando parte de su terso rostro y volvió a fruncir su ceño cuando aquel aroma dulce penetró sus fosas nasales.

Emmet saltó con demasiada agilidad las altas ramas de los árboles, sintiéndose libre y relajado al sentir el aire frio del bosque, afianzó sus manos en la gruesa rama y absorbió aquel dulce aroma que llegaba tan despacio y ligero, achicó levemente sus ojos intentando observar al hermoso joven que se encontraba caminando por aquellas salientes raíces.

Sus fosas nasales se movieron ligeramente al percibir el aroma a sándalo y sin darse cuenta saltó de su escondite y caminó directo a aquel hermoso joven de cabellera azabache, sintiendo como su sangre empezaba a removerse inquieta, cada vez que se acercaba.

Cerró lentamente sus ojos sintiendo como la suave y armoniosa energía del menor empezaba a envolverlo, llevándolo a un estado de pura relajación y no pudo evitar sentir algo extraño al ver por primera vez aquellos ojos oscuros del más joven.

Little pain  (yaoi-Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora