4. ¿Te gustan los hombres?

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~~Isaac~~

El día estaba muy helado, mucho más que ayer, y las nubes en el cielo eran completamente oscuras. Probablemente están repletas de agua. Anunciaron lluvia para hoy, aunque aquí no suele llover mucho. De todas formas, estoy congelado hasta los huesos y se me olvidó traer paraguas.

Y por si fuera poco, voy llegando tarde a mi segundo día de clases. A nadie más que a mí se le podría ocurrir cambiarse de colegio a principios de junio. Pero valió la pena.

No pude evitar sonreír ante el recuerdo de Adrien. Realmente pude encontrarlo después de meses de búsqueda. Bueno, sabía que lo haría tarde o temprano, pero no pensé que me costaría tanto.

— Eres un pequeño travieso –susurré en el aire.

Llegué al salón, donde estaba templado, y antes de poder divisar a Adrien un montón de chicas se me acercaron a saludarme.

Sé lo que piensan, que soy muy lindo y simpático, que mi cabello es sedoso y darían todo por tener una piel tan tersa y suave como la mía. Pero eso era todo. Sólo me veían como una especie de muñeco con el que podían jugar y a quien envidiar sanamente, porque soy un chico. Otras me veían como un niñito al que podían mimar, y a quien debían proteger de los descerebrados y brutos de sus compañeros.

Son muy pocas las que de verdad quieren ser mis amigas, y me respetan como hombre, como Lisa. Y es aún más raro para mí hacer amigos tan pronto, siempre me ha costado mucho, debido a mi infantil apariencia. Y a que generalmente terminamos involucrándonos más de lo que deberíamos. Ya he tenido varias de esas experiencias que terminaron mal, aunque las disfruté mucho, pero esta vez es diferente. Él es diferente, y no puedo dejarlo escapar.

Muy pronto serás mío Adrien.

Logré deshacerme de mis compañeras y avanzar a mi puesto. Adrien estaba sentado en mi silla y conversaba con Leo, de algo gracioso por lo que se veía. Lisa estaba de pie entre esos dos, y llevaba su pelo color chocolate suelto, que le caía como una cascada sobre sus hombros.

Me vio y me saludó con la mano.

— ¡Hola Is! –exclamó. — Te estábamos esperando, ¿cierto Adrien? –le preguntó dándole un empujón en el hombro.

Él levantó la vista y me observó. Lucía más serio que de costumbre, y entrecerró un poco los ojos, como si estuviera analizándome. Luego se pasó la mano por su lacio y desordenado cabello negro, y terminó ocultando su oreja izquierda con ésta.

La misma oreja que le mordí ayer. ¿Estará molesto?, ¿se sentirá extraño conmigo ahora? 

¡Rayos! Sabía que debía ir lento con este chico, pero simplemente no pude contenerme ayer, no después de que él se recostara sobre mí de esa forma, y me mordiera tan provocadoramente.

Eres muy ardiente Adrien.

— Hola chicos, ¿están bien? Yo me congelo –los saludé, acercándome a mi asiento, específicamente a Adrien.

Lo miré risueño, abrazándome, buscando su simpatía para así ganarme de a poco su corazón, hasta dejarlo rendido a mis pies.

Como yo lo estoy de ti.

— ¿Por qué todos están d-de p-pie? –pregunté castañeteando por el frío, sin querer.

Me abracé todavía más fuerte. Parece que la sala no estaba tan templada como creía. A este paso terminaré convertido en una estatua de hielo.

— A-argh...de-detesto el fr-frío –exclamé casi en un murmuro.

¿Por qué este año debía ser tan helado?

¡Date prisa y enamórate de mí! [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora