Especial 3: La casa de los espejos

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Sin duda, Adrien había tenido la mejor idea ese día al pedirle a Is que fueran juntos a una feria que estaban realizando en un parque del centro. Lo que Is no se esperaba es que allí también estuvieran Lisa, Cari, Leo y Teo. Había sido demasiado iluso al creer que su francesito le había llamado para una cita.

Teo tampoco se veía muy contento por estar allí, y cuando vio a Is, su corazón se detuvo momentáneamente, Leo se dio cuenta, molesto le agarró el trasero a su erizo y se lo llevó a comprar unas manzanas confitadas, que sabía le gustaban a su amante. Cari se lanzó a abrazar a Is, pero Adrien se lo impidió, y llamó a Lisa, quien tras saludar a Is agarró a Cari del cuello de su vestido rosado pálido y la arrastró donde Leo y Teo, para salvar a este último.

—Lo siento por eso, olvidaba lo loca que se ponía. Pero las ferias le gustan más que cualquier otra cosa, así que ya no nos molestará –le comentó Adrien a su enamorado, quien le sonrió tiernamente de vuelta, produciendo que se le acelerara el corazón.

—¿Así que quieres que estemos solos? Podrías habérmelo dicho antes y nos habríamos ahorrado todo este inconveniente.

Adrien se sonrojó, Isa se estaba pasando con su comentario.

—Oye gremlin, no sé lo que piensas, y no quiero saberlo. Sólo te invité porque quería divertirme contigo. ¡No de manera sexual!, ¡solo como amigos! –se empeñó en aclarar Adrien, moviendo sus manos exageradamente.

Is resopló, molesto, él no quería ser sólo el amigo de Adrien, quería ser su amante y tener sexo. Pero sería paciente, ya lo tendría entre sus brazos, desnudo y a su merced.

—Bien, ¡pero no me llames gremlin! –le recriminó al francesito, porque de verdad odiaba ese apodo. Él no era un jodido gremlin.

Is le tendió la mano a Adrien, quien la agarró por inercia, pero en cuanto se dio cuenta se soltó, avergonzado, con el pulso acelerado y la cara roja. El pelirrojo no estaba satisfecho con ese paseo lado a lado, pero le divertía ver lo nervioso que se encontraba Adrien. Tal vez sí era una cita después de todo.

—Oh... ¡Mira Adrien!, ¿quieres uno? Invito yo –le dijo el pelirrojo a Adrien, sonriéndole con alegría.

Adrien dirigió su vista al lugar que le señalaban, y se encontró con un puesto de jugos que decía "bebidas mágicas", con un tablero que mostraba todos los jugos y lo que hacían. Uno te volvía invisible, otro te hacía fuerte, otro te volvía pequeño como una moneda, y así muchos más, pero Is se había fijado en uno que te daba apariencia de animal.

—No crees que es verdad, ¿cierto? –le preguntó Adrien a su acompañante, quien observaba con un peligroso brillo una sección de los jugos, la que mostraba en qué animales te convertía–. No quiero nada de eso, vámonos.

—Adrien, espera –le suplicó Is, agarrándolo del brazo, mirándolo dulcemente, tanto que lo hizo dudar un buen rato, para terminar cediendo a los caprichos del pelirrojo. Cómo odiaba caer ante esos ojos.

—¡Bien, vamos! –lo jaló hasta el puesto–. Hola, quiero dos jugos, uno normal y otro de apariencia animal –pidió el pequeño y luego pagó.

¿Uno normal? Entonces Is se tomaría el de apariencia animal.

—¡Me gustan los perros! –exclamó Adrien–. Especialmente los cachorritos.

Is se giró a mirarlo, confundido. ¿Acaso Adrien creía que él se tomaría el normal? Rayos, ahora no sabía cómo decirle que era al revés, y si pedía por él probablemente se enojaría, pero...¡de verdad quería verlo como un gatito!

—Amm... ¿Qué sabor de jugo quieres? –le preguntó para cambiar de tema. Podría mentirle y decirle que yo no quedaban, y pedirle el de gatito.

¡Date prisa y enamórate de mí! [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora