Capítulo veintitrés: Un regalo

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Capítulo veintitrés: Un regalo


Efectivamente Alastor no se encargó del hotel y se fue a visitar a su amiga del infierno, quien no paraba de tener una dulce risa mientras ambos estaban deleitándose con sus meriendas en aquella mesa de jardín.

¿Podrías ya dejar de reirte? -preguntó Alastor.

Solo estoy feliz -dijo Rosie.

¿Se puede saber el por qué? -preguntó Alastor molesto.

Pues, porque ya aceptaste tus sentimientos por el rey -dijo felizmente Rosie.

Te equivocas... otra vez. Ya te dije que tengo un acuerdo con alguien y el último objeto que necesita para liberarme y darme lo que acordamos es una considerable cantidad de sangre de angel, esta es la forma mas rapida de conseguir lo que quiero, nada más -dijo Alastor cruzando sus brazos.

Muy bien, tengo varios problemas con eso -dijo Rosie dejando su risa aun lado.

¿Y esos son...? -Alastor esperaba respuesta.

Uno. ¿Con quien hiciste el acuerdo? Por todo lo que me has dicho, de cómo te comunicas con esa persona y todo lo que le has entregado, no creo que sea de fiar, es decir, no creo que cumpla su palabra. Dos. Alguien que pide sangre de ángel ¿En serio? ¿No te das cuenta de lo peligroso que puede ser eso? La sangre angelical no solo es exquisita para nosotros los caníbales, sino que tiene propiedades muy poderosas. Tres. Todo esto puede afectar a ti y a los demás, aunque no quieras admitirlo, se que te has encariñado con los integrantes del hotel, en especial del rey, y esto, puede que los perjudique. Cuatro. ¡Alastor! Pon atención... -decía Rosie cuando Alastor apartó la mirada, pues no quería aceptar que tenía ese "sentimiento" por otros- Lucifer es el rey del infierno y además un arcángel, no solo le estas entregando a esa persona desconocida sangre de ángel, sino ¡Sangre de Archangel! y de uno de los más poderosos. Cinco. Siendo él el rey, yo creo que puede liberarte, él puede liberar a cualquiera de cualquier trato, te estás dañando a ti mismo. Eso es lo que me preocupa, que no haya vuelta atrás para ti o tus seres queridos -finalizó Rosie.

Tsk, te preocupas demasiado -dijo Alastor.

Alastor, ¿Quién es la persona? -preguntó Rosie.

Alastor apartó su mirada, evitando la pregunta.

Alastor -exige Rosie.

Tsk... es... -decía Alastor.

Rosie espero respuesta.

Lilith -dijo Alastor.

Rosie mira a Alastor, ella tenía una mirada triste, se levanta de la silla y camina hacia un rosal.

Vas a lastimar a Lucifer -dijo Rosie sin mirar a Alastor.

Alastor mira lo que quedaba de su té, pues no sabía dónde apartar su mirada, estaba enojado, pero también estaba apenado.

Al, querido, dile, no es tarde y además... -Rosie le dirige una media sonrisa- es mejor que no se entre después por accidente.

No se va a enterar y... no es como que me importara, conseguiré mi libertad, mi poder y me iré de este maldito lugar, haré lo que quiera y me vengare de todos los que me pisotearon alguna vez, no los volveré a ver, a ninguno de ellos, en especial del maldito ángel caído, así que todo estará bien.

Rosie suspira -Haz lo que quieras entonces, pero lo vas a lamentar -Rosie se acerca a Alastor y posa una de sus manos en la mejilla del demonio de la radio- Te veo muy feliz, finalmente puedo ver "tu yo real" y todo debido a que te has abierto con alguien que lo vale, no lo pierdas Al, será un dolor con el cual no podrás lidiar -dijo Rosie.

Eso no me pasara, seré yo siempre -decía Alastor mientras se levantaba- Me llevaré una caja de chocolates de tu tienda, necesito seguir fingiendo que ando en una relación con el rey, así que creo, que tengo que esforzarme, nos vemos -se despidió Alastor.



En el hotel...

Lucifer se encontraba en la cocina preparando una taza de té, su hija y sus amigos decidieron tomarse el "día libre" para cantar en el infierno sobre la redención del hotel, es decir, se lanzaron a hacer propaganda.

Ohh, ¿Te dignas a aparecer? -preguntó Lucifer caminando hacia la sala con una taza de té en sus manos.

Pues mira quien habla "tengo que hacer cosas importantes de rey" -remato Alastor.

No era nada de la realeza -dijo Lucifer soltando una pequeña risa.

Bueno, como sea, toma -dijo Alastor aventando la caja de chocolates a Lucifer.

¿Y esto? -preguntó Lucifer al atrapar la caja y empezando a abrirla.

¿Pues tu que crees que es? -preguntó molesto Alastor.

Un regalo ¿de ti? -preguntó emocionado Lucifer al ver todos los chocolates de... ¿carne?

Del pueblo caníbal -dijo Alastor.

Si, Charlie me dijo que te gusta ir a ese lugar ¿Eras caníbal en tu vida humana? ¿Por eso me pides sangre? -preguntó curioso Lucifer.

No es tu incumbencia -dijo Alastor cruzando sus brazos.

Bueno, yo también te tengo un regalo -dijo Lucifer.

Ohh, que maravilla ¿De qué se tratará? -preguntaba Alastor fingiendo interés.

Estaba buscando una persona en particular, al ser rey del infierno, bueno, pues se tienen algunos privilegios, esta personita al parecer está en el cielo... -decía Lucifer con un poco de nervios-. Y bueno, no sé, pensé que tal vez... ¿Te gustaría verla? Pues podría llevarte ahí por un tiempo muy limitado.

¿Yo? ¿Ir al cielo? ¿Se te zafo un tornillo? ¿Para qué diablos iría al...? -preguntaba Alastor pero fue interrumpido por el nombre exacto de la persona que salía de los labios del rey del infierno.

Alastor agranda sus ojos al no poder más, desenreda sus brazos dejando caer su bastón de radio al suelo, unas gotas de sudor aparecieron en su rostro y su respiración era muy cortante...

¿Mamá? -preguntó Alastor.



La manzana podridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora