11. El Juego de Póker.

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El salón principal no tardó en llenarse por completo. Era una oleada de gente moviéndose entre luces de neón, pero afortunadamente les habían asignado una mesa VIP separada de la zona de guerra. Hai e Igor han tomado lugar a un lado del italiano y se han puesto a beber y jugar póker. José está a tu lado, discutiendo con Salinas sobre el pago de Gasolino.

—¿Y Pony?—Le pregunta Hai a Carlo, que no ha despegado la mirada de la mesa de los Papasitos, desde que llegó.

—No vendrá.—Se limita a tomar su bebida. Sus ojos azules de pronto se cruzan con los tuyos. Te sonríe.—Bebe algo por favor. Te ves tan apagada que pareces parte de esta decoración mortuoria.

José se ríe. Si, el interior de la mansión ha sido decorado hasta el tope con neones rojos y morados regados sobre varias estatuas muy descriptivas de corazones arrancados y degollamientos. Parece el hogar de un auténtico psicópata.

—Tú no deberías beber tanto, si quieres impresionar a la chica.

Carlo sonríe hacia un lado, dejando la bebida sobre la mesa. La mirada de Salinas le cae encima.

—Menudo león domado, Gambino.—Dice el abogado, en tono burlón. El otro le fulmina con la mirada.

—Seguimi, Salinas.—Le habla con su acento italiano. Carlo se pone de pie y con mucha elegancia acomoda su camisa mientras espera. Salinas suelta un largo suspiro y le sigue. Te fijas en ambos hasta que desaparecen entre la gente pocos segundos más tarde.

—No te asustes, seguramente le dará solo un toque de atención.—Te dice José, ofreciéndote una bebida. Le miras, dudosa.—Margarita.

—¿Por qué? Lo de Salinas.—Le preguntas, aceptando la bebida.

—Bueno es que así como lo ves, el hombre tiene mucha cola que le pisen.—Se inclina ligeramente hacia ti.—Si está vivo ese cabrón es solamente por los Gambino, al igual que yo. Les debemos mucho, como para que diga cosas como esa en un evento público.—Se ríe.—Además, a Carlo le encanta molestarlo.

Tiene sentido si de lo poco que los conoces hasta ahora, son como dos polos opuestos.

—Debe hacer muy bien su trabajo.

—Bueno, no tiene de otra si quiere seguir respirando.


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Han pasado varios minutos desde la ausencia del dúo, cuando logras ver a la peli rosa en la mesa de los Papasitos. Entre varios de sus acompañantes localizas a uno que te suena familiar. Uno que la toma de la mano.

—Igor.—Te sientas a su lado. Está concentrado en la partida de Póker, apoyando sus manos sobre su barbilla.

—¿Si? Dimie.—Te responde, sin voltear a verte.

—¿Recuerdas el día del Hotel?

Hai alza la mirada, asustado. Pensar en lo que podría haber pensado te asusta a ti.

—Si, si. Igior recordiarlo.—Igor gira sus cartas, emocionado y las tira frente a Hai.—Flior Impierial, amio.

—Jodel Igol, si me sigues haciendo sentil malo en todo te voy a desconectal, lo julo.

Igor se calma. Aprovechas ese pequeño momento para seguir.

—¿Recuerdas a los chicos que estaban ahí? Aparte de Carlo, claro.

Hai vuelve a levantar la vista, pensativo.

—Si, lio riecuerdio tiodo.—Ante esa respuesta, te pones de pie y señalas hacia la mesa de los Papasitos discretamente.

El señor de la Mafia.(Toni Gambino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora