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Al día siguiente a la muerte de la princesa Rhaenys, el castillo tenía un ambiente lúgubre y todo se encontraba en silencio; no habían niños riendo o jugando por los pasillos de Roca Dragón o un salón bullicioso lleno de hombres intentando ganar una guerra. En medio de aquel silencio sepulcral, Percy se había escapado de su habitación aquella mañana y se dirigió con pasos tranquilos hasta los aposentos del Velaryon.

El guardia titubeó al darle permiso para entrar, pero cuando desde detrás de la puerta se logró escuchar una orden para qué le permitan el ingreso al rubio, el mismo no demoró en adentrarse por debajo del marco. En medio de su camino hasta los aposentos de Luke, se había desviado hacia las cocinas, donde Jane le hizo una bandeja con dos desayunos y le pidió qué le otorgará el pésame a Lucerys por ella; por lo tanto, dos tazas de té humeaban sobre la bandeja de plata mientras entraba a la habitación.

Percy no era el fanático número uno del té ni mucho menos, pero Jane decía qué desde qué era pequeño, el té tenía un efecto tranquilizante en Lucerys, entonces el rubio pensó qué sería adecuado. Aunque no era muy temprano en la madrugada y el sol debía estar en su máximo esplendor, era tapado por espesas y grises nubes; gracias a esto se le hizo muy complicado identificar el cuerpo de su amante parado frente uno de los ventanales.

El semidiós avanzó con pasos silenciosos hasta la única mesa en la estancia, dejando allí la bandeja antes de aproximarse hasta Luke. El rubio no sabía con exactitud como actuar, así qué optó por quedarse en silencio.

— Perdón por marcharme así ayer. — habló con voz algo rasposa, sin voltear a verlo. — Te preocupe innecesariamente.

— Te entiendo, está bien. — tranquilizó, avanzando hasta él. — ¿Te encuentras mejor?

Una vez Percy llegó a su lado, el castaño se volteó y le permitió apreciar al semidiós su rostro pálido, cansado y sus ojos irritados debido al llanto. Luke avanzó un paso hasta él, apoyando su mejilla sobre su hombro una vez estuvo lo suficientemente cerca, el ojiazul no opinó y solo pasó un brazo por sus hombros, esperando su respuesta pacientemente.

— Ahora estoy mejor. — respondió intentando sonar divertido, obteniendo una sonrisa de Percy. — ¿Cocinaste tu el desayuno?

— Jane no me dejó, es un regalo de su parte para ti. — comentó, tomando la mano del príncipe y guiandolo hasta las sillas alrededor de la mesa. — Pero elegí el sabor de los pasteles.

– Mora, verdad? — la sonrisa de Percy respondió por él.  —

Ambos chicos se sentaron y comenzaron a desayunar en silencio, Percy aprovechó el tiempo sobrante qué tenían para admirar en silencio el rostro o los gestos del príncipe frente suyo, notando qué tan delicado era con cada uno de sus movimientos, pero lucía cansado he incluso algo perezoso; el rubio tuvo qué limpiar la comisura de sus labios con la manga de su camisa, retirando las migajas qué habían quedado en sus ahora resecos labios.

— Lo siento. — dijo avergonzado, sin embargo su tono de voz sonaba más íntimo qué una simple disculpa. —

— No tienes porqué disculparte, Luke. — aclaró, intentando sonreírle dulcemente. —

Change - percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora