14. Bolgheri rojo y un par de ojos azules.

380 36 7
                                    


꧁   ♰   ꧂


El camino es silencioso por un tiempo, cada uno envuelto en sus propios pensamientos. Giras la mirada hacia el italiano que parece tan sereno que cualquiera dudaría que hace unos veinte minutos apuntaba a alguien con una cinco milímetros. 

—Necesito disculparme.—Dices.

Toni que lleva todo el camino revisando que nadie les siguiera, reblandece su expresión. Deja sus lentes  en el portavasos y te mira con sus hermosos ojos azules. 

—¿Ahora que rompiste?

—No es nada de eso.—Te apresuras, sintiéndote pequeña.—Es solo que ya les he causado demasiados problemas...

Toni vacila.

—¿De qué hablas, Tess? 

—Lo de hoy.

—Lo que pasó hoy es algo de nuestro día a día.

—Hice que usted viniera.—Bajas la mirada.—Sé que estaba ocupado.

—No tienes que disculparte.—Se limita a decir. 

Claro que sí, soy una empleada.

Es cuando notas que no van de camino al KeRule.

—¿No vamos hacia el badu?

—No podemos ir ahí si hay posibilidades de que nos estén siguiendo.—Vuelve a mirar por el retrovisor.—Por cierto, ¿Quién los seguía? ¿Y cómo escaparon? Carlo es un genio para eso, el muy cabrón.

Sí, genio.

Caes en cuenta que no quedaste en algo con Carlo, y aunque no tienes problema para contarle una parte de la historia, tampoco querías decirle que él se desnudó frente a ti y se terminaron besando. El recuerdo te sube el calor por las mejillas.

—En realidad no estoy segura si nos seguían, pero si que vi a Emilio.—Desvías el tema.—Era miembro de The Union.

—¿Una cebolla?—Se burla.

¡Vaya! Diferente continente, mismo chiste de mierda.

Finges la risa, porque él te paga.

—No, no "The Onion", "The Union".

—Entiendo.—Exhala.—¿Y qué hace aquí?

—No sé, pero está muy lejos de casa.

Se queda pensativo un momento.

—Si Emilio está por aquí, significa que hay movida en Marbella.

—Eso ó viene a por mí.

—Seguramente ambas.—Te mira.—Por ahora veamos que logra averiguar mi hermano. No tomo decisiones sin él.

No pasa mucho cuando detiene el Lambo en la zona rica. Bajas del auto siguiendo a Toni. Una mujer con un bello vestido aperlado y escotado, se le acerca con una sonrisa coqueta y comienza a platicar con él. Decides que es mejor observar a distancia, pero el italiano te busca con la mirada. Cuando te localiza, regresa a por ti y te conduce hacia el interior.

—Hasta luego, señor Gambino.—La chica se inclina hacia el frente, exhibiendo su escote ante Toni,  pero este solo se limita a una sonrisa cordial. El gesto tan evidente te genera un poco de gracia, algo que ella parece notar porque clava en ti una mirada asesina. Decides ignorarla.

Una vez dentro, te quedas boquiabierta. 

Hermosas enredaderas con flores amarillas se extienden por todo el techo y esquinas, envueltas entre ellas se asoman lámparas de luz ámbar que caen elegantes sobre las mesas adornadas por una vela amarilla que reposa elegantemente en manteles negros, cada una frente a un par sillas anchas de cojines bordados. Enormes ventanales se alzan sobre un lado del lugar, permitiendo ver la noche llena de estrellas. El perfecto aroma que emana al entrar del todo te atrapa de inmediato. El sitio derrocha elegancia por todos lados.

El señor de la Mafia.(Toni Gambino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora