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ഒ  🪽   ۵     ໋   ˑ





























Después de salir del consejo a pedidos de Jacaerys, Baela no había mejorado su estado de ánimo durante toda la noche. La idea de qué su familia se vea dividida después de sufrir una pérdida tan importante hacia qué sus entrañas se revuelvan con disgusto y miedo; Ella creció la mitad de su vida en las ciudades libres, sabía qué sus hermanos pequeños no correrían ningún riesgo allí y coincidió con la idea de su prometido, pero el Valle era una tierra completamente desconocida para ella.

El único qué podría estar medianamente a salvo allí sería Joffrey, por su sangre Arryn a manos de Aemma, su abuela, una unión lejana pero aún contundente, además poseía  un dragón joven y audaz. Pero, qué pasaba con Rhaena?

Su dulce hermana aún no tenía un dragón, qué tipo de protección tendría ella sí la atacaban? Y no la subestimaba, era consciente de qué tan bien entrenada estaba a manos de Annabeth, sin embargo, las dagas no le servirían de nada sí uno de sus primos decide atacar el Valle. Ya había perdido a su abuela a manos de Aegon y Aemond, iría en busca de sus cabezas sí algo le pasará a Rhaena.

El sol ya se había escondido hacía bastante tiempo, sin embargo ella no se había movido de su sofá frente la chimenea. Sus dedos golpeaban ritmicamente la madera de su reposa brazos, con su mirada fija en las brazas qué se consumían con paciencia; su ligera concentración se desmoronó cuando Jace entró por la puerta, luciendo bastante cansado. Los ojos del castaño parpadeaban perezosamente mientras se quitaba su capa y la arrojaba sobre una silla de la estancia, al igual qué el resto de su ropa.

Su camisa y jubon fueron cambiados por otra camisa más ligera y fresca, apta para dormir, justo cuando estaba por realizar el mismo cambio con sus pantalones, Baela se paró con sus manos sobre su cadera frente él.

— ¿Con permiso de quién mandarás a Rhaena al Valle? — preguntó entre dientes, sin inmutarse cuando el príncipe quedó en ropa interior. —

— Con el de mí madre. — dijo para después colocarse su pantalón de pijama. — ¿Podríamos platicar mañana? Necesito descansar.

— No, no podemos. — respondió firme. — Yo necesito qué retires tu orden y dejes qué Rhaena se quede aquí, o minimamente pueda marcharse con mí padre.

— ¿Con tu padre? — una pequeña sonrisa sarcástica se formó en los labios rosaceos del chico. — Harrenhal está rodeado por guerreros enemigos, y tú prefieres qué vaya allí?

— Caraxes será de más ayuda qué Tyraxes. — se justificó, siguiendo a Jace cuando comenzó a caminar hasta su lecho. — Y no te pongas cómodo, no dormirás conmigo hoy.

La mirada de Jacaerys no se apartó de ella mientras se sentaba sobre las impolutas sábanas blancas, sin importarle la advertencia de la chica, quién tenía sus blanquecinas mejillas teñidas de rosa, seguramente a causa del enojo. Cuando vio qué el castaño no parecía tener intenciones de levantarse, tomó uno de sus brazos y lo obligó a hacerlo, consiguiendo enfadar al Velaryon.

— Es suficiente, Baela. — cortó, dejando su tono amable y compresivo de lado. — No puedes comportarte como una niña caprichosa, estamos en una guerra y alguien debe tomar las decisiones difíciles, lamentablemente me tocó esta vez a mí. Y apreciaría mucho qué me apoyaras, sabes?

Change - percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora