6. Yo solo quería Pizza.

415 37 1
                                    


Han pasado dos semanas desde que empezaste a trabajar para los Gambino. Las visitas del señor Hai, Salinas y un chico llamado José Perra, se han vuelto cosa de casi todos los días. Ya has aprendido protocolos en caso de robo y gracias a Gasolino y a tu propio toque personal has logrado elevar las ventas.

Los Gambino se pasan la mitad del tiempo fuera y la otra mitad corriendo a todos los curiosos del KeRule con un bate y una navaja.

—¿Ya cenaste?—Te pregunta Toni desde la caja registradora.

Está anocheciendo, ya falta poco para terminar tu turno.

—No señor.—Te concentras en colocar simétricamente las donitas en el mostrador.

—¡Excelente!—Te sonríe.—He pedido un par de pizzas para todos, pero Carlo ha dicho que llegará tarde el muy hijoputa.

—Podemos esperarlo, si gusta.

—Esperar a que Carlo salga del casino es como esperar a que Gasolino se bañe.

Ambos se ríen hasta que se apagan sus voces y se quedan mirándose por unos segundos. Toni carraspera y aparta la vista rápidamente.

—Llegó una moto, creo que es la pizza.

—Yo voy.—Te apresuras, buscando librarte de ese raro silencio.

Sales y casi de inmediato, localizas la moto cerca del autolavado. Te acercas, sacudiendo tus manos del polvorón de las donas pero escuchas el seguro de un arma cuando alzas la vista. Te están encañonando.

—Tú me vas a acompañar.—Te suelta. Tiene el rostro cubierto, por lo que solo ves sus ojos oscuros.

Mientras te dirige al pequeño callejón con el arma sobre tu espalda, piensas solamente en una cosa. Te encontró. Tardó un par de semanas y te encontró, era tu fin. 

Tu respiración se acelera. Llegan a un pequeño y aislado rincón atrás del KeRule. Miras en todas direcciones, no hay ventanas, puertas, ni siquiera luces. Ni siquiera una pequeña posibilidad de que alguien viera algo.

—Gírate.—Empuja el arma contra tu espalda.—Ahora ó ¡BOOOOOOOOOOOM! Pa' todas las reggueatonas.

Obedeces, sin poder hacer mucho.

—¿Dónde tienen la mercancía los Gambino?— Te susurra, con aliento a alcohol.

Los Gambino...

No viene por él. Te alivia saber eso.

—¿Quién pregunta?—Alzas el rostro, algo envalentonada.

El hombre se desespera y apunta a tu cabeza. Identificas el arma, es de seis milímetros.

—¡No estoy para juegos, perra!

—No sé nada, apenas entré...

—¿Con quién están operando? Con Hai, ¿Verdad? Ese maldito chino cabrón—Se agita.—¡Dime! Que te disparo, ¿eh?

—Ya te dije, no se de qué me hablas.

—Dilo o te juro que haré...

—Tu no harás nada.—La agresiva interrupción hace voltear a ambos de golpe.

Toni está parado finamente, elegante. Se ha quitado el saco, mostrando un poco de los tatuajes de su brazo. Su cabello refleja la luz de la luna y su barba perfectamente marcada le da todo el aire de gánster, mientras eleva su cinco milímetros en dirección al encapuchado. 

En un rápido movimiento, el sujeto te apunta a la cabeza y toma tu cuello con tanta fuerza que sientes que te corta la respiración.

—Atrás, Gambino.—Ordena, pero Toni no deja de avanzar.— Le vuelo los putos sesos aquí mismo, gilipollas.

Entonces Toni se detiene, sin dejar de apuntar con firmeza. Notas como aprieta su mandíbula y sus manos tensan el arma.

—Quítate la máscara, García.—Su boca forma una media sonrisa.

El hombre relaja la fuerza sobre tu garganta, dudoso. Parece que le descubrió rápidamente.

—¿Cómo?

—Ah vamos, ¿Quién más estaría tan desesperado y cegado como para intentar una estupidez como esta?

—Menudo hijo de puta eres, ¿no Gambino?—Eleva la voz, apretando más tu cuello—¡Tú me jodiste la vida!

Toni tensa su boca en una fina línea.

—Entiendo, pero esta chica no tiene nada que ver aquí.—El hombre no se mueve.—No hagas algo de lo que puedas arrepentirte después.

Pasan unos segundos muy tensos, donde te corre un sudor frío por la espalda. El hombre libera tu cuello y pone la mano sobre tu hombro. Toses, recuperando un poco de aire.

—La dejaré en paz, si tiras el arma y te arrodillas.

Pero Toni no baja el arma, no dice nada. Se queda pensando, casi como  si calculara algo. Notas su pecho subiendo y bajando con rapidez, a pesar de que trata de mantenerse firme. 

El hombre se desespera, lleva nuevamente su mano hasta tu cuello y aprieta, fuerte. Gritas.

—De acuerdo.—Suelta Toni de pronto.

Arroja su arma hacia un costado y alza las manos. Su cabello rubio se dispersa sobre su frente, es la primera vez que lo notas algo desarreglado.

El hombre te arroja con fuerza haciéndote perder por completo el equilibrio. Sientes como te arde la piel al rasparte contra el suelo.

—Creíste que no volvería.—El encapuchado apunta ahora hacia Toni.—Creíste... Que no pasaría nada si me traicionabas.

—Nunca creí eso. Solamente no pensé que fueras tan cobarde como para atacar por la espalda a mis empleados.

Un destello dorado llama tu atención por un momento,  y entonces te das cuenta. A unos pocos metros de ti está la cinco milímetros de Toni.

—¿Cobarde? Cobarde fue haberme vendido a la policía en tu trato con el FBI...Cobarde, tu hermano que desapareció del mapa con mi parte de la venta grande...

—Eso no fue así, lo sabes.

—¿Así como sabía que podía confiar en ustedes?—Se ríe, irónicamente.—Por favor, Gambino. No me hagas reír.

Comienzas a moverte de poco en poco, en el mayor silencio posible.

—Primero me desharé de ti, escoria. Aquí mismo.—Se quita la capucha, permitiéndote ver su cara. Tiene una barba muy descuidada y mirada triste, abajo dos ojeras muy notables. Su cabello oscuro se nota empapado de sudor. Parece un hombre perdido, furioso.—Luego iré por tu hermano, ¡oh! créeme que disfrutaré hacerlo sufrir contándole paso a paso como te maté.

—Carlo sabe defenderse, no tienes oportunidad.—Le dice Toni, calmado.—Piénsatelo muy bien, García.

—Bueno, tu igual, ¿no? Pero ahora aquí estás.  Mi oportunidad se presentó, con su lindo cabello negro.

Sientes el arma rozar tus dedos. Te sorprendes a ti misma cuando la tomas con facilidad. Se siente tan familiar, tan cálida a pesar de ser fría. Tan... tú.

—¿Qué tal si emparejamos las cosas?—Le apuntas al hombre, que te mira sorprendido.

—¿Qué haces, pequeña zorra?

—Resulta que no soy una oportunidad, soy más bien como un karma—Retiras el seguro del arma y le apuntas directamente a la cabeza—De entre toda la lista de idiotas que pudiste haber escogido, diste con la única que puede cruzarte una bala justo entre las cejas de azotador que te cargas.

—¿Qué cojones has dicho? Yo te voy a enseñar...

Pero entonces todo pasa muy rápido, como un parpadeo. Toni aprovecha para acercarse con brutalidad al hombre, quién apunta con desesperación hacia él. Sientes las manos pesadas, como si cargaras pesas en lugar de un arma. Crece en ti una sedienta necesidad de apretar el gatillo. El hombre grita y se abalanza hacia Toni con la mirada perdida en rabia y el arma cruzada hacia el italiano.

Se escuchan dos disparos seguidos, luego todo se sumerge en total silencio.

El señor de la Mafia.(Toni Gambino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora