El señor de la Mafia.(Toni Gambino)

37. Escabullirse por un beso.

¡¡Hola!! Aquí les traigo la siguiente parte. <3

Me gustaría comentar que estoy por empezar un nuevo proyecto para ustedes. Aunque les contaré con mayor detalle un poco más adelante. Si te gusta mi trabajo, te invito a conocerlo y apoyarlo también. <3 (SE EMOCIONA!! *U*)

Igual agradezco a toda esa gente que ha seguido aquí por amor a Toni y a Carlo. Me siento muy feliz de que esta obra este recibiendo apoyo. Gracias, como siempre. Y nuevamente, decirles que esto es por, para y gracias a ustedes.

꧁ ♰ ꧂

El constante sonido de tu celular te despierta en mitad de la noche. Observas la hora en el reloj de tu tocador, son las cuatro de la mañana. Parpadeas un par de veces y te concentras en la pantalla. Número desconocido. Sin pensártelo mucho, respondes.

-¿Hola?-Preguntas, adormilada.

<<¿Fri?>>

Te incorporas rápidamente, pero por la velocidad de repente todo te da vueltas. Maldices pero logras llegar hasta el contacto de la luz.

-¿Toni? ¿Dónde estás? ¿Qué está sucediendo?

Se escucha una pequeña risa al otro lado.

<<Yo que pensé que la preocupación por mí no te dejaba dormir.>>

-No es divertido.-Le cortas, molesta.

Un silencio se hace presente.

<<Lo siento, tienes razón.>>

-¿Dónde estás? ¿Por qué no podemos localizarte? Todos estamos muy preocupados por aquí.-Lo regañas.

<<Desde afuera se ve la luz de tu ventana. Y tu linda silueta.>>

Te sonrojas, al escucharlo decir aquellas palabras tan relajadamente.

-¿Estás aquí?

<<Cerca.>> Su tono tiene un aire un tanto burlón.

Suspiras.

-Necesito explicaciones, Toni.

<<De acuerdo, sal a la calle.>>

Y cuelga. Te quedas observando el teléfono por unos segundos, atónita, como una idiota.

Finalmente brincas de tu cama y te apresuras a colocarte un suéter largo que reposaba cómodamente sobre una vieja silla. Te perfumas y sujetas el cabello largo en una coleta. Abres en silencio tu puerta y tratando de hacer el menor ruido posible te escabulles por la casa para salir. La noche está fría. Cruzas los incontables convertibles del estacionamiento y te apresuras hasta la entrada.

Cuando finalmente llegas, el guardia te mira, totalmente extrañado.

-Saldré un momento.-Le señalas la puerta, con una sonrisa, pero él solo arruga la nariz.

-Señorita Frida, no tengo permitido dejar entrar o salir a alguien después de las dos de la mañana.

Maldita sea, Carlo.

Sacas la cajetilla de tu suéter y la elevas hacia él.

-Solo quiero fumar.

Tuerce la boca ligeramente y suspira. Eso parece ser suficiente para él, pues tras unos segundos de pensarlo, finalmente abre la puerta.