Capítulo 8

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La llamada inesperada

Hailey.

—Recuérdame por qué estamos aquí. —le dije a Margot.

—Digamos que a Jules le ha dado por renovar todo su armario. —Respondió ella, tan tranquila.

Jules por cierto, daba vueltas frenéticamente en busca de ropa que fuera mínimamente de su agrado.

—¿Y eso incluye que se gaste un pastizal? —Pregunté.

Pues, no se conformaba con ir a tiendas que no fueran de lujo.

—¡¿Por que cojones nada me queda bien?!

Me gire para ver a Jules en un vestido rojo, el cual parecía hecho solo para ella, por lo bien que le quedaba.

—¿Nada te queda bien? —hice una mueca. —Chica, pareces la mismísima afrodita en forma humana.

Ella levantó las cejas sorprendida.

—¿Lo dices enserio? —Preguntó.

—¿Alguna vez te he mentido?

Eso le sacó una sonrisa. Sin decir nada más, fue a cambiarse y se dirigió al mostrador con el vestido.

Cuando volvió tenía el móvil en la mano.

—Mi hermano vendrá en diez minutos, tenemos que darnos prisa.

Solo pensar en Josh hizo que me emocionara.

¿Por qué?

Sigo sin explicar me lo.

—¿Josh va a venir? —Pregunte intentando ocultar mi emoción.

Lo cual funcionó, dado que su hermana suspiró con pesadez.

—Lo se, le dije al idiota de Liam que pasara por nosotras, pero al parecer Joshua se a ofrecido.

¿Josh se había ofrecido a recoger nos?

¿Por que será? No es por mí obviamente.

Pero aun así se me iluminó la mirada.

—No te preocupes. —Dijo Margot. —No tendrás que sentar te a su lado como siempre.

—Que pena. —Dije entre dientes.

—¿Que?

—Nada, nada.

—Bueno aun nos queda tiempo. —Margot puso una cara sospechosa. —¿Sabéis que significa?

No la entendí, pero Jules a mi lado lo hizo de inmediato.

—No, no, ni se te ocurra. —Se negó está última, rotundamente. —Ademas vamos con Ly.

—¿Y? Seguro que a Hailey le gusta.

Yo por mi parte, seguía sin entender nada.

—¿Gustar me? ¿El que?

—Ya lo veras. —Margot nos engancho a mí y a Jules del brazo y nos arrastro hacia mi peor pesadilla. —Voilà.

¿Una tienda de lencería? —Dije con horror.

—¡Sí! —La pelirroja nos volvió a arrastrar está vez al interior de la tienda. —¡VAMOS!

La ropa interior de este tipo me había dejado de interesar, una vez que supere la adolescencia.

Ya no veía más que trozos de tela, que no te cubren gran cosa.

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