Cygnus

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Cygnus Black, 1962



06:00 a.m. Despierto

Despierto y me arreglo adecuadamente. Aunque la barba parece seguir de moda en esta nueva ola sesentera de clara influencia no mágica, me gusta mantenerme perfectamente afeitado. Druella así lo prefiere, y me incentiva a ello cuando alguna mañana decido evitarlo. Ella corresponde de igual manera, por supuesto.

07:30 a.m. Café.

A las siete y media es regla general estar todos desayunando en silencio, aunque la conversación hoy es más animada.

"Son nueve gatitos, dos albinos y uno tigre, y el resto de tono gris", comentaba Druella en la mesa. No estoy interesado en los animales especialmente, pero recuerdo que Walpurga tuvo un gato durante sus años de Hogwarts. No nos gustábamos demasiado. Bella se prepara para comenzar primero en Hogwarts, quiere un gato.

"¿Puedo opinar?", preguntó con singular sarcasmo, las cuatro me miran y un sonoro "No" se repite por toda la mesa. Sonrió mientras prendó mi pipa.

"Yo quiero uno albino", se adelanta a decir Narcissa. Tiene mermelada de fresa por media mejilla, sonríe con dulzura. Con seis años es mucho más educada y bien portada que Bellatrix o Andromeda, también más apegada a mí, por inesperado que suene.

"No es justo, yo no he tenido mascotas hasta comenzar Hogwarts, ¿por qué ellas si pueden tener ahora, madre?", protesta Bellatrix.

"Bueno, son circunstancias diferentes", explica Druella sin posicionarse.

"¿Qué sucederá con el resto de gatitos?", pregunta Andromeda con una gesto frío.

"Bueno, mi madre quiere quedarse con uno, y el primo Rosier va a llevar a Hogwarts otro", responde Druella. La miro en silencio, el cálculo de repartición de gatitos no me da nueve gatos.

"¿Y el resto?", a Andromeda tampoco le debe de dar el cálculo.

"Pues es obvio", replica Bellatrix molesta, sonriendo, "Van a dar de comer a los perros".

"¡No!" grita rápidamente, "¡Madre no podemos permitirlo!¡Padre!", me mira con los ojos cristalizados. Druella me da una rápida mirada, y antes de que lo pregunte, niega con la cabeza. Nada de gatos, comprendido.

"Bellatrix, no mientas a tu hermana. Eso es algo que solo su dueña puede responder", explico, y las tres se quedan en silencio mientras termino de fumar. Hay algo preocupante en el silencio, suena a conspiración, y me gustaría hacerme cargo del problema, pero debo retirarme a trabajar.

08:20 a.m. Trabajo.

Desde hace once años, desde que me case, trabajo para Gryngotts como gerente de la Sucursal de Prestamos e Intereses. Era el puesto que ocupaba mi padre, y tras esforzarme diligentemente entre a la gerencia a los diecinueve años. Lo normal hubiera sido ir ascendiendo, pero urgía que alcanzará mi lugar correspondido al casarme, y tuve que atajar ante la crítica.

Aunque la mayoría del personal son duendes, esos calvos y pequeños tacaños insoportables, un escaso número de magos importantes trabajamos allí. Solemos terminar de trabajar poco antes de las dos. La mayoría del trabajo prefieren hacerlo los duendes por su cuenta, pero necesitan nuestra firma frente al ministerio. Somos de suma importancia en la plantilla, nada se podría completar sin mi sello o firma.

De cualquier forma, le dejé la orden de sellar a mi secretaria por mí, y firmaría por la tarde. Decidí pasarme por el club del final de la calle. Orion, como cada día, está allí jugando al póker. Me acercó a saludar, me preguntan si quiero jugar, realmente solo vengo a tomar una copa antes de regresar a casa.

Historias de la Familia Black (Marauders)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora