👑 JEWEL 🤴

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Parte 2

Los siguientes días, los ensayos prosiguieron con relativa calma. No se habló más de Jinjin, ni de Magic, ni de Miyoon, y el resto de concubinas y bailarinas parecieron entender con rapidez que meterse con Nunew estaba fuera de sus límites. A lo más, podían mirarlo feo y susurrar para hablar pestes de él, pero hacerle daño era imposible. Incluso el Sumo Sacerdote lo comenzó a ignorar, como si no existiera, y eso era mucho más cómodo para Nunew que soportar sus comentarios mordaces.

A Zee no lo vio mucho, aunque eso ya se lo esperaba, pues debido a la cercanía de Chuseok, tenían una serie de asuntos qué resolver.

Dos días antes del inicio de la festividad, aprovechando el pequeño tiempo muerto que tenía el concubinato, Jennie invitó a Nunew a pasear por el patio del palacio. Lo incómodo fue ver que Rosé iba delante, con Lisa y Jisoo, que habían decidido ignorarlo todo ese tiempo.

―¡Mira, es el Príncipe!

Los cinco escucharon los cuchicheos de una concubina, que cuchicheaba con una sirvienta al girar hacia un patio interior. Nunew se dio cuenta de que estaban pasando por el patio de entrenamientos, donde la familia imperial se formaba en distintas artes de la guerra.

Nunew contempló, en silencio, a Zee alzando su espada delgada y filosa, deteniendo un golpe que Max le lanzó con fuerza. Su corazón se aceleró, aunque en temor de que algo pudiera pasarle, a pesar de que fuera sólo una práctica. Sin embargo, pronto se calmó al notar cómo esquivó la estocada sin mucha dificultad, moviendo su espada con elegancia y viéndose poco complicado.

Se percató de que no era el único observando al príncipe. La concubina que hablo, Sora, tenía los ojos brillando por la emoción, de seguro esperando recibir una pequeña mirada por parte de Zee. Según lo que recordaba Nunew, ella era la hija menor de un consejero del Emperador, pero aun así, era mayor que el muchacho.

Y no sólo ella se dedicaba a ver el entrenamiento. Jisoo, Lisa y Rosé también observaban la situación con entusiasmo, quizás esperando lo mismo que la concubina. Jennie, por último, se veía un poco aburrida.

Zee hizo una finta sorpresiva, haciendo que Max retrocediera, y en otro rápido movimiento, el príncipe lo desarmó con poca dificultad. La espada que el guardia sostenía cayó al suelo, y Max levantó sus manos con calma en un gesto de "me rindo".

―Tienes visitas, Zee ―habló Max en voz baja, llamando la atención del aludido, que miró hacia el pasillo que bordeaba el patio y algunas personas lo veían―. Cuánta gente queriendo tener una miradita de su Señor ―añadió con un tono burlón, provocando que Zee bufara.

Su mejor amigo recogió la espada y Zee guardó su arma en la vaina, atada a un costado suyo gracias al cinturón que cargaba encima.

―¡Mi Señor! ―habló de pronto Sora, haciendo que el resto se sobresaltara― ¡Usted... usted pelea muy bien! ―habló, sonriendo con timidez.

Zee le dirigió una mirada de reojo, lo que ocasionó que ella se ruborizara e inclinara la cabeza. Nunew no quiso burlarse en su interior, pero la idea apareció sin poder controlarlo: qué ridícula actuaba, queriendo llamar la atención de Zee.

De inmediato se sintió mal, como si no correspondiera pensar algo así. Sin embargo, Nunew sabía que no era perfecto y, por lo mismo, sus sentimientos a veces se desbordaban. En especial lo que atañía a Zee.

―Gracias, concubina Kamon ―dijo el príncipe.

―Le he preparado hotteok ―continuó Sora, entusiasmada― por si quiere probarlos. Si usted me lo permite, puedo traerlos ―pestañeó con lentitud, coqueteándole―, y los probamos en un sitio adecuado. Le aseguro que quedaron deliciosos, mi Príncipe.