8. El pasado siempre se hace presente, si no fue bien cerrado

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~~Leonardo~~

Uau... Todavía no me creo esa de que Is sea todo un experto en sexo. Digo, desde el primer momento en que lo vi, supe que no era para nada la mosquita muerta que aparentaba ser, después me di cuenta de que estaba demasiado interesado en mi bro, y para el tercer día ya sabía que era un atrevido y que iba en serio. Pero jamás imaginé que fuera uno de los míos. ¡Mucho menos que fuera uno de los ex amantes de Teo!

¿Qué clase de chico es Is? Y, ¿en qué problema acababa de meterse Adrien?

Por la santa mierda.

Siempre quise que mi bro tuviera pareja, sexo, una relación amorosa, ¡lo que sea que involucrara a otra persona! Pero esto es demasiado, incluso para mí. No quiero que se espante y sea virgen para siempre, no pienso ser el mejor amigo de un puto cura. Ni cagando. Además, sé que Is no es mala persona, está loca e irremediablemente enamorado de Adrien, y desesperado por estar con él. Me dio un poco de pena cuando lo vi hace un rato, aterrado porque descubrí su secreto, pensando que se lo diría a mi bro.

Así que, el increíble de Leo, tiene que encargarse del problema y solucionarlo, como de costumbre. Me pregunto cuándo, esos imbéciles de mis mejores amigos, se darán cuenta de las cosas que hago por ellos y me lo agradecerán.

Y justo aquí está el pequeño, gran, y seductor problemita que tengo que neutralizar ahora.

—Oye, ¿me das uno? –le pregunté a Teo, quien estaba sentado en la banca del paradero, con su polerón abierto, dejando al descubierto ese sensual cuello suyo. Su cabello estaba completamente desordenado, y su mirada más oscura que de costumbre, pero no era amenazante. Conocía muy bien esa expresión.

—¿Así que ahora fumas? Creí que jamás caerías ante los vicios de hombres detestables como nosotros –me respondió, ofreciéndome un cigarrillo, el cual yo acepté.

—Y no lo he hecho, sólo pruebo un poco de vez en cuando. Además, esto no hace detestables a las personas, es lo otro le contesté sentándome a su lado mientras ponía el cigarrillo en mi boca. Lo tomé del cuello de su polera y lo jalé hacia mí, dejando nuestros rostros a escasos centímetros de distancia, juntando nuestros cigarros para encender el mío.

—No has cambiado nada –me dijo Teo, sepárandose de mí y sonriéndome de lado, votando el humo por su boca sin soltar el cigarro.

—Y tú demasiado. Te estás pareciendo a tu viejo –le comenté apenado. Me saqué el cigarrillo de la boca y voté el humo, haciendo círculos. Un truco que el padre de Teo me enseñó.

—No me hables de ese animal. No es mi padre –me espetó Teo, poniéndose de pie, votando el cigarro y aplastándolo con furia con su pie derecho–. Sabes que mi padre es otro –dijo mirándome a los ojos–. ¿Qué quieres? Esta es la primera conversación decente que hemos tenido desde que entré a esta escuela.

Lo miré tratando de mantenerme firme, para que no se notara mi remordimiento y tristeza, cosa que logré, como siempre.

—Lo sé, lo siento, pero es la verdad. No puedo evitar enojarme, al ver lo mucho que te estás pareciendo a ese imbécil. Y siento también lo otro.

—Ja. No seas ciníco, no es lo tuyo. No querías hablarme, al menos sé hombrecito y admítelo. Y no me compares con ese animal, yo no soy ni jamás seré como él –declaró con rabia, observándome. Me dolía mucho verlo así–. ¿Has venido por lo de tu amigo, el basquetbolista? No tengo nada en contra de él, pero se metió en mi camino y quiero de vuelta lo que es mío.

¡Date prisa y enamórate de mí! [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora