👑 JEWEL 🤴

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Parte 2

Zee miró hacia las murallas de la ciudad con expresión apática, como si de esa forma, pudiera derrumbarlos de un segundo para otro. La frustración crecía en el Príncipe Heredero cada día y todos en el campamento ya tenían más que claro su evidente disgusto ante las decisiones tomadas, pero al ser minoría al momento de votar, poco se podía hacer.

―Zee ―se giró cuando escuchó la voz, dándose cuenta de que era Max―, vamos, se está haciendo tarde.

Le dirigió una última mirada a los grandes muros que poco habían cedido a pesar de los constantes cañonazos que lanzaron días atrás. Los barcos tortuga que habían rodeado el puerto hundieron la mayoría de barcos y destruyeron el puerto, pero al momento de acercarse más, los cañones de las torres que protegían de un posible desembarco lanzaban su carga. Ya habían perdido varios geobukseon de esa forma, así que se decidió mantenerlos alejados y presionar por sitiarlos.

Zee creía que era una maldita pérdida de tiempo. Seguía abogando por ataques más directos, por invadir la capital y derribar a la familia real de Lisa. Lo único que deseaba en ese momento era acabar con esa jodida guerra y volver a su hogar, con Nunew y su hijo.

Más de tres meses había estado lejos de él. No creía que pudiera extrañarlo más cada día, pero era posible: Zee hasta ya soñaba con estar con él.

―¿Han llegado nuevas cartas? ―preguntó en cambio, volteándose y caminando para volver al campamento.

―Sí ―Max le tendió la suya―. Habrá una nueva reunión luego de cenar.

―Bien ―Zee recibió la carta, pero no la abrió―. Max, ¿qué opinas de esto?

Su mejor amigo y segunda mano se quedó callado unos segundos en lo que avanzaban al campamento. Fue en silencio los primeros minutos, pero Zee no le presionó a contestar.

―También estoy ansioso por volver ―dijo Max―, pero entiendo la decisión que tomaron antes, a pesar de que pienso que no está teniendo los resultados esperados. Sitiarlos nos ayuda a no tener tantas bajas y evitar el peligro directo, sin embargo, también nos está afectando a nosotros debido a que las reservas se acaban cada semana y debemos esperar que nos envíen más. Muchos hombres están molestos también. Es una situación difícil, Zee. Ahora, sólo quiero que esto termine pronto.

El príncipe sabía eso. Si bien el matrimonio entre Rosé y Max no fue por amor, ellos se conocieron, comprendieron y quisieron, y su guardia también estaba preocupado por su esposa y su hijo. Zee sabía que la chica estaba siendo protegida y cuidada por lo que le contaba Nunew en sus cartas, aunque la preocupación no se calmaba con eso.

―Pasó todo el invierno, pero poco hemos hecho ―dijo Zee―. Veré a qué llegamos en esta nueva reunión, sin embargo, seguiré insistiendo en lo que he venido presionando hace ya tiempo. El asedio se ha extendido demasiado y no parece que ellos vayan a rendirse.

―Deben quedarles menos provisiones ―señaló Max, aunque se notaba la duda en su voz.

―Por supuesto, pero a nosotros también ―replicó Zee―. Y hemos acabado con la mayoría de los pueblos que pertenecían a Tainan. Sólo nos queda la capital, pero como sigamos así, esto se alargará otras dos lunas más ―una pequeña pausa―. Nunew ya estaría en su sexto mes de embarazo.

―Su prometido es una persona fuerte ―dijo Max.

―Lo es ―admitió Zee sin vergüenza alguna―, pero yo no. Cenaré ahora, nos vemos en la reunión.

Max le hizo un gesto con la cabeza en señal de razón y Zee se apresuró a ir al interior de su tienda. El cabello le había crecido mucho las últimas lunas y cada tanto tenía que afeitarse para no parecerse a su padre, aunque la última vez que lo hizo, fue varios días atrás. Estaba sintiendo la barba picar en ese momento, e hizo un mohín mientras abría la carta recibida.