~~Adrien~~
Un incesante y agudo sonido estaba molestándome, pero no sabía qué era ni cómo pararlo. El ruido parecía acercarse, cuando de pronto se detuvo. Complacido, y sin prestarle importancia, giré en la cama para seguir durmiendo.
— ¡Levántate perezoso!, ¡ya son las 7:30, llegarás tarde! –me gritó una conocida voz, mientras de un tirón me despojaba de las cálidas mantas y me exponía al frío.
— ¡Mamá! –grité enojado. — ¡Hace frío!, ¿quieres que me enferme?
Ella me miró seriamente con sus ojos color esmeralda, apoyando ambas manos en sus caderas. Su largo y liso cabello rubio le caía por la espalda, y un mechón se le fue a la cara. Era de estatura promedio, enjuta y de finos rasgos, debido a su sangre francesa.
Le sostuve la mirada desafiante, hasta que ella enarcó su ceja izquierda. Me rendí y me levanté de la cama, a regañadientes. No podía pelear contra mi madre, ella era muy severa con los castigos. Y daba miedo.
Me dedicó una cariñosa sonrisa y me besó la frente.
— Au revoir! (adiós). Vete luego a clases –se despidió de mí mientras dejaba mi habitación para ir al trabajo.
Es decoradora de ambientes y también profesora de francés en un instituto de idiomas. Hoy creo que le toca dar clases. Mi padre es ingeniero comercial y trabaja en una empresa de electrónica. Él tiene el cabello negro y rizado, aunque siempre lo llava corto, por lo que no se le nota; es alto, tiene la piel blanquísima y los ojos castaño oscuro.
Mis padres se conocieron en Francia, pero cuando mi madre llegó a Chile comenzaron a salir y se casaron. Siempre he admirado a mi madre por el sacrificio que hizo dejando su patria y a su familia para quedarse acá y formar la suya. No la admiro por hacerlo por amor, sino por perseguir sus sueños hasta realizarlos. Ahora, que ese sueño fuera casarse y vivir con mi padre, es otra cosa. Sigo sin entenderlo.
Entré rápido al baño para lavarme y arreglarme, y rompiendo un nuevo récord, estaba completamente listo en seis minutos. Soy genial.
Busqué y arreglé mi mochila y bajé al comedor para servirme un pan y comerlo en el colegio. Marceline estaba terminando el desayuno y al verme puso los ojos en blanco.
Le saqué la lengua.
Estaba metiendo el emparedado en la mochila, cuando recordé que no había guardado el informe de química.
— Mierda –exclamé.
— ¿Ahora qué se te olvidó? –preguntó marci.
— Se me olvidaba la tarea –le respondí.
— ¿Otra vez no hiciste tu tarea? Adie, te van a poner un uno si sigues así.
— ¡No! Esta vez sí la hice. Ya verás –pronuncié mientras subía la escalera corriendo para buscar el documento en mi habitación, que estaba sobre el escritorio.
— ¡Mira! –le grité mientras de un golpe dejaba el informe sobre la mesa, frente a ella.
Y ocurrió la tragedia, el augurio de que sería un mal día.
Marceline, una adicta al café con leche, estaba sirviéndose otra taza de esta mezcla. Agarró la caja de leche justo cuando yo dejaba el reporte sobre la mesa, y se asustó tanto con el golpe que derramó todo el líquido sobre el informe, estropeándolo irremediablemente.
— ¡Noooooooooo! –exclamé alterado. — ¡Mi trabajo! Marceline, ¡qué hiciste?
Ella estaba en shock, y tiritaba un poco. Tenía el cabello tomado en dos coletas y una bufanda azul marino le envolvía el cuello. Llevaba el uniforme del colegio, chaleco oscuro, falda gris, pantis de lana del mismo tono y zapatos negros. Todavía sostenía la caja de leche, y con su otra mano agarraba nerviosamente la punta del chaleco.
ESTÁS LEYENDO
¡Date prisa y enamórate de mí! [PAUSADA]
RomanceAdrien es un chico común y corriente, amante del básquetbol y las mermeladas. Jamás se ha enamorado, y no es que tenga algo en contra del amor, simplemente no le ha llegado. Pero pronto reaparecerá en su vida un adorable chico dispuesto a ganarse su...