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Consorte Chawarin. Emperatriz Chawarin. Qué bonito sonaba en la mente de Nunew.

―Nu.

El muchacho se arrebujó entre las sábanas, sintiendo el caliente cuerpo del príncipe al lado suyo. Le sorprendió brevemente sentirlo allí, pues cuando solía quedarse con él por las noches, al día siguiente despertaba sin compañía. Sabía que Zee tenía muchos asuntos que resolver, así que no se lo reprochaba, sin embargo, era agradable estar con él a su lado.

―¿Prukie? ―murmuró, adormilado―. Déjame dormir un poco más...

―¿Eso quiere mi lindo prometido?

―¿Prometido? ―repitió Nunew, y abrió los ojos de golpe, encontrándose con el hinchado rostro de Zee, de seguro por el sueño―. ¿Cómo, mi Príncipe?

Zee enarcó una ceja, un poco burlón ante el aspecto del menor, pero si era sincero, no le importaba demasiado. ¿Qué acababa de decir Zee?

―¿No te lo dije ayer, o estaba soñando, acaso? ―preguntó el príncipe―. Te haré mi Consorte ―reflexionó un momento―. Consorte Chawarin, ¿te gusta?

―¿Consorte Chawarin? ―repitió Nunew, antes de sentarse bruscamente en la cama―. Zee, ¿estás hablando en serio?

―¿Zee? ―cuestionó el mayor―. Ahora, deberás llamarme marido.

Nunew ni siquiera pudo controlarlo, y soltó un grito de la emoción, rodeando con sus brazos el cuello del príncipe. Zee soltó una risa que pronto quedó ahogada por los labios del muchacho, que lo besó en la boca, apenas creyendo lo que estaba escuchando por parte del de cabello negro.

Zee lo besó con suavidad, agarrándolo de la cintura.

―Mi Señor, mi Señor... ―gimió Nunew― ¿no estás jugando conmigo? Si es así, me romperías el corazón.

―Claro que no ―exclamó Zee―. Ya lo he decidido, amor mío. Te casarás conmigo.

―¿Cuándo? ¿Cuándo?

―Lo antes posible, por supuesto ―el príncipe se recostó en la colcha―, para que así, pueda follarte pronto.

Nunew chilló por la indignación, dándole un golpe en el pecho y arrancándole más carcajadas al mayor.

―No sé por qué estás tan desesperado por eso ―reclamó Nunew― considerando que te has acostado con todo tu harem...

Las risas de Zee se detuvieron de golpe. En un inicio, el muchacho no lo tomó en cuenta, todavía fastidiado por las palabras del príncipe, pero al darse cuenta del raro silencio que se asentó, se giró a verlo.

―¿Acostarme con todo mi harem? ―preguntó―. ¿Quién te ha dicho esa estupidez?

Nunew parpadeó, atónito por la pregunta que le hacía. ¿Cómo que estupidez? ¿Acaso jugaba con él? Era algo que ya todo el mundo sabía, se comentaba demasiado en el palacio, no sólo por algunos sirvientes, sino por las mismas cortesanas. Jennie, Rosé, Lisa y Jisoo se la pasaban comentándolo y riéndose por lo que hacían.

―Todos ―dijo, sacudiendo su cabeza―. Todas.

Zee arrugó el ceño, disconforme y visiblemente molesto, pero Nunew no sabía qué había dicho mal. ¿Es que acaso no quería hablar esas cosas con él? Es decir, podía entenderlo, ¿no resultaría un poco incómodo? Ese repentino pensamiento le produjo cierto malestar en el estómago, tratando de no pensar en el hecho de que, a pesar de que contrajera matrimonio con Zee, eso no iba a significar que fuera completamente suyo. El concubinato...

―No me he acostado con ninguna concubina ni cortesana, Nunew ―habló Zee, sacándolo de sus pensamientos― lo que has oído, esas cosas... Son mentiras.

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