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Parte 2

Tao Pruk bajó la taza de té humeante, posándola con cuidado en la cerámica, antes de mirar al rostro impasible de su hijo mayor.

Zee era, en muchos sentidos, muy parecido a su madre, Darin. Su difunta esposa siempre se caracterizó por tener una expresión tranquila e inalterable, capaz de esconder sus emociones con tal facilidad, aunque a escondidas se dejaba amar por él. Además, Darin fue siempre una gran bailarina, y Nunew le recordaba mucho a ella.

―¿Enviaste a Nunew con las Cortesanas? ―preguntó el Emperador, dejando que la sirvienta le llenara la taza de té―. Pensé que ya ibas a pedirle matrimonio.

―Es muy pronto ―respondió Zee, reservado y haciendo una extraña mueca con la boca. Tao sabía que era un gesto que heredó de Darin―, todavía necesito pensarlo bien.

―Pensarlo bien ―repitió Tao, suspirando―. ¿Tienes alguna Cortesana en la mira, también? ¿Tal vez Jennie?

Jennie, su hermosa y atenta prima. Zee se crio junto a ella, pues ambos eran de la misma edad, pero una vez fueron cumpliendo más y más años, la distancia entre ellos aumentó. A Jennie empezaron a instruirla para convertirse en su concubina, y Zee ya no podía discernir los acercamientos de ella como amistad o un interés romántico.

Por lo mismo, sabía que Jennie era una gran y excelente candidata para Emperatriz. No sólo fue instruida para responder a las necesidades de esposa, sino también en la política y economía con el objetivo de ser una ayuda para Zee.

―¿Crees que sería una gran Emperatriz? ―preguntó su hijo, bebiendo vino con pausa―. Ella es...

―Es una gran opción ―contestó el Emperador―, el otro día cené con ella y actuó muy amable y tranquila.

―Cité a Rosé ―Zee hizo un gesto con su mano y los sirvientes salieron del cuarto de su padre. Esperó a que quedaran a solas para continuar― la verdad es que... tengo varias dudas, padre.

Tao lo supo desde que Zee entró a la habitación. Vio la mirada de duda, los ojos inciertos, el movimiento impaciente de su mano en un gesto que conocía demasiado bien. Su hijo mayor siempre fue muy ansioso, tal vez por todo el peso que recibió desde muy pequeño por ser el heredero del imperio.

―Supongo que por el tema de tu matrimonio ―comentó el Emperador―. ¿Qué es lo que te atormenta?

―Necesito tu consejo respecto a la futura Emperatriz ―suspiró Zee―. Sé que me has dicho que puedo elegir, pero sé también las cualidades que se espera de mi consorte.

Una Emperatriz amable, compasiva, que le aconseje y, por sobre todo, tuviera una buena posición política y, tal vez, internacional. El Imperio Shilla estaba atravesando un gran período de prosperidad y estabilidad, pero eso no quitaba que existieran ciertos problemas, en especial en las fronteras. Por ejemplo, había roces muy importantes con el reino de Jisoo, Baekje, por lo mismo la chica estaba allí, para tratar de interceder en favor de su pueblo.

―Tuve la fortuna de amar a tu madre, y que ella fuera, al mismo tiempo, una mujer proveniente de un reino vasallo importante ―contestó Tao―, pero sé que estás en una encrucijada.

Zee permaneció callado, escuchándolo con una expresión algo inquieta. Tao sabía que podía usar el poder que tenía a su favor, pero también era un hombre justo.

―Jennie es una buena opción ―habló Zee con lentitud―, y Lisa posee un reino con una importante flota naval que nos ayudaría en el comercio.

―¿Y Nunew...?

―Pero Nunew es el que me interesa, en realidad ―completó el príncipe.

Tao bebió de su té, pensativo.

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