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Para mi... amigo, Enzo:

Finalmente puedo hacer una pausa para escribirte. Me gustaría decir que el escape fue un éxito, que los dos estamos sanos y salvos en una cálida casa, tomando chocolate caliente y riendo sobre las caras que pusieron los nazis al vernos saltar el alambrado.

Pero no es así.

Todo resultó mal, muy mal y estoy conteniéndome para no romper a llorar en este momento.

Ahora mismo te tengo a mi lado, estas inconsciente y eso me aterra. ¿Por qué las cosas no resultaron como yo quería?

Tu cabeza descansa sobre mi regazo. Cada cierto tiempo controlo tu respiración y tu pulso. Si algo llegara a pasarte ahora, yo estaré perdido.

Maldición... ya estoy llorando de nuevo.

Hemos logrado escapar, eso es lo bueno, pero no de muy buena manera. Me protegiste de manera muy valiente Enzo, y estoy eternamente agradecido por eso. Pero tú no tuviste tanta suerte como yo. Te han herido gravemente por mi culpa y yo solo pude desgarrar mis ropas e intentar con eso parar la sangre que sale de tu nuca. Estas lleno de marcas, raspaduras, moretones, golpes.

Tengo tanto miedo.

A pesar de que estas aquí conmigo, en esta cueva que nos salva de la fuerte lluvia y de las persecuciones de los alemanes, me siento completamente solo.

Despierta por favor... sé que es tonto pedirlo en este pedazo de papel arrugado, pero te lo suplico.

Todo esto es mi culpa.

Si no te hubiera molestado tanto con lo de que me sacaras del campo de concentración ahora estarías bien.

Por favor perdóname.

Perdóname, Enzo.

No puedes morir.

No me dejes solo.

Yo... te amo.

PD: en serio lo hago.

Matías.

Sentimientos de papel (matienzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora